Buenos días -dice.
No la he visto nunca, pero algo me dice, lo huelo, sí, que esto acabará mal.
- Buenos días -contesto. No sé si bajar o no los escalones que me quedan antes de pisar el rellano o hacer como que subía.
- Hoy es día de entrevistas con familias. Quería hablar contigo, ya que te he visto -horror: me ha pillado. Si lo llego a saber, no salgo del despacho...
- Claro, claro, pero no sabía que tenías algo que decirme -digo, por decir algo, a ver si pillo por dónde va esto, aunque el arqueo de sus cejas y cómo se encaja las patillas de las gafas no presagia nada bueno.
- Ya. No, si no tenía intención, pero ya que te he visto -ya que te he pillado, querrás decir..., pienso- Mira -me enseña por encima el boletín de notas- No estoy de acuerdo con la nota -Coge con fuerza la esquina del boletín, que había desenrrollado antes, se inclina levemente hacia mí y percibo en su mirada la furia cazadora del león de la sabana, oteando la pieza y olisqueando el miedo del más débil.
- Lo entiendo, claro -mentira: no entiendo nada. Yo es que soy así de inocente.
- Yo le hubiera puesto un ocho, ¿queda claro? -claro meridiano, sí, señora: homeschooling, ¿sabe? Para los que no están de acuerdo con el sistema y se atreven con la ilegalidad, así, evitando tener que caer en las tramposas manos del profesor, ese enemigo más o menos débil, lo huelo, que se atreve a intentar saber más que yo mismo...
- ... -no sé ni para qué intento hacerle comprender al león que el interfecto, pobre, sabe de sobra por qué no tiene el ocho que ella, leona, hubiera puesto, que para eso es su madre, ea.
- Pero, ¿sabes?
-...
- Que me dan igual las notas y estas asignaturas, porque no sirven para nada. -sentencia la leona.
- Pues entonces ya se ha acabado esta entrevista -digo, alegremente, luz de luces, mientras abro la puerta- No hay nada más que decir. Que se dedique a estudiar el curso que viene, no sea que esas asignaturas sí sirvan para algo.
- Buenos días.
-...
El antílope escapa velozmente por el recodo que hay entre la escalera, la puerta y el amago de planta de recibidor. El león coordinó mal en la caza y por un pelo, cachis, casi le atrapa. El cuadrúpedo huye del felino pensando en otras sabanas y pastos mejores y más abundantes, mientras percibe por el rabillo del ojo al cachorrillo. Pero eso será en otra caza, tal vez el próximo curso...