Revista Cultura y Ocio
No dispongas tu brillante carne al solni extiendas, amor, tus miembros a la alturadonde cojos y hombres con cesto deben corren, correry apresar a los ángeles de adorable vuelocon muñones y garfios y piel artificial.Nada hay en la luz de tu cuerpoque nos críe alas o nos enseñe la disciplinaque conocen los famélicos para calmar el hambre.Entiende que debería bastarnos con rogar por la clínica de tus muslos en la noche,si no hubiera estrías de tirantes en la piernade aquel que canta y lucha en nuestra vista,y sube luego al cielo, amante en una banda.Cuéntale tu calidez, dale resol de tu mano.
Traducción de Fruela Fernández