Artículo escrito por Caterina Vella
Relajados acordes de música celta se escuchan en la casa taller de Jesús María donde Leoncio Villanueva (Lima, 1947) crea sus fantásticos cuadros en los que contrastan geometría y expresionismo. Tras vivir trece años en París, cinco en México y diez en Bélgica, el ganador del premio Salón de los Surrealistas de Francia en 1979, está de vuelta en Lima.
“En principio es definitivo el retorno, pero la verdad nunca se sabe. Tal vez parta a algún sitio donde sea posible meditar y hacer obra. Para la existencia misma es mejor dejar la puerta un poco abierta y ver si eso puede llevarte a algo positivo”, reflexiona con voz calmada.
Precisamente puertas abiertas a otras dimensiones son una constante en su pintura. Desde estudiante en Bellas Artes crea interespacios poblados de personajes y elementos surreales que brotan de su mente en un viaje del espíritu, que no necesita inducir con ninguna sustancia, solo música. “Es como si tuvieras un poliedro en que cada cara refleja un mundo. En un lado verás una cosa, si lo volteas te mostrará otra: pirámides truncas, volcanes raros, máscaras, andenes, círculos de luz, alas, elementos diferentes que a veces ni sé que son. Restos de algo, cosas puestas como un bodegón, historias pasadas que puedes usar como quieras, una arqueología de la memoria”.
Contraste entre ciencia y magia
Augurios del mar y la montaña, Cuaderno de andenes, El Nahual y Gótico Latino, son algunos de los títulos de los quince cuadros de mediano formato que presentará en Huellas del silencio, todos realizados con su impecable estilo en que no se perciben rastros del pincel.
“Trabajo limpio, parejo, hay la huella pero no la materia, la textura. Es la herencia que tuve de mi profesor Milner Cajahuaringa, me quedó eso de él”, explica Villanueva de la ejecución perfecta de sus cuadros, la cual logra utilizando acrílicos y óleos que aplica sobre el lienzo con pinceles de diversos tamaños, aerógrafo e incluso spray, empleando colores luminosos, pero no estridentes.
Inmerso en la dualidad de geometría y expresionismo, Villanueva crea fábulas visuales que se renuevan invitándonos a participar en ellas. “Siempre hay en mis obras esa posibilidad de lecturas múltiples, donde los posibles significados nos llevan a imaginar mundos a veces poéticos, a veces violentos, o incluso paralelos a nuestras realidades. En algunas de mis obras se logra percibir la codicia del hombre por dominar la naturaleza, por fragmentarla, domesticarla, sin medir sus consecuencias. Este es un reclamo silencioso por la armonía del medio ambiente, que se refleja en un intenso contraste entre tecnología y naturaleza, entre ciencia y magia”, reflexiona este hacedor de realidades fantásticas.
Huellas del silencio se puede visitar en La Galería del 25 de octubre al 25 de noviembre 2017, de lunes a viernes de 11 am a 8 pm, y sábados de 4 a 8 pm. Ingreso libre.