Revista Cine
Director: René Laloux
Luego de dos interesantes y fascinantes cortometrajes, llega el turno del segundo largo de René Laloux, "Los maestros del tiempo", estrenado casi diez años después de "La planète sauvage", su opera prima. Laloux y su equipo, en el que en este film se incluye Moebius, siguen demostrando su auténtica y diáfana capacidad para asombrar, transportar, alucinar y causar reflexión, discusiones, pensamientos, a través de un viaje que abarca tanto el interior como el exterior del hombre. Y que lo haga en poco más de setenta minutos parece toda una proeza, pero la concisión y la síntesis es uno de los grandes rasgos de Laloux y compañía. "Los maestros del tiempo" es lisa y llanamente sensacional.
En un planeta llamado Perdide (léase en francés), un padre y su hijo huyen de unos extraterrestres que los matarán una vez los atrapen. El padre es previsor y pide ayuda a un amigo suyo, quien no se lo pensará dos veces para ir a socorrerlo. Pero entre que los primeros intentan sobrevivir y el segundo llegar al lugar, muchas cosas pasarán.
Naturalmente, en "Les maitres du temps" siguen estando fuertemente presentes varias de las inquietudes y obsesiones de Leloux y compañía, sólo que expresadas de una manera diferente, con una animación y narrativa más convencionales (si la comparamos con "La planète sauvage", aunque por sí sola nunca deja de ser una propuesta singular, autoral hasta la médula) pero no por ello menos contundentes y carentes de lirismo (en realidad una cosa no tiene nada que ver con la otra). Si aquella cinta en donde los humanos se veían dominados por seres azules gigantes (para nosotros gigantes, todo depende de la perspectiva) apostaba por una experiencia eminentemente sensorial y contemplativa, la presente es más bien una nutrida aventura espacial o interplanetaria, más centrada en la acción como motor narrativo que la observación, si bien ésta es un elemento que no puede faltar en ningún momento, pues la observación es un elemento esencial del viaje. A propósito de observación y perspectivas, nuevamente el relato muestra una dualidad sobre la realidad, dualidad manifestada en el niño atrapado en el planeta Perdide, quien percibe todo el asunto como una especie de juego o recreo (más o menos como lo que pasa en "La vida es bella"), y el amigo del padre, que sabe perfectamente los peligros a los que él y el chico se enfrentan, que sabe que la vida que él lleva es un juego mortal. Es como un relato crudo pasado por un prisma infantil, sólo que no estamos siempre con el niño, aunque se puede notar que su presencia ejerce cierta influencia en quienes van a rescatarlo, pues deben seguirle la corriente con tal de no asustarlo. En palabras más simples, podemos decir que la película trata sobre el rescate del chico a manos de estos aventureros interplanetarios. Pero, como buena aventura que es, el camino presentará un montón de dificultades a la vez que momentos de recreación y cierta paz, todo lo cual siempre conlleva una reflexión y una metáfora sobre la humanidad, sobre nuestra existencia y nuestras culpas, bondades, males... Después de todo, en el enorme universo creado para la ocasión, lleno de planetas y atmósferas y distintas criaturas de las más variadas características y rasgos distintivos, algo se debe sacar en limpio de cómo los personajes humanos se relacionan entre sí y con el entorno, siempre cambiante, pero siempre ajeno (ni rastro de la Tierra hay).
"Les maitres du temps" es una especie de expansión discursiva y filosófica de "La planète sauvage", igual de crítica y mordaz aunque con algo menos de pesimismo, pienso yo, o mejor dicho algo más amable. (No obstante, como se ha visto, la visión de Leloux jamás será indulgente ni complaciente, pues lo hecho hecho está y la obra del hombre habla por sí misma, pues es un reflejo de sí mismo sin importar qué). Por ejemplo, hay dos personajes de una raza que no sé cómo se llama, que tienen una capacidad telepática avanzada, es decir, no sólo saben qué piensa tal o cual sujeto, sino que reciben ese pensamiento, bueno o malo, con algún detalle característico (los pensamientos malos apestan y marean, provocan mal cuerpo), aunque más importante es que ellos parecen recibir tales pensamientos de manera pura, sin un filtro moral propio sino que valorados tal cual son en la realidad; así, mientras la recolección de pensamientos avanza, las dos criaturas discuten sobre cómo somos los humanos. Perspectivas, Al final hay una muy bella reflexión sobre las emociones, y creo que la frase sola no destripa nada: "¿Sabes qué? Son una docena y sin embargo siento la emoción de miles". Otro ejemplo es cuando la tripulación que busca salvar al chico llega a un planeta habitado por seres iguales entre sí, tanto en apariencia como en pensamiento. El lema de ellos es que la unidad se sobrepone a la individualidad, y tal como está presentado, esta sociedad aparentemente perfecta y ordenada más parece un cruel y oscuro ejercicio totalitario. ¿Maten la diferencia? No hay por donde perderse, el mensaje es claro, y aunque sea claro jamás es forzado, obvio o superficial; siempre plantea una reflexión, una mirada hacia la propia sociedad y la propia persona. Todos representan algo nuestro, pero a su vez son una entidad propia y orgánica.
En fin, "Les maitres du temps" es una fenomenal y estimulante (alucinante también, pero no me gusta mucho repetir palabras) aventura espacial que no sólo destaca por su excelente argumento y ejecución narrativa (el guión es magnífico), sino que también por su necesario contenido y, más aún, la honestidad, fortaleza y coherencia de sus intenciones e ideas. Las conclusiones son enteramente de ustedes y pueden ser infinitas, he ahí el gran valor cinematográfico de la obra de Leloux. A todo esto, lo de "maestros del tiempo" queda claro al final, y de qué manera. Realmente es un magistral y asombroso final. Y el inicio, con su banda sonora y su escenario desértico/alienígena me ha recordado a este videojuego, monótono pero tremendamente divertido y adictivo.
Les recomiendo que sigan la obra de este realizador.