Hace muchos años escribí unas letras para un conjunto que se iba a llamar Inquisición. El conjunto no se formó. Hoy encontré las letras y me dijeron: somos sonoras, tenemos rima… Publícanos, tal vez una mano joven, piadosa y talentosa nos ponga las notas que nadie nos puso hace décadas. Cumplo su mandato.
Inquisición
Inquisición. Época sombría.
Rasgaba el aire un hechicero
Mientras oculta en cada agujero
La muerte sonreía.
Edad de extrañas leyendas,
De pociones y encantamientos,
Cuando el ulular de los vientos,
Llenaba de horror las sendas.
Azotan al mundo pestes y herejías,
Raros e inconfesables mitos,
La maldad busca antros malditos,
Donde el demonio se escondía.
De sangre teñida parece la Tierra
Un lúgubre campo de muerte y dolor.
Y en cada hoguera gigante se encierran
Mil cuerpos que gimen pidiendo perdón.
Las llamas destruyen con tétricos sones
Los mágicos libros, las fuentes del mal.
Los ritos secretos de antiguas reuniones
En brumas eternas tal vez hallarás.
Mas dicen los poetas en viejas canciones:
“Los brujos un día vengarse querrán,
Flotando quedaron cien mil maldiciones,
Que andando los años, cumplirse verás”.
La hoguera
El tiempo es mar callado que cubre nuestras almas
carcome nuestras pieles y anega la esperanza.
Que en lucha contra el tiempo los hombres se debatan,
que alcen sus obras en el aire, enhiestas como ramas,
ramas que perduren y sean de otros salvaguarda.
Seamos roja hoguera, que lenta se dilata,
en busca de otra hoguera, tal vez ya muy lejana,
para encender el mundo y ahogarlo entre las llamas,
nuevo sol rugiente que alumbre sin cesar.
Las llamas en su marcha dibujan grandes alas
de luz en el espacio y avivan la esperanza.
Crece roja hoguera, cubre así la Tierra,
crece ardiente hoguera…
Uno y múltiple
Mira, ya el río desata sus vastos torrentes
De vida y color. Pasa, y al paso la tierra
Estalla en sangrante, florido verdor.
Somos como ese riachuelo
Que al golpe del viento
Sus tonos varía, mirando en la orilla navegar
Años, personas y cosas, instantes que nunca podrán retornar.
El sol despliega sus rayos
Y forma entre ramas cascadas de luz.
Alas y nubes que surcan un cielo vibrante y azul
Inundan mi voz de paz,
Y el alma anhela el ensancharse
Más allá del sol y más allá.
Siempre igual y distinto,
Mi vida es un río que ignora su fin.
Siento, soy múltiples hombres,
Que unirán sus nombres al morir.
Los que he sido, soy y seré
Uno serán un día cuando mi verdad sabré, y más.