Con esta entrada, por fin, se desatasca el listado de lecturas de los últimos meses. La próxima vez que vuelvan las letras en cascada, será noviembre y el otoño estará en pleno apogeo. Julio y agosto han sido dos buenos meses de lecturas con ocho libros acabados, dos abandonos y un libro más empezado pero no finalizado.
El primer libro de junio después de dejar atrás el esperpento valleinclanesco, fue La leyenda del ladrón de Juan Gómez-Jurado. Este es la tercera novela que leo del popular escritor después de Reina Roja y Loba Negra. El cambio de registro es notable con una historia basada en la Sevilla posterior a la peste. Una historia trepidante, cargada de aventuras donde surgen importantes cameos literarios. Muy recomendable, de lectura ágil y que, como todas las obras de este escritor que he leído hasta el momento, engancha.
Después de esta novela, cayó en mis manos El silencio de la Princesa de Blas Ruíz Grau. Esta novela negra, tiene una bonita historia detrás. Durante el confinamiento, su autor (del que, hasta ahora, solo había leído Siete días de marzo), fue publicándola por capítulos en la aplicación Wattpad para aliviar las horas muertas que tuvimos metidos en casa. Pero, tras su finalización, decidió que debía hacer algo con la historia y decidió autopublicarlo (solo está disponible en Amazon) y dedicar toda la recaudación a la asociación ASPANION (una asociación que apoya a las familias de niños con cáncer). Solo por esto, ya deberías hacerte con ella, pero es que además, la historia atrapa. Situada en la zona de Almería, una serie de muertes son investigados por unos guardias civiles que, además, son hermanos con todo lo que ello conlleva. Un asesino en serie que traerá de vuelta el pasado. 100% recomendable.
Tras esto, vino uno de los abandonos de estos meses El misterio del ahorcado de Michael Jecks. No pasé de la segunda página, fue imposible.
Tras el fracaso anterior necesitaba un completo cambio de estilo y cayó en mis manos Galletas para un velatorio de Jorge Strauss, un autor autoeditado en Amazon que nos trae un western cargado de humor. Una lectura ligera donde la muerte de un bandido acaba con la tranquilidad de un pueblecito del oeste americano y donde nadie es lo que parece. Una historia muy loca donde las galletas de mantequilla tienen un papel fundamental. Un libro entretenido sin más.
Continué Despiértame cuando acabe septiembre de Mónica Rouanet. Una historia en la que, una mujer de mediana edad, acaba ejerciendo de detective cuando recibe una llamada de socorro de su hijo que desaparece en Inglaterra, desaparición que puede estar relacionada con la de su padre, un año atrás, cuando la Guardia Civil encontró su barca vacía en la Albufera. La trama no es mala pero a veces peca de excesivamente descriptiva y otras, se queda corta. Los personajes principales son interesantes pero nos quedamos con ganas de conocerlos mejor. Una lectura aceptable.
Tras esta novela intimista, volví a la lectura negra de la mano de El apagón de Esteban Navarro pero, tras darle varias oportunidades, se convirtió en el segundo abandono. La historia parte de un supuesto un tanto distópico, en un pueblo del norte, un día de repente y sin explicación científica, deja de funcionar la electricidad. La historia no consiguió engancharme.
De este abandono, pasamos a un autor al que tenía ganas de enfrentarme pero nunca había encontrado el momento, Frank Kafka. La metamorfosis y otros cuentos recoge tres de las historias del escritor checo. Relatos que consiguen trastocarnos, removernos desde un punto de vista visceral. No es una lectura fácil, pero que se disfruta por la manera soberbia en la que están escritos. 100% recomendable.
Ya metidos en agosto, llegó a mis manos El lenguaje de las mareas de Salvador Gutiérrez gracias a un sorteo en Twitter hecho por la editorial por su lanzamiento. Es mi primera vez con este autor cordobés y, tengo que reconocer que, desde que empecé el libro, no pude parar de leerlo. Se trata de la segunda historia de la inspectora de la policía, Carmen Puerto (prometo leer la primera), ahora apartada del cuerpo, pero con un sexto sentido para enlazar los detalles más sutiles de un caso. La desaparición de dos adolescentes en Punta del Moral (Ayamonte) pone en jaque a todo el pueblo y saca a la luz la verdadera cara de los personajes que componen el puzzle de esta historia. Una de los detalles que más me han gustado son las ambientaciones que consiguen que te sientas en la costa onubense aunque jamás hayas estado allí. 100% recomendable, un autor para seguir descubriendo.
Nos acercamos al final de estos dos meses de lecturas de la mano de Eduardo Mendoza. El laberinto de las aceitunas es la segunda de las aventuras del circunstancial y demencial detective que ya disfruté en El misterio de la cripta embrujada. Eduardo Mendoza es de esos autores a los que siempre hay que volver, con una escritura fresca con la que sientes que tienes al protagonista sentado frente a ti contándote la historia como si fuera un amigo. Una historia de enredos con unos personajes que pueden rayar lo inverosímil pero que encajan a la perfección. Una historia surrealista donde pueden convivir actrices, prostitutas, científicos, embaucadores y hasta monjes centenarios. Sin duda es un, ¡no te lo puedes perder!
Y llego al final de agosto viajando hasta París de la mano de Doña Emilia Pardo Bazán. Al pie de la Torre Eiffel es una recopilación de cartas que Pardo Bazán escribió como reportera enviada a la Exposición Universal de 1889 celebrada en París y para la que fue construida la Torre Eiffel, una obra arquitectónica que, en su momento, fue amada y odiada a partes iguales. Pardo Bazán, con su escritura sincera y cercana, nos relata diferentes aspectos de la exposición, desde su fisonomía hasta aspectos más mundanos como el precio de los hoteles o los coches, el tratamiento que hicieron de los productos españoles, la moda de la época...un placer hecho libro.
Y hasta aquí, las letras de julio y agosto. En noviembre nos vemos con nuevas lecturas.