Sé tu también milagro como yo, sé tu también un verso enfebrecido. Entre los dos levantaremos sin esfuerzo una torre de viento, un torbellino de locura, una máscara hueca, una nueva forma de mirar el universo. No conozco nada más delicado que un encuentro, pocas cosas más sumamente misteriosas. Y ahí dejamos las huellas en la arena que la mar en un rato se beberá despacio. Esta noche es posible recordar que avanzamos. Queda pues liberado el testimonio. Y ahora, permíteme, voy a inflamar el mundo con esa llama que ya no puedo contener, de amor y gozo, de ciega confianza en lo incalificable.
