Revista Filosofía

Levi Bryant y una pregunta sobre la religión

Por Zegmed

Levi Bryant y una pregunta sobre la religión

El día de hoy, gracias a la mediación del más asiduo lector de blogs que conozco, mi querido amigo EDLJ, me topé con un post bien interesante de Bryant que les recomiendo leer, sobre todo a aquellos interesados en la problemática religiosa. Aprovechando estas líneas introductorias para disculpar el retrato con los posts –de verdad tengo varios temas para escribir, pero poco tiempo–, paso entonces a hacer algunos comentarios.

Bryant parte de una afirmación bastante polémica de Caputo, autor que en este blog he trabajado varias veces y con el que, además, tengo un amable intercambio por mail. Caputo sostendría, como lo han hecho otros también, que la religión no es algo muy diferente de los grandes relatos literarios o incluso los grandes comics. El autor afirma que escuchó decir a Caputo esto en vivo. Sobre esto, dos comentarios. Por un lado, se trata de algo que me sorprende, pues conozco los textos importantes de Caputo sobre religión y me llama la atención que pueda sostener algo como eso. Si bien Caputo jamás se ha comprometido con una defensa de una “esencia de lo religioso”, normalmente ha defendido sí características de la religión que no son tan fácilmente identificables con las de la literatura o los comics. De otro lado, sin embargo, es cierto que una comparación tal tampoco es tan aberrante dependiendo de los textos de los que hablemos y, además, no es tan poco probable si partimos del método deconstruccionista de Caputo. De hecho, cuando Vattimo estuvo en Lima y pude intercambiar un momento con él, me dijo, hablando de Caputo, con quien había escrito un libro hace no mucho –After the Dead of God–, que le parecía un tipo en exceso relativista en relación a la religión. ¡Señores, me lo dijo Vattimo! Así que imaginen lo que eso puede significar. El ejemplo que uso Vattimo, aunque no me consta si es verdad o si era una broma, es que Caputo dejaba hacer papers sobre hipótesis del tipo ¿qué pasaría si interpretamos el Evangelio a partir de la idea de que Jesús era una mujer lesbiana? Vattimo, que es un cristiano gay y de una izquierda defensora de Chávez y de Irán, esto es, un cristiano bastante heterodoxo, no podía creerlo. Ciertos límites hay que tener, me sugirió.

Cuento esto, pues, para decir dos cosas: primero, la idea de Bryant atribuida a Caputo me sorprende un poco, aun cuando esta es solo enunciada y no desarrollada por el autor del post, de pronto es menos dramática de lo que le podría parecer a algunos; segundo, concediendo que la cosa sea tan deflacionista como parece sugerir Bryant, esto podría ser perfectamente posible si nos guiamos del testimonio de Vattimo. Además, claro, no he leído todo Caputo y puede ser que esto sea defendido por él.

Pasemos, no obstante, al propósito del texto de Bryant que no es una exégesis de Caputo sino el planteamiento de un problema complejo, a saber, si la religión tiene algo de particular o si simplemente es una narrativa más equiparable a cualquier otra. Creo que aquí el trabajo de David Tracy puede ser muy iluminador. Es evidente que la religión tiene elementos comunes con otro tipo de experiencias humanas. La buena literatura, para seguir el ejemplo atribuido a Caputo, es sin duda un tipo de experiencia que devela profundos sentidos de la realidad y que, como la religión, nos confronta, nos interpela, nos sensibiliza, etc. ¿Pero la religión es solo eso? ¿Podemos, entonces, hablar de la religión sin religión y defender algo así como una versión desinflada, para seguir con el post de Bryant, de la religión cristiana? ¿Hacer de la religión cristiana algo así como lo que propone Zizek (sus tesis brevemente enunciadas por Bryant, están más desarrolladas aquí), un solo pretexto para la acción política común?

Yo difiero profundamente de esa posición y, contra lo que algunos de mis buenos amigos piensan, dentro de mi defensa de una teología débil no mantengo la idea de que la religión sea como cualquier experiencia más, aunque sí acepto que hay vasos comunicantes con otras. Algunas características, aun cuando estas sean muy elementales son propias de la religión o de la mayoría de ellas y estas deben tenerse en cuenta. Tracy cita en Blessed the Rage for Order una definición que encuentra apropiada, a pesar de que el autor defiende que no hay una definición propia de religión. La cita es de Geertz y la traduzco con cierta dificultad: “1) un sistema de símbolos que actúa con el fin de 2) establecer poderosas, penetrantes y permanentes disposiciones y motivaciones en los seres humanos a través de 3) la formulación de concepciones de un orden general de la existencia y 4) mediante el revestimiento de estas concepciones con un aura de facticidad tal que 5) las disposiciones y motivaciones parecen realistas de un modo único”[1].

Los puntos 3, 4 y 5 deben ser los más importantes en relación a las dudas de Bryant que, nótese, se muestra un tanto escéptico respecto de la idea de que una persona religiosa podría considerar a la religión como “algo no muy diferente de…”. La religión supone una perspectiva toda de la vida. Bien entendida, pues, ninguna religión es meramente una experiencia funcional que sirve para fines reducidos y muy puntuales como matromonios, bautizos y demás. No se trata, entonces, de una mera experiencia de administración burocrática y vacía de ritos, aunque para muchos sea solo eso.

A esto se une algo muy importante defendido considerado por Bryant en sus varias preguntas del segundo párrafo. La gente genuinamente comprometida con una religión cree que aquello en lo que crees es verdadero. La existencia de Dios, la encarnación, muerte y resurrección de Jesús, etc. no son cosas negociables: se sienten como verdades incuestionables, transparentes. No hay, luego, algo así como un creo que creo, como diría Vattimo: ¡el creyente promedio cree de veras!

En resumen, aunque por otro camino, pasa aquí algo similar a lo que creía William James de la religión. Incluso en su versión más básica, esta tiene algunas cosas que no pueden ser eludidas: es un tipo de experiencia que transforma la vida, como en efecto lo pueden hacer otras, pero que lo hace normalmente de un modo radical que es atribuido a la intervención de una realidad exterior (que usualmente se llama ‘Dios’) por la cual se tiene una disposición solemne. Hablamos, pues, de un evento que abarca la vida toda, que la transforma permanentemente, que orienta todos sus sentidos y que hace todo ello por la convicción indubitable de la existencia de una realidad superior que ordena el universo y que, a la vez, se relaciona con nosotros. Luego, por más que cambios profundos y positivos en la vida puedan ser logrados por experiencias distintas, eso no hace que estas sean equiparables a la fuerza de la experiencia religiosa. Esto no quiere decir que una cosa sea mejor que la otra, solo que son cuestiones que deben ser diferenciadas. Si Caputo piensa lo contrario, no estoy de acuerdo con él; como no estoy de acuerdo con Rorty cuando critica a James por defender, hacia el final de Variedades tesis más metafísicas (algo de esto puede verse aquí y, por escrito, aquí).

Ahora, eso no quita que la transparencia con la que creen verdaderas sus creencias algunas personas sea un problema complejo, sobre todo en términos éticos. Racionalizar la religión, entonces, es una necesidad. James lo sabía bien y es por eso que postulaba su trabajo como uno de “ciencia de las religiones”, lo que yo he llamado en otro contexto un minimalismo teológico. Sin embargo, me parece una aproximación incompleta, ingenua y pretenciosa esa de creer que la religión está basada en mera “superstición” o sugerir que esto hace de ella algo inmaduro, tan primitivo como “poner vírgenes en los parques”. Ver el asunto de ese modo es, claro, no comprender ni por atisbo de lo que la religión trata. Quien vive la religión, pero, sobre todo, quien la estudia con mediano rigor debe ser más cauto y no dejarse llevar por el prejuicio, como bien señalaba Anderson sobre Rorty. La religión tiene de las dos cosas: de narrativas cargadas de simbolismo y de “supersticiosas” creencias en una dimensión trascendente y, a la vez, de correctivos racionales que ayudan a su interpretación, depuración y profundización. No son cosas que se excluyen, conviven tensamente, eso sí, como convivimos los seres humanos en este mundo, es parte de su esencia. Quien no sabe de esto no solo no sabe de religión, sino que ni siquiera considera un poco de historia.

Buen post el de Bryant. Pone preguntas donde debe ponerlas y deja espacio para discutir que es siempre lo más importante. Todo comentario es bienvenido, esto queda siempre abierto al diálogo.


[1] Geertz, C. “Religion as a Cultural System”, citado en Tracy, D. BRO, p. 92.

*Imagen tomada de http://larvalsubjects.wordpress.com/category/boring-stuff-about-me/page/3/


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