Revista Libros
Philip Hoare.
Leviatán o la ballena.
Traducción de Joan Eloi Roca.
Ático de los libros. Barcelona, 2010.
Entre la historia cultural, la literatura, la memoria autobiográfica, el tratado de zoología y el libro de viajes, Leviatán o la ballena es uno de esos pocos libros que contienen el mundo. Y el lector lo sabe desde las primeras páginas.
Escrita con brillantez y prosa adictiva y generosamente ilustrada, con esta obra de evidente estirpe sebaldiana, tan inclasificable como el animal que la inspira, ganó Philip Hoare el año pasado el premio BBC Samuel Johnson al mejor libro de ensayo. Acaba de publicarlo en España Ático de los libros con traducción de Joan Eloi Roca.
Alguien señaló una vez que Moby Dick, como La Biblia, debe ser leída en sesiones de un par de páginas diarias. Con Leviatán o la ballena, cuyo título es un guiño de homenaje a Moby Dick o la ballena, esa tarea es imposible. Este es un libro impredecible y absorbente cuyos quince capítulos se leen de un tirón, de asombro en asombro, entre la obsesión y el deslumbramiento, entre el recuerdo de Jonás y el terror de Melville, entre la aventura de Simbad y la exaltación ecologista del Walden de Thoreau.
La imagen contradictoria de la ballena en el imaginario humano oscila, como el mar, entre la atracción y el terror, entre la simpatía por el animal aniquilable y la imagen de Leviatán, la bestia apocalíptica.
Pero no todo fue destrucción. Los barcos balleneros abrieron las rutas de los mares del Sur y el aceite de las ballenas encendió los cinco mil faroles que hicieron del Londres de 1740 la ciudad mejor iluminada del mundo.
Frágil y poderosa, inconcebible y monumental, la ballena forma parte de las obsesiones de un Philip Hoare que ha escrito este Leviatán o la ballena con una potencia verbal arrolladora, con una fuerza descriptiva y evocadora que está a la altura de esa obsesión, con una prosa que se sumerge en las profundidades del mar y de la conciencia para emerger con la espectacularidad de los cetáceos.
Desde la bahía de Southampton a Cape Cod, por un mar que es un ser vivo que habitan miles de seres, desde el Génesis a la poesía o la novela, Hoare lleva al lector al límite de la tierra, al comienzo del océano, en un recorrido jalonado por ballenas en la libertad atlántica o prisioneras en acuarios siniestros.
Desde New Bedford, importante puerto ballenero en el XIX, a la isla de Nantucket, Hoare realiza un recorrido por los mapas y las representaciones gráficas, a veces imaginarias, de las ballenas, por la literatura y la geografía vital de Melville, por las raíces literarias de Moby Dick, por la influencia de Hawthorne, que hizo que esta novela, que en principio iba a ser una mera construcción comercial se convirtiese en un libro terrible y diabólico, en una reflexión alegórica sobre el mal.
El libro de viajes que es este Leviatán termina en las Azores con sus últimos balleneros y con una intensa experiencia en la que Hoare comparte armónicamente las aguas atlánticas con las ballenas que nadan a su lado.
Las quinientas páginas del libro trazan una portentosa zoología científica y fantástica, una suma de ciencia y literatura, de memoria e imaginación, una indagación en el significado simbólico de unos animales que existen más allá de la vida cotidiana, en un mundo misterioso construido con el material de los sueños y las pesadillas.
Un itinerario por la asociación de la ballena a lo monstruoso, por la proyección del imaginario de los hombres en sus representaciones literarias y plásticas, en las leyendas y en el cine para abordar la figura del animal mitológico o el pez real. Y frente a la ballena, los balleneros, neolíticos, espectrales o heroicos, a la caza de aquel animal codiciado del que dicen que no se alimenta de otra cosa que de oscuridad y de la lluvia que cae en el mar.
Quizá esa sea la mejor manera de acercarse a ese otro mundo tan contradictorio y tan lejano de nosotros que habitan esos seres a la vez frágiles y poderosos.
Santos Domínguez