En 1949 el señor Murphy dijo ¨Si algo puede salir mal, saldrá mal¨
Y no se equivocaba, si el tema se quedara en que la tostada cae por el lado de la mantequilla… pues mira, ni tan mal, con una fregona, otra tostada y un poco más de mantequilla solucionas.
Lo malo es que esta ley se cumple en muchos más casos y en algunos no se soluciona tan fácilmente, ni nos hace tanta gracia, por ejemplo en el mundo de la belleza.
A mí me han pasado varios casos, y seguro que al final del post coincidimos en varios, ya me diréis.
Ley 1: El coloretecidio
Tienes varios coloretes que te encantan, pero hay uno, uno que te vuelve loca, ese que te encanta, que es precioso… y lo mejor de todo, que te favorece tantísimo.
Si se tiene que caer alguno, no lo dudes, se va a caer ese.
Y cuando con los ojos como platos sigues su caída y escuchas su plaf en el suelo, te vas a dar cuenta de que encima, ¡encima se ha destrozado!
A mí me paso hace tres meses con mi amado colorete de Sisley.
Ley 2: El clima se rige por tu peinado
Si tienes el pelo crespo y para llevarlo liso e impecable necesitas tirar de protector de calor, secador, plancha (y ayuda divina) lloverá, eso es así.
Va a llover y si no llueve, un aire de esos que anuncian el fin del mundo estropeará tu peinado, es así.
Lay 3: El grano del día antes de…
No voy a decir que siempre pasa, porque mentiría, pero seguro que os ha pasado alguna que otra vez…
Tenéis un momento importante, llámalo cita, llámalo boda, llámalo x, es igual. El caso es que queréis estar perfectas y un día antes, un “bendito” día antes os miráis al espejo y… ¨Hola, que tal¨ un grano-espinilla os saluda desde el otro lado.
¿Que hacer? Si lo quitas casi que es peor…
Ley 4: El viaje sin retorno de tus favoritos
Vas a un hotel y en tu neceser están tus joyitas, porque oye, te van a ayudar a estar espectacular y así lo hacen, perooooo…
Cuando vuelves a casa y vuelves a colocar tus joyitas en su sitio… ¨Oh, dios mioooo¨ ¿Donde está la mejor de mis joyitas?
Pues probablemente en el citado hotel, y adiós, nunca más se supo.
Ley 5: Si puede, tu perro también se pinta los labios
Adoras a ese bicho peludo que te alegra los días. y precisamente porque le adoras, no le retuerces el pescuezo cuando le ves una mancha roja en el morrete y descubres que se está comiendo ese labial de MAC que tanto te pones y tanto te gusta.
Ley 6: …y se intenta alisar el pelo
Pese a que se ha comido el labial sigues adorándole, tu amor por el sigue en sus niveles máximos, pero cuando entras al baño y ves el cable de tu GHD destrozado.
Entonces, en ese justo momento ves bajar el nivel de amor y ponerse la rayita roja (imaginaros a un sim), roja intensa y arggg (eres tú la que le ladra a él)
Tienes que agarrarte a la puerta para no salir corriendo y decirle cuatro, o cuarenta cosas.
Esto de momento a mi no me ha pasado pero hace dos semanas una amiga me llamo llorando contándomelo.
Ley 7: Quien dice una tostada, dice un perfume
Y que me decís de ese momento, ese momento en el que te estás poniendo tu perfume favorito, y sin saber ni cómo se te cae de las manos y zas, ¡se rompe!
¿Pero cómo se rompe? Si tienen ese vidrio taaaan gordo.¿Como es posible?
Pues pasa, a mí me pasó con mi adorada Dolce&Gabanna y encima en el baño de un restaurante.
Salí medio llorando, pero eso sí, con los zapatos más perfumados del mundo.
Ley 8: La belleza no es lo que parece
Llega el día de esa boda importante, esa para la que llevas meses preparando tu look, tienes el vestido perfecto, los zapatos perfectos… Solo falta el maquillaje y el peinado, que por supuesto en tu mente van a ser también perfectos.
En la peluquería lo ves bien, ¡te ves guapetona!
Posas feliz para las fotos y cuando un mes después te enseñan el álbum dices… ¿Quién es el oso panda que lleva puesto mi vestido?
¡Eres tú, amiga!
Sí, en la peluquería con esa luz te veías bien, pero las cámaras de fotos son muy indiscretas y ese corrector que la ¨maquilladora¨ te ha puesto en cantidades industriales sale a la luz.
Esto me paso hace tres años.
Pues hasta aquí mi ley de Murphy de la belleza, seguro que dentro de tres meses tengo alguna historia más que contaros, ahora quiero oír las vuestras.
¡Por lo menos nos reiremos!