La controvertida Ley del Aborto del Partido Popular está a punto de retirarse y no pasará por el Congreso de los Diputados. Por lo menos es lo que se desprende de las últimas noticias aparecidas y el incendio que ha provocado entre las filas del Gobierno. Se trata de un serio problema para el partido en el poder, ya que ha puesto en pie de guerra a las líneas más conservadores -entiéndase con esto retrógradas, intolerantes y fascistas- de la sociedad española, encabezados -cómo no- por los Obispos, que no han esperado a que se confirme la noticia para comenzar a vomitar sus peroratas morales por esa cloaca a la que llaman boca.
El primero que ha salido a la palestra es el portavoz de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, que ha tenido el cinismo de decir lo siguiente:
Los compromisos electorales están para cumplirlos para orientación de los votantes.
Y se ha quedado más ancho que largo, aunque esto último no es difícil, dado que parece bien alimentado. Que yo sepa, cuando el Partido Popular accedió al poder y comenzó a incumplir, una tras otra, todas sus promesas electorares, ningún Obispo salío a defender a sus feligreses ante tamaña tomadura de pelo. El PP prometió no subir los impuestos y los subió, prometió que no habría rescate a la banca y lo hubo, prometió no recortar en Educación ni Sanidad y recortó tanto que ahora ni tenemos Educación ni Sanidad.
Y los Obispos callados cual mujer de moral desviada. Ni el insigne Rouco Varela tuvo a bien salir de su palacio a reprochar a nuestros gobernantes su falta de palabra. Quién sabe, igual estaría ocupado en tareas más terrenales. Pero vamos con otra de las tonterías que ha dicho el portavoz.
Miraba con benevolencia al ser más inocente que hay que defender y conciliar con los derechos de la madre, que es el del no nacido.
¡Vaya!, una lágrima resbala por mi mejilla ante esta frase tan extremadamente sensible. A estos sujetos les da igual si el feto sufre una malformación, si el bebé morirá irremisiblemente a causa de esto o si, simplemente, la madre no quiere o no puede hacerse cargo del niño. ¿Dónde se halla su piedad y tolerancia?. Si una madre no puede mantener a un bebé, dotarle de una educación y una vida digna, lo más justo es no obligarla a pasar por el trance, ya que bastante doloroso para una madre es tener que renunciar a eso, a ser madre. No es un capricho, es pura supervivencia. Pero claro, los Obispos no tienen ese problema, viven mejor que bien, no dan explicaciones, van en coche con chófer, viajan, comen buenas longanizas y se les ve sanos y lustrosos. Tanto que les sobra energía para decir tantas gilipolleces como les venga en gana. Siempre he pensado que, cuando no existía el aborto y nacían niños con evidentes déficits, tanto físicos como intelectuales, era la razón principal de que tuviéramos tantos Obispos. Sigamos con el sujeto este.
Si hoy cuesta sacar adelante una ley que tutele un poco más la defensa de la vida humana desde el momento de la concepción es que algo está pasando y tenemos un déficit de humanidad en la sociedad.
Es lo que faltaba, la Iglesia hablando de déficit de humanidad. La Institución más sanguinaria, retrógrada, machista y xenófoba de la historia se permite el lujo de dar lecciones sobre humanidad y derecho a la vida. Para comer cerillas. Ellos, que inventaron la Inquisición Española, a la que se atribuyen millones de asesinatos. Ellos, que fueron los primeros en reconocer al Régimen de Franco y se pusieron descaradamente de su lado. Ellos, que siempre han ido de la mano de los dictadores más sangrientos de la historia nos dicen ahora que tenemos un déficit de humanidad. Lo que tenemos es un superávit de paciencia con estos impresentables. Y seguimos con los exabruptos:
La Iglesia está llamada a hacer su examen de trabajar por ayudar a la mujer y a la vida del ser concebido y no nacido dentro de ese marco general de propuesta de servicio que nos pide el Evangelio.
Hemos llegado al Evangelio. Supongo que éste también les llama a ponerse como focas malayas comiendo, bebiendo y pecando de gula. También les llama a vivir con lujo, no pagar impuestos, olvidarse de los pobres, ir bajo palio, llevar escolta, tener su propia radio y televisión y un largo etcétera de actividades que NO VIENEN EN EL EVANGELIO. Solo hay que recordar un pequeño detalle: Jesucristo jamás fundó o inauguró una iglesia ni templo alguno, iba en burro, era austero, tolerante, no ofendía a nadie, estaba delgado y además, como era negro o mestizo, no padecía de xenofobia. Pero sigamos, que ahora viene lo bueno, a colación de la baja natalidad en España y los problemas que tiene la Iglesia para captar nuevos adeptos:
El Señor nos hará nuevos operarios que vengan a trabajar en la Iglesia en esta época que nos ha tocado vivir. Confío mucho en la generosidad de los jóvenes.
¡Toma ya!. Nuevos operarios... ahí queda eso. Y jóvenes. Si algo ha agradado a los Obispos y demás ganado eclesiástico han sido los jóvenes y cuanto más, mejor. Y apela a su generosidad. Pues con el ejemplo que dan ustedes, me temo que muy generosos no van a ser. Encima hay que compadecer a este hatajo de aprovechados de la vida porque no les hacemos ni puñetero caso. Nada, nada, vayan ustedes a rezar, que Dios proveerá. Y, eso sí, si puede ser, estén calladitos una temporada más bien larga.