Hacia 1076 el pueblo que habitaba la entonces musulmana ciudad de Toledo se entregaba a fastos para celebrar la victoria de su rey Al-Mamún sobre el monarca sevillano, Al-Motamid. Numerosos son los walíes, alcaides y jeques que han llegado al Palacio del Rey a presentar sus homenajes…
Tras varios días de ágapes y danzas cesan todas las músicas, se apagan las antorchas encendidas en el interior del estanque por capricho real para que al caer el agua pareciera lluvia multicolor y algo maravilloso.
Mientras, el jardinero mayor pasea solitario, terriblemente preocupado por la predicción realizada por un sabio anciano horas antes…
Aquella tarde había ido el cuidador del jardín real a visitar al sabio astrólogo que tiene su morada en la margen izquierda del Tajo. Por medio del astrolabio y otras mágicas recetas leyó el futuro:
“El regio huésped tornará para apoderarse de la joya cuyos encantos conoce gracias a la liberalidad de tu señor”
El jardinero conocía el dictamen de los más sabios guerreros de la ciudad, que aseguraban que sería preciso de hasta siete años de asedio para conquistar Toledo. No creía que tal afirmación fuera posible, pero el mago, utilizando arcaicas fórmulas mostró al jardinero cómo el vaticinio se cumpliría pocos años después:
“Yo, que aprendí de la misteriosa ciencia de los faquires en las intrincadas selvas de la India, auguro que la clepsidra del jardín real no correrá diez primaveras bajo el poder muslímico”
No quiso escuchar más. Puso algo de dinero en las manos del mago y huyó de su casa, atemorizado.
El jardinero se sentó a observar la maravilla construida en aquel estanque. Percibió el movimiento de la clepsidra, indicando que la luna llegaba en aquél preciso instante al plenilunio.
A la mañana siguiente los sirvientes de palacio encontraron flotando el cuerpo del jardinero mayor. El monarca pudo observar algún tiempo después admirado las rojas flores nacidas misteriosamente junto al sitio donde se ahogó el prefecto…
Han pasado ocho años. Alfonso VI entra en Toledo y saboreando su costosa victoria acude presto al lugar donde estuvo alojado gratamente años antes acogido por Al-Mamún. Busca la maravilla que conoció, el reloj de agua que permitía saber el tiempo durante la noche. Cual fue su sorpresa al descubrir que una gran planta roja bloqueaba el curso del agua que alimentaba la clepsidra, impidiendo el normal transcurso del tiempo de la misma, hecho que, no había evitado la trágica caída de Toledo en manos cristianas.
Nota: la "clepsidra" se situaba en el paraje hoy conocido como "Palacio de Galiana", en la Huerta del Rey. Leyenda Relacionada: El Palacio de Galiana y Alfonso VI.
Revista Historia
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