Cuando pensamos hoy en día en la París Roubaix rápidamente acude a nuestra cabeza un sobrenombre: el Infierno del Norte. Tramos y tramos de pavés por los cuales los corredores avanzan a velocidades de vértigo mientras sus rostros y sus máquinas se van cubriendo de barro o polvo, dependiendo del tiempo que haga. Pero, en realidad, no fue siempre así.
El gran Peter Post
Efectivamente las primeras ediciones de París Roubaix, una carrera con más de cien años de antigüedad ya que data de 1896, no tuvieron ese componente distintivito. Sí, es cierto que siempre fueron por tramos agrícolas adoquinados, tan característicos del norte francés. Pero lo cierto es que a principios del siglo XX todas las carreras transcurrían por ese tipo de superficies, porque eran las existentes. Así que la primera parte de la leyenda de Paris Roubaix no se escribe en base a los adoquines, aunque parezca herejía el decirlo.
Easy AdSense by UnrealEl sobrenombre del Infierno del Norte tampoco tiene nada que ver con el pavés, sino con otra superficie sobre la que había agujeros aun más grandes…las carreteras inmediatamente posteriores a la Primera Guerra Mundial. Efectivamente la zona noreste de Francia contempló un índice enorme de batallas sangrientas y muy largas durante la primera Guerra Mundial (Verdún es un buen ejemplo de ello) y fue objeto de todo tipo de bombardeos y excavaciones de trincheras. De esta forma, al acabar la contienda y reanudarse el fulgor competitivo en Paris Roubaix los participantes debían de transitar por carreteras llenas de agujeros hechos por obuses, o con partes hundidas por la cercanía de trincheras abandonadas. Fue en esos momentos en los que se acuñó la definición de El Infierno del Norte para referirse a esta carrera. Curiosamente en aquella época los tramos que mejor estado presentaban eran los de pavés, pequeñas carreteras rústicas que no habían sido objeto de atención militar y que apenas habían sufrido daños.
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