Revista Opinión

Leyenda de un alma perdida

Publicado el 15 enero 2020 por Carlosgu82

Quiero morir; es un deseo generalizado, una razón de ser, la existencia misma. Lo mágico de vivir radica en morir, en la posibilidad siniestras de que todo termine en el momento menos esperado. Yo, quiero morir. Pero, no ha pasado. Sigo deambulando un mundo que desconozco a plenitud. Sin más remedio que observar. Pero el conocimiento duele.

Ayer vi, en el acto más atroz, como un padre violó a su hija. Luego, el se suicidó. Ahora ella no sabe qué hacer, comparte mi sentimiento y quiere morir. Ella quiere morir por dolor, por miedo, tal vez por odio. Yo sólo quiero morir. Sin una secuela de hechos, sin precedentes, sin objetivos, ni sueños. No creo alguien comprenda, o tal vez muchos lo hagan.

Pasa el tiempo. Tiempo. Una medición absurda de algo que no puedes modificar. Mucha gente quiere tiempo. ¿cuánto tiempo necesita una vida?; nadie sabe lo que quiere, pero si lo que les depara la vida: la muerte. No compartes el tiempo, no regales el tiempo, el tiempo no existe. Es una medición fantasiosa, partida de una constate: la luz del sol. Pero si no sale el sol, ¿cómo calculas el tiempo?. Pierde su esencia. No hay tiempo.

Estas vivo mientras necesites, mientras el mundo te necesite, mientras la vida te necesite. Al ser inútil, mueres. Nadie cambia eso. Todos morimos. Pero yo quiero morir. No me importa no tener tiempo. No me importa. Quiero morir. Sin antesalas, sin lágrimas, sin dolor. Un descenso tranquilo. Si fuera posible. Si tan sólo escogiéramos el fin de nuestros días. Pero no. Somos almas perdidas. Esencias insatisfechas. Deambulando por el mundo esperando la muerte, fingiendo eternidad, deseando tiempo.

Otro acto atroz, una madre mató a su hijo. Su destino no era morir, porque no había vivido. No matas lo no vivo. Pero ella detuvo su vida, esa pre vida, antes de estar vivo. ¿qué es vivir? Deambular para esperar la muerte. Amamos deambular fingiendo importancia, creyéndonos dueños del mundo, de la vida, del tiempo. Pero no tenemos nada, sólo estamos deambulando en espera de la muerte.

Vives porque haces; porque eres feliz; porque sientes. Mueres cuando todo eso termina. Pero ¿qué haces?, ¿eres feliz?, ¿Qué sientes?; deambulas, deseando hacer más de lo que haces, ser más feliz de lo que eres, sentir más de lo que sientes. No lo logras, sientes miedo. Se acaba el tiempo. Se acerca la muerte. No quieres morir y mueres. Yo quiero morir. Pero ya vendrá mi tiempo.

Mientras tanto, juego a vivir, a sentir, a hacer, a ser feliz; hago lo que todos hacen, siento como se me ha dicho debe sentirse, ¿soy feliz?; como se mide. Supongo la felicidad es como el tiempo, está ahí y jugamos a manejarla, pero no podemos adueñarnos de ella, ella pasa y muchas veces se nos olvida que pasa. Creemos que somos felices. Se acaba la felicidad. Se acaba el tiempo. Se acaba la vida. Se acerca la muerte.

En este juego llamado vida, he vivido, trabaje para hacer, me enamoré para sentir, creí ser feliz; pero no sé qué es ser feliz. No importa. Al final deambulo en la vida. Observando. Vi un acto de amor. Aparente amor. Un beso. El inicio de una relación, palabras dulces, palabras amenas, emociones miles. ¿Eran felices? Al tiempo el quiso ser más feliz. Buscó otro beso, otra boca, otro inicio. Dijo que con ella no era feliz, que merecía ser feliz, que buscaría quien lo hiciera feliz.

Una madre besa a su hijo en la frente. Le dice lo ama. Pasa el tiempo; el depende de ella, la ama. Son felices. Ella envejece, el madura, ella quiere ser atendida, él la ignora; el merece ser feliz, no puede amarrar su vida. Ella enferma, él pide a Dios  más tiempo. No quiere perderla, dice que no será feliz sin ella. Pero ella muere. Es la vida, la muerte. El llora. Pasan los años, los demás dicen que debe ser feliz. Él se casa, en las fechas de la muerte de su madre llora. Vive su vida igual. Se acerca su propia muerte, se acuerda de su madre. Pide tiempo, pero igual muere.

No pasa nada. Al cabo de 100 años, nadie lo recuerda. No hizo nada para ser recordado. Vivió, deambuló.

Un hombre, lleno de valentía, hizo su vida a razón de una esperanza. Libertó. Murió. La gente lo recuerda. El mundo no quiere olvidar. Si tan sólo hubiese tenido más tiempo. Pero vivió mientras fue útil. Al enfermar, no podía hacer, no podía sentir, no podía ser feliz, era inútil. Murió.

Nací, estoy aquí, deambulando. Haciendo, sintiendo ¿siendo feliz?; pero quiero morir. Es malo eso. Es inevitable. Tengo tiempo para vivir, disfruta la vida es el mandato general. Pero yo sólo quiero morir. Porque he hecho, he sentido y realmente no sé qué es ser feliz. Nadie sabe. Esquivan la pregunta, fingen tener tiempo, creen en la inmortalidad. Pero morimos. Debemos morir. Queremos morir.

No se hace nada que no se piense como necesario en la vida, pues se acerca la muerte. Queremos tiempo. Somos tiempo. Un tiempo limitado, observantes, deambuladores, caminantes hacia la muerte. Vivir para morir es la fórmula del ser. Debemos morir. Queremos morir. Nos toca morir.

No es fácil aceptarlo, te asfixias al pensarlo. Pero igual, caminas hacia la muerte. Para unos pronto, para otros luego, para todos muerte. No es problema vivir, tampoco morir. Observamos, hacemos, sentimos, ¿somos felices?, simplemente vivimos.


Volver a la Portada de Logo Paperblog