Revista Cultura y Ocio

Leyendas relacionadas con la Cueva de Hércules (y III)

Por Pablet
Resultado de imagen de Cueva de Hércules ¿Qué explicación tenía la leyenda de la profecía de don Rodrigo que desde el siglo VIII había sido recogida por tantos autores?
Juan Menéndez Pidal nos ofrecía la siguiente:
«Custodiada con tradicional veneración por los sacerdotes y magnates de la Corte visigoda, hubo en Toledo cierta basflica donde en un arca preciosa se guardaban los Santos Evangelios sobre que prestaban juramento los reyes. y donde después de su muerte se colgaban sus coronas. Esta ixlesia, que estaba alIado del Palacio real y que parece haber sido panteón de los reyes, sólo se abría al ocurrir la muerte de cada soberano, sin duda para sepultarle y otorgar allí los debidos juramentos el sucesor.»
(Cuando en medio de la guerra civil, Rodrigo se coronó en Toledo, hubo de preocuparle la intervención de Muza solicitada por los witizanos y la sublevación de los vascones; yfalto de recursos para la guerra, acaso pensó en alguna de las riquezas acumuladas por sus antecesores en el tesoro de la regf::! hasilica, quizá intentó obtener aquéllos mediante el arca preciosa que contenía los Libros Santos.
Ora porque los obispos considerasen audaz sacrilegio poner mano en el sagrado tesoro, ó por razones de otra índole, instaron al Monarca á que lo respetase imitando el ejemplo de los soberanos anteriores.
Los adversarios de Rodrigo vieron ocasión de emplear en contra de él su temerario propósito, divulgándolo entre la muchedumbre: no era la primera vez que el pueblo se ,amotinaba en Toledo por conservar aquella joya nacional, asaltando el bagaje de los francos que la llevaban á su Rey como precio de una corona. L
a popular efervescencia puso temor en el ánimo de Rodrigo, que desistió de su empeño, y halló por otra parte medios para salir del apuro en la oferta de sumas cuantiosas que le hicieron los nobles y la clerecía.» 
«(No ha podido averiguarse en qué iglesia de Toledo se guardaban el arca y las coronas reales, ó lo que es lo mismo, cuál fué el palacio maravilloso de la leyenda. Cu}'a clausura forzó don Rodrigo.» {(Unas crónicas musulmanas dicen que Tárik ben Zaiyad, al expugnar Toledo, encontró la mesa y las coronas en la "Casa de los Reyes"; otras aseguran que las halló "en la iglesia", y aún añade algún cronista que fue en la "Iglesia Ma.vor". 

Lo que se sabe por Aben Habib es que la iglesia, ó palacio encantado estuvo aneja al palacio de los reyes godos; y una vez en tal camino, pareció seguro qlJe aquél, con el nombre romano de "pretorio ", fuese el ed~ficado por Wamba, y la basílica adjunta la de San Pedro y San Pablo, llamada "pretoriense" en las actas de algunos concilios nacionales. »
Al llegar el siglo XVI, según contaba Salazar de Mcndoza y otros autores, se despertó en el cardenal Silíceo la curiosidad por saber qué había de verdad y qué de leyenda en la Cueva de Hércules -ya identificada con la existente bajo la iglesia de San Ginés-, por lo que organizó una exploración a la misma, con el siguiente resultado:
«El año mil y quinientos y qua renta y seis, la quiso reconocer el Cardenal don loan Martinez. Siliceo, y para este efecto la mando limpiar y prevenir. Entraron por ella algunos homhres con lanternas y cuerdas, que yvan dexando para la buelta, y con provisión de comida y bevida. Hallaron/a muy fresca y humida, por ser verano, }' aviendo entrado por la mañana, salieron al anochecer.
Declararon con juramento, que aviendo caminado como media legua entre Levante y Setentrion, aunque a ellos les paree'io que quatro leguas, por el trabajo con que yvan, toparon unas estatuas, a su parecer de bronce, sobre una ara, y que cayó una de ellas con ru:rdo que los espantó. Pasando adelante toparon con un golpe de agua, que no pudieron atravesar, por no tener recado para ello, y causoles mucho miedo por la júerra con que corría. Desde allí se bolvieron, penetrados de el fria, y de la humidad, y enfermaron, y murieron quasi todos.»'1l (fig. 7.5). 
De nada sirvió, pues, el reconocimiento de la Cueva, sino para que este mito cobrase mayor importancia entre la población toledana. Según Ramón Menéndez Pidal,
«en esta segunda mitad del siglo XVI la leyenda de Rodrigo toma multitud de formas y se altera mu}' variamente. Ni siquiera en el terreno de la historiogrqfía alcanza la fijeza o estabilidad que podría esperarse del estudio erudito de las fuentes autoriz.adas, estudio entonces muy proRresado. Al contrario, la historia del rey godofué moldeada en/armas muy divergentes, y cada una, por parecer verdadera, tuvo resonancia y dijúsión.»11 
La leyenda de don Rodrigo y la Cueva de Hércules no sólo se extendió a través de cronistas e historiadores, también lo hizo por medio del romancero, y corno ejemplo se reproducen cuatro antiguos poemas basados en ella. El primero fue incluido en 1880 por Eugenio de 01avarría y Huarle -militar y profesor de la Academia de Infantería- en una de sus obras, junto con las leyendas de El palacio encantado y La cueva de Hércules 12.
 Procedía este romance de una compilación hecha por don Agustín Durán, perteneciente -según éste- a la primera época de la poesía castellana; también había sido reproducido por Amador de los Ríos en 1845, aunque con algunos cambios y menor extensión, así como por Martín Gamero, con la aclaración de que estaba tomado de la Rosa española de Timoneda; Ramón Menéndez Pidal 10 clasificaba entre los «Romances juglarescos» compuestos hacia 1480-1550: 
«Don Rodrigo, rey de España, por la su corona honrar un torneo en Toledo ha mandado pregonar, sesenta mil caballeros en él se han ido a juntar. Bastecido el gran torneo, queriéndole comenzar vino gente de Toledo por le haber de suplicar que á la antigua casa de Hércules quisiese un candado echar corno sus antepasados lo solian costumbrar.
El rey no puso el candado, mas todos los fué a quebrar, pensando que gran tesoro Hércules debia dejar. Entrando dentro en la casa nada otro fuera hallar si no letras que decian: "Rey has sido por tu mal, que el rey que esta casa abriese á España tiene quemar".
Un cofre de gran riqueza hallaron dentro un pilar, dentro dél nuevas banderas con figuras de espantar; alárabes de caballo sin poderse menear, con e:-.padas á los cuellos,ballestas de bien tirar. Don Rodrigo pavoroso no curó de más mirar.
Vino un águila del cielo, la casa fuera quemar. Luego envia mucha gente para Africa conquistar: veinticuatro mil caballeros dio al conde don Julián, y pasándolos el conde corria fortuna en la mar; perdió doscientos navios, cien galeras de remar y toda la gente suya sino cuatro mil no más.» 
Continuemos con la evolución de la leyenda. El historiador toledano Alcocer (1554) convirtió definitivamente la casa o palacio en cueva, relacionándola con un tal Fcrecio, segundo fundador de la ciudad de Toledo, tras Hércules, y a partir de entonces la Cueva quedó vinculada para siempre al nombre de este personaje mitológico:
«y siendo este Faecio muy grande Astrologo y Nigromantico, antes de comenrar la ed!ficacioll desta dbdad: miro la constellacion y ayunwmielllo de las estrellas, donde diz.,en que hallo, que aqui seria una grande y populosa cihdad, de mlJ.V prmpera, y hienaventurada jórtuna f. .. } Algul10s diz.en que andando poco despues este Ferecio mirando particularmente el sitio desta montaña que hallo casi en lo mas alto del, una honda y e:::,pantahle cueva: dentro de la qual dizen, que hallo una sierpe. o dragon, que él con su gran saber amanso y domestico.
Y eSfando Ferecio muy alegre por aver hallado ta,l assiento de lugar, adonde podia estar tan segum: comen<,-"o a entender en la edificacion y poblaóon del: adonde vinieron poco despues a poblar muchos de los comarcanos, assi por ver a FERECJO, como por aprender del diversas ciencias que el sabia: muchos de los quales se quedamn por esta causa con el. Y )·iendoles Ferecio dociles y indinados a religion: dizen, que les enserIO a haza sacr{ficios a los Dioses: mayormente a Hercules, a quien los Griegos honravan entonces, como a Dios: al qual dedico aquella cueva que avemos dicho: y viendo el credito y auturidad, que todos le da van, porque le fuessen mas su~iect(}s y obedientes; dizen, que les hizo creer, que aquelLa sierpe le avia enhiado Hercules, para que por ella supiesse las cosas por venir.
Y assi con estas y con otras fabulosas y ridjculas invenciones: dizen, que quiso Ferecio ala manera de Numa Pompifio subjectar esta brava,feroz. y indomita gente, y tan grandes fueron los embaymientos, engaños y supersticioJ1,es, que sobre este mentirosofengimiento despues se levantaron, que nunca aquella cueva padio el nombre de cueva de Hercules, como le tiene oy. Puesto que despues que esta cibdad vino ({ poder de los Godos: mayormente despues que fl,teron Christianos. procuraron como catholicos de eradicar)' deshazer esta memoria, y quitar las supersticiones, que en esta cueva se hazia. Mas como no las pudiessen del todo quitar, cerraron la puerta con fuertes cerraduras, que el rey don Rodrigo mando despues quebrantar, creyendo que avia dentro grandes thesoros: como despues diremos»).
 «Deste rey (D. Rodrigo) escriven nuestros Cronistas, que hizo abrir aquella cueva de Hercules, que diximos al principio, que estava en esta ciudad: a quienes otros llaman Palacio, pensando (segun las grandes y fuertes cerraduras, que tenia) que avla dentro deUa grandes thesoros, mas entrado en ella, ninguna otra cosa hallaron, sino una arca cerrada: dentro de la que esta va un lienzo pintado con muchas figuras de hombres vestidos ala morisca, con señas y pendones en las manos, ala manera que los usa van entonces los Alarabes, y ala redonda de este lienro avia letras que dezian; que al tiempo que aquel paño fuesse visto gentes de aquel trage y hechura, que en él esta van, entrarian en las Españas, y se enseñorarian deltas: las qua/es cosas vistas por el rey fue muy alterado, y mando coger el paño, y tornarle al lugar, donde antes estava, defendiendo a los que con él entraron, que a ninguno dixessen lo que alli vieron. Y puesto que si este lief1(;o fue hallado en esta cueva (como nuestros Cronistas escriben) no fue puesto alli por Hercules, ni por otro Nigronumtico: como algunos dizen, pues solo Dios sabe las cosas por venir, y aquellos, aquien él es servido de revelarlas: hien pudo ser que por esta misma razonfuesse puesto alli por alguna sancta persona, aquien fue nuestro señor sefIJido de revelar.» 
Pocos años después, Hurtado de Mendoza (1576) fijaba ya una situación exacta a la Cueva de Hércules al describir la iglesia de San Ginés:
«Luego subimos a la mayor y mas anügua pohlacion de Toledo, donde esta la parrochia de San Ginés, cuya .vglesia es edUicada de un anctiguo .v pequeño tenpto lleno de pi/ares de la trara de la hermyta de la Cruz [hoy llamada del Cristo de la Luz], y es tan pequeña yglesia que sola una capilla que tiene hecha de un palacio es mayor que toda ella, debaxo desta yglesia enpieza la cueva que /laman de Hercules, tan celebrada en las historias antiguas de España e tan estupenda que por no poder sus ciudadanos dar de su viaje noticia le hecharon a una pared e muro que a cinquenta pasos la cerrase, la qual mandó rronper, abrir y !inpiar en parte el cardenal Silicio, e con hachas entro en ella, mas dexo el comenzado deseo a causa que halló mucho ynpedimento de tierra y basura e hajas argamasas para poder pasar adelante, creese segund opinion el hulgo que pasa debqjo del rrio Tajo hasta Sevilla, de la qual no ay otro testimonio sino el yncierto e ynfinito camino que tiene e no auer parescido mas algunas personas que temerariamente an entrado. »17
Uno de los historiadores que más influyeron durante el siglo XVI en la difusión de la leyenda fue Julián del Castillo, quien en 1582 daba otra versión de ésta, repitiendo todos los errores de Ambrosio de Morales, y convirtiendo la cueva en torre encantada que desaparecía envuelta en llamas:
«y reynando en ella don Rodrigo, despues de coronado Rey, y parecerle que le tenia seguro, dio luego muestras de malo y vicioso, como el Re.v Betisa, a quien el avia sacado los ojos. Yen la ciudad de Toledo, que dizen fue poblada año de la creacion del mundo, quatro mil y ciento y treze, por Tolemon y Bruto, Capitanes Romanos, de quien tomo el nombre: avla una torre encantada, que mucho antes de su pohlacion, diz en algunos, fundo alli Hercules el grande )' primero, o segun otros, Hercules Alcides, Griego Thebano, que devio ser lo mas cierto, como della adelante se vera: la qual torre, siempre estava cerrada con muchas cerraduras: porque era/ama comun, que el Rey que la abriese perderla a España: y por huyr tal peligro, no solo no la abrian, mas cada Rey que sucedia, acrecentaba a/li un candado: y el Rey don Rodrigo, no haziendo caso de la fama y peligro de perder a España, antes creyendo avla en ella algun gran thesoro, quehro las cerraduras y la abrio, y hallo la obra de dentro de la torre, muy hermosa de alabastro y otras piedras: .v en medio deltas un hermoso pilar, y una arca arrimada a el: )' en el pilar, unas letras grieRas, por do se entiende ser el encantamiento de Hercules el Griego Alcides Thebano: y daian las letras bueltas en nuestra lengua, Quien esta arca abriere, maravillas hallara: y abriola el Rey don Rodrigo, con gran codicia)' deseo, y hallo dentro &!lla, un lienro cogido entre dos tablas, y descogiole: y parecieron en el pintadas muchasfiguras de hombres a ca vallo, de vista y gestos fieros espantables, vestidos de muchas colores, y tocados a la manera que andan los Alarabes, con espadas)' ballestas en las manos: y vanderas y pendones airados de diversas invenciones y pinturas: }' encima de las pinturas, avia otras letras griegas, que bueltas en nuestra lengua dedan: Quien este lien~~o estendiese, po-dera las España.\·, y ganar las han tales gentes como en el estan pintadas. Lo qual visto}' entendido por el Rey don Rodrigo, pesole mucho, y mando coger ellien(,-'o, y ('errar la torre, y que nadie dixese lo que avian visto: y salidos de la torre, a vista suya del Rey don Rodrigo, y todos los que con el esta van, de parte del Cielo, haxo una Aguda, con un tizon defuego en el pico, y le puso al pie de la torre; y aleando fuertemente con sus alas, encendio la torre en vivas llamas, y se quemo al pronto, sin quedar señal della, mas de las cenü:as: y luego se levanto un gran viento, que las llevó por muchas partes de España, .v donde cayan, se convertian en sangre: y sucedio todo y la perdicion de E.';paña, como alli esta va pronosticado y pintado.»
En 1589 Miguel de Luna ofrecía una nueva versión. Según Ramón Menéndez Pidal, «la obra de éste es la primera de una serie de grandes imposturas en que se degradó la historiografía española, a partir de fines del siglo XVI».
En el relato de Luna todavía se mantenía la torre encantada, pero ya no se encontraba situada en Toledo sino a una milla de la ciudad, y edificada sobre una cueva en la que volvía a aparecer una estatua, y en la que se oía un pavoroso estruendo provocado por una corriente de agua, todo ello unido al temor a enfermar y morir si se penetraba en ella:

"QUE TRATA COMO EL REY DON RODRIGO ABRIO LA TORRE ENCANTADA EN LA CIUDAD DE TOLEDO, PENSANDO SACAR ALGUN TESORO, I COMO HALLO EN ELLA LOS PRONOSTlCOS DE LA PERDIDA DE ESPAÑA."
«El Rey don Rodrigo tuvo luego nueva de aquella tierra, como el Capitan Tarif Abeziet, i su enemigo e! Conde don IuUan se avian desembarcado con aquel exercito, i como avian hecho tantos males, i tan grandes estragos en toda aquella comarca, i que avian llevado muchos cautivos, dexando tambien la tierra talada i robada, se avian buelto a embarcar, de que no recibio poco enojo i nuevo cuydado, en ver la cruel guerra que se le apareja va, porque bien se trasluzia lo que podia acontecer de aquella venida del Tarif, porque el Conde don lulian era muy astuto i mañoso, i experto en el exercicio de la guerra, i sentia mucho que huviesse perdido por su culpa un hombre de tan grande importancia, i que le huviesse ganado la parte contraria, i tambien porque era enemigo de dentro de casa, como natural de España, i en ella nacido i criado, i como tal, sabia muy bien la tierra, i que tambien haria a su salvo las entradas que quisiesse, i que saldria con victoria, i junto con esto, sabia muy bien su possibilidad, i tambien sabia la poca fuerra de sus Reynos, respeto de aver mandado derribar por el suelo las fortalezas i castillos, i deshecho las armas; los soldados que podriajuntar, eran visoños, i sin ninguna experiencia en la guerra.
Con estos cuydados no sabia e! Rey don Rodrigo que hazerse, i para aver consejo, embió a llamar a un Arrobispo deudo suyo, llamado Tarifo; el qual venido, trató con e! en particular lo que con venia; i como se hallava con falta de dinero, que es lo mas necessario para sustentar la gente de guerra determinaron entre ellos de abrir la torre encantada, que esta va en aquella Ciudad de Toledo, pensando sacar della gran tesoro, la qual por ser digna de notar, no dexaré de contar por estenso lo que deLLa me contó este Arrobispo Tarifo, aviendose hecho del~bando de! Conde don lulian en nuestro campo, como persona que se halló presente quando la abrio el Rey don Rodrigo: la qual relacion me contó desta manera» (fig. 7.6):
 «A una milla de la Ciudad de Toledo a la parte Oriental, entre unos peñascos avia una torre antigua de sumptuoso edificio, aunque máltratada del tiempo, que todo lo consume; debaxo della a quatro estados estava una cueva con una boca de boveda bien angosta, y una puerta cavada en la viva peña, i assentada con su qf'orro de hierro muy fuerte, llena de cerraduras; sobre ella avia escritas (elras en lengua Griega, aunque cifradas, dudosas en el sen/ido de la lectura, que segun los sabios sentian del/as, dezia: El Rey que abriera esta cueva i pudiere descubrir las maravillas que tiene dentro, descubrirá hienes ¡males.
Esta torre pretendieron muchos Reyes saber su misterio, i aunque con mucho cuydado huscavan el remedio; i ahriendo esta puerta se levantaba dentro de la cueva tan grande estruendo, que parccia hundirse la tierra, i muchos de los presentes enfermavan del lemor grande que concebian, i otros perdian la vida, i por evitar inconvenientes tan grandes, teniendo por suerte encantamento lo que dentro avia, tornaban a cerrar la puerta con nuevas cerraduras, concluyendo, que aunque avia de ser Rey el que la avia de abril; aun 110 era llegado el tiempo conveniente hasta que el Rey don Rodrigo por su mala fortuna i desdichados hados abrio la torre, i aunque con temor. entrando dentro algunos animosos hombres que consigo llevava, aviendo entrado buen trecho, se bol-vieron huyendo muy pavoridos de una espantable vision que avtan descubierto; i el Rey muy enojado, mandó encender de nuevo muchas lumbres con artificio, de suerte que el ayre que de la cueva salia no la pudiesse matar; i entrando el Rey en la delantera de todos, i no sin miedo, poco a poco reconocieron una quadra muy hermosa, labrada al parecer de sumptuoso edificio, i en medio della esta va una estatua de bronze de muy fiera estatura, los pies puestos sobre un pilar de tres codos en alto, la qual tienta una ma~'a de armas en las manos, con la qual heria el suelo cruelmente, dando en el mu.rfiems golpes, moviendo el ayre causaba aquel estruendo.
Y el Rey mu)' temeroso ¡espantado, comenro a conjurar esta espantable vision, amonestandole que el le prometia de tornar a salir, sin hazer en su cueva ningan daño, salvo que queria gozar de ver lo que alli dentro tenia.
La estatua cesó de dar aquellos golpes, ¡el Re.v i los suyos algo sossegados, cobrando aliento, anduvieron por aquella quadra, i a la mano izquierda de la estatua en el lienro de la pared hallaron escritas letras que dedan: Rey desdichado, por tu mal has aqui entrado. Huelto a la mano derecha, hallaron otras letras, que dezian: Por extrañas naciones seras desposeydo, i tus gentes malamente castigados. En las espaldas de la estatua escritas otras letras que dezian: A Arabes invoco. Y en sus pechos otras que dezian: Mi oj7cio hago.
En la entrada de la quadra avÍa una haca redonda como sima, de donde salia un gmnde estruendo que parecia golpe rezio de agua. Y no hallando mas otra cosa alguna, tomando la memoria de aquella lectura, Í el Rey mu)' triste Í afligido, no hu vieron bien buelto las espaldas, quando la estatua bolvio a dar sus acostumbrados golpes: i poniendo silencio sobre lo que avia visto, bolvieron a cerrar la torre, i cegar la puerta de la cueva con mucha tierra, para que de un prodigio ¡mal aguero como este, no quedasse memoria alguna en el mundo.
 Y a la media noche siguiente oyeron hazia aquella parte grandes vozes i alaridos, que parecla genero de batalla: i estremeciendose toda aquella tierra con un bravo estruendo, se hundio todo el edificio de la vieja torre, de lo qual fueron todos muy ejpantados, pareciendo/es como un sueño lo que avian visto.» «Salido el Re}' desta torre, luego mandó ajuntar hombres sabios, para determinar con certidumbre lo que significa van aquellas letras; i aviendo COJ1!á;do i estudiado sobre ellas, vinieron a declarar, que aquella vision i estatua de bronze significava el tiempo; con el movimiento que hazia, sign{ficava su oficio escrito en los pechos, que jamas sosiega punto ni momento.
El epitafio en sus espaldas que dize: A Arahes invoco, sign~ficava, que andando el tiempo, España avia de ser conquistada de los Arabes. Las letras de la pared de la mano izquierda, dieron a entender la perdida del Re)' don Rodrigo.
Las de la mano dereelza, la mala calamidad que avia de venir por los Españoles, i Godos, l como el desdichado Rey avia de ser desposseydo de todos sus estados. Yfinalmente, {(O ¡etras de la portada significa van que avia de aver bienes para los conquistadores, i males para los conquistados, como despues la nperiencia mostró ser assi.»
No sólo los autores de los cronicones dieron pábulo a la inverosímil leyenda del palacio encantado del rey D. Rodrigo, lambién el Padre Mariana -basándose en Jiménez de Rada- la recogía a principios del siglo xvn en su,Historia general de España (160 1), aunque, eso sí, con cierlas reservas:
«Había en Toledo un palacio encantado, como lo cuenta el Arz,obispo Don Rodrigo, cerrado con gruesos cerrojos y fuertes candados para que nadie pudiese en él entrar, ca estaban persuadidos así el pueblo como /0.'1 principales que á la hora que fuese abierto, sería destruida Espwla.
Sospechó el Rey que esta voz era falsa para efecto de encuhrir los grandes tesoros que pusiéron allí los Reyes pasados. Demás desto movido por curiosidad, sin embargo que le ponían grandes temores, como sean las voluntades de los Reyes tan detenninadas en lo que una vez proponen, hizo quebrantar las cerraduras.
 Entró dentro: no halló algunos tesoros, solo un arca, y en ella un lienzo y en él pintados hombres de rostro y hábitos extraordinarios con un letrero en Latín que decía:
POR ESTA GENTE SERA EN BREVE DESTRUIDA ESPAÑA.
 Los trages y gestos parecían de Mo~ros: así los que presentes se halláron, quedámn persuadidos que aquel mal y daño vendría de Alrica; y 110 menos arrepentido el Re .. ", aunque tarde de haber sin propósito .v á grande riesgo escudriñado y sacado á luz mysterios encubiertos hasta entOf/ces con tanto cuidado.
Al¡.:unos tienen todo esto por fábula, por la invencion y patraña; nos ni /a aprobamos por verdadera, ni la desechamos como falsa: el/eetor podrá juzgar libremente, y seguir lo que le pareciere probable: no pareció pasalla en silencio por los muchos y muy graves autores que la relatan, bien que no todos de una manera.»
Respecto a las dudas del Padre Mariana sobre la credibilidad de la leyenda, el doctor don José Sabau y Blanco añadía la siguiente nota en la edición de 1818: 
«Todo lo que Mariana rejiere en este capítulo debe reputarse por fábula».
En este mismo siglo, Pisa (1605) volvía a situar la cueva en el mismo Toledo y la prolongaba fuera de ella, dándole como utilidad la de servir como túnel para escapar de la ciudad o socorrerla en caso de asedio: 
« De la cueva llamada de Hercules, que ay en esta Ciudad. Los que escriben y tienen por opinion, ser Toledo fundacion de Griegos, y en particular, los que dan su primera fundacion al famoso Hercules, alegan en su favor entre otras pruevas o conjecturas, la que resulta de la muy nombrada cueva, vulgarmente llamada del mesmo Hercules, que se ve en esta Ciudad, .v dizen aver sido por la Gentilidad dedicada antiquissimamente en su honor, a quien contavan y veneravan en el numero de los dioses, como avenIOS referido en los doS' capitulas antes deste.
Esta cueva (con otras algunas que ay en la Ciudad no tan famosas, ni tan ejpaciosas) se escrive averse hallado hecha natura/mente del hiato o abertura entre las mesmas peñas y sierra en que despuesfuefundada la Ciudad: ordenandolo asst Dios autor de la naturaleza, para recogimiento o refugio de las jleras del campo.
Conforme a lo que dixo David en el Psalmo, alabando a Dios de sus obras naturales, .v su providencia, la qual no falto aun a los animales brutos y./ieras del campo, dando a cada qual su morada conveniente: y criando los montes altos por guarida para los cien!os: .v cavernas entre las peñas, por moradas para los leones, en las qua/es se retiran.v esconden, y ponen en salvo, y biven de dia, de5pues que han buscado su mantenimiento en la quietud de las noches.
Esta pues, grande cueva que naturaleza produxo en estos cerros y sierras, no solo para el }ln que avernos dicho, sino tambien para que despues de labrada)' acabada, y perjlcionada con la industria de los homhres (picando la piedra .va cubriendola con boveda de ladrilIofuerte) sirviesse}' aprovechase para otro uso, que pudo ser para que si en algun tiempo acaeciese estar la Ciudad puesta en cerco o otro peligro, los de dentro delta tuviesen algun aviso, socorro, comunicadon, o correspondencia con los de fuera, teniendo la cueva, como dizen que tiene alguna boca fuera de la Ciudad.
 Y escriven que su sitio era cerca de lo mas alto del cerro en que la misma Ciudad se fundo: y no van fuera de razon los que dizen ser esta cueva la que se vee ay debajo de la Iglesia de San Cines, y de algunas casas alli cerca: porque este sitio es cerca de San Roman, donde es lo mas alto de la Ciudad. La cueva es larga y no se le ha visto el fin delta: en la entrada es mas ancha, y despues va mas angosta. No tiene solo un camino, antes se va repartiendo en ramos, y veredas, y caminos diversos a una parte y a otra. »
Por si todo lo escrito no fuera poco, en 1625 Salazar y de Mendoza quiso aportar su versión de la leyenda de la Cueva, que parecía haber visitado por los detalles que daba de ella, y que relacionaba con una cloaca, túnel de escape o refugio de cristianos o nigrománticos:
«Otros quieren fundase Toledo Hercules Dionysio f. . .]. En testimonio de su parecer trahe Avieno la cueva, que ay se llama de Hercules, en Toledo, en la Parroquia de San Gines, en el cuerpo de la yglesia, donde tiene la entrada. Favorece mucho la tradicion antigua, que lo afinna asi comunmente. Es la cueva de estraña grandeza, y la misma que dice el Ar¡:obispo don Rodrigo, mandó abrir el Rey Ruderico de los Godos. Dezir que esta va esta cueva a Levante una legua de Toledo, es fabula nuevamente impresa en Granada, por~ un Autor desaparecido a deshora.» 
«El mismo Hercules fundó a Gibraltar, que se llamó por el, Heraclea: y alli otra cueva que atraviesa una montaña. Otra le dio Strabon en Cadiz, que yva de parle a parte de la ciudad, con mucha agua. Pomponio Mela le dd otra en que los griegos llamaron Ampelusia, que viene a ser cerca de A.frica, en el cabo Tanger, y no falta quien diga, es el estrecho de Hercules, o Gibraltar. Haze notable la fabrica de esta de Toledo, la compostura de sus arcos }' pilares, y las piedras menudas bien labradas, con d~ferentes ordenes.»
«Los ingeniosos han discurrido sobre el intento de Hercules en edijicalla, y pareceles a algunos feria para dexar memoria de si, como dize Me/a lo hizo en la de Africa, que estuvo consagrada a el mismo.» «Otros quieren que jitese para habitacion suya, y de sus gentes, que (segun Plinio) hahitavan en cuevas.») «A muchos les parece Cloaca, para recoger las inmundicias que se puede hazer con facilidad, por estar Toledo en cuesta. Estas Cloacas (dize PUnio en su Historia natural) eran las mas principales fabricas de Roma, para su salud y limpieza f. . .]. El que tenía cuydado de ellas, era llamado Cloacario, y persona principal.
El mesmo oficio uva en Toledo, como nos lo enseña una piedra del tiempo de los Emperadores Cayo Aurelio, Valerio Diocleciano, y Maximiano Herculeo. Esta en una torre de la puente de Alcantara, en la parte alta que mira al Septentrion. Hazese mencion en ella de la diosa Cloacina, y de Masidio Longo, natural de Cordova.» «Otros sintieron que esta cueva sirvio a los Christian os de escondrijo, en tiempo de las persecuciones, para dezir Misa, confesarse, predicar y enterrarse, y para otros ministerios de su profesion.»
«Otra lectura es, que se recogian en esta cueva los nigromanticos a enseñar sua malas artes Magicas, y sacrificios de carne humana. De aqui pudo tener principio el llamar a estas supersticiones la arte Toledana.» «Otros quieren se aya lahrado esta cueva a proposito de salir por ella en tiempo que la ciudad estuviese cercada, o en otro aprieto.»
Tras narrar la ya citada exploración hecha en tiempos del cardenal Silíceo, Salazar añadía:
«Sexto Avieno dize, que havia agua en esta cueva. Yo tamblen me salgo de ella cansado de cansar, )' creyendó que no es legitima, ni necesaria la consequencia. Labró Hercules cueva en Toledo, luego fundó el la ciudad, pues pudiera estar ya fundada.) 
El conde de Mora (1654) no quiso ser menos que Salazar y aderezó la leyenda a su manera, diciendo. entre otras cosas, que la cueva se prolongaba, desde la iglesia de San Ginés, tres leguas fuera de Toledo hacia el camino de Añover: 
«Una de las cosas mas memorables que tiene, no solo la Imperial ciudad de Toledo, sino toda Espmla, y de las mas dignas de ser celebradas, es la Cueva de Hercules, de quien, ni los Autores Antiguos, ni los Modernos aun no han delineado la minima parte que se puede dezir de tan gran antigualla, quanto al descuido de los historiadores, que le han tenido muy culpable en las mas de las cosas insignes de esta Imperial Ciudad. Esto ha despertado nuestro deseo a estudiar en papeles, é historias manuscritas, algunas cosas insignes de esta Cueva, y nuestra pluma a escrivirlas en este lugar; porque esta historia se adorne con lo que se dixere della; y los curiosos gusten de leerlas».
«Está la Cueva de Hercules en esta Ciudad, casi en lo mas alto de ella, en la Iglesia de San Gines, y la puerta dentro de la misma Iglesia, y vá por debaxo de tierra por la Ciudad, hasta salir della mas de tres leguas: y no es creible, que en su principio fuesse tan grande; pues como se dirá adelante, para d!ferentes efectos, y usos, se fue dilatando.
La puerta que tenia en la Iglesia, se cerró por justas causas: Es rara su fabrica por la compostura de arcos, pilares, y piedras menudas, que tiene labradas, de que está adornada; y aunque han querido algunos curiosos dezir, que la labró Hercules, lo cierto es (como queda probado) y dize el Doctor Salazar de Mendoza en la historia del Cardenal D. Pedro Gonralez de Mendo(,'a, que Tubal, primero fundador de España, y de Toledo la labró; si bien Hercules la reedificó, y aumentó mucho, y del tomó el nombre, y los Romanos la engrandecieron, y perficionaron del todo»
. «No falta quien diga, y atribuya la obra desta Cueva a Hercules el Griego, pero como le atribuyen tantos hechos memorables, quitandolos injustamente al Egipcio, este es entre los de mas, si bien pudo aver parte en ella, pero no atribuirle sufundacion, y principio»

Tras los resultados obtenidos en la exploración de la Cueva efectuada en 1546, nadie se había atrevido a repetir la experiencia, hasta que ~n 1839 se decidió a hacerlo un grupo de toledanos. Quadrado y de la Fuente se refirieron a esta «aventura» que en la revista «La CruZ» del 19 de noviembre de 1885 había relatado su director, el Excmo. Sr. D. León Carbonero y Sol. cuyo padre había tomado parte en ella: 
«Los exploradores de IN39 descendieron allá poco antes de la demolición de la parroquia por donde estaba la entrada de la misteriosa caverna.
Los escombros allí amontonados cubrían casi por completo un arco de enormes piedras, que cerraba el paso de la caverna, pues introduciendo un palo se halló gran hueco.
Multitud de cadáveres y osamentas, escombros)' materiales allí amontonados acreditaban que por muchos siglos habían sido arrojados alU los cadáveres de lus pobres y los escombros de las restauraciones y de las obras.
Era preciso desinfectar aquel carnerario y desescombrarlo, y la curiosidad se apagó ante lus gastos. Al año siguiente se demolió la parroquia, y es posible que los escombros aumentados acabaran de cubrir el arco hallado en 1839. ,,"
FERNANDO ARANDA GUTIÉRREZ JESÚS CARROBLES SANTOSJOSÉ LUIS ISABEL SÁNCHEZ 
https://realacademiatoledo.es/wp-content/uploads/2015/09/acueducto.pdf
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