Revista Comunicación
La difusión de bulos, rumores y falsedades ha tomado una nueva dimensión en nuestros días, gracias sobre todo, a Facebook. Las redes sociales son una gran herramienta de comunicación, en la que cualquier información puede compartirse de manera rápida y sin problemas. Es fantástico poder llegar a tanta información de una manera tan inmediata y ofrecer a nuestros contactos un acceso directo a ella.
Por eso, hay que tener mucho cuidado en qué compartimos y como lo hacemos. La vida 1.0 estaba llena de cartas mecanografiadas que contaban bulos sin sentido, que todos creíamos a pies juntillas. La vida 2.0 tiene esas mismas fotocopias, pero multiplicadas por mil millones, gracias a esa velocidad de difusión.
Ayer mismo (pongamos enero de 2012) comenzó a circular por los muros de los usuarios de Facebook (supongo que también por los correos electrónicos, pero es una suposición, porque no tengo constancia) una carta de UGT, en la que se especifica, con membrete y sellos oficiales (o al menos, lo parecen) ciertos chanchullos que promueven en enchufismo y el oportunismo a la hora de contratar a amiguetes en cargos públicos.
Obviamente, no hemos nacido ayer y sabemos que esto es algo que está a la orden del día. En cualquier institución, sea nacional, regional o local, se producen estos amiguismos. Lo vemos a diario. Pero la difusión de una nota oficial de una institución de estas características, tan salvajemente irregular, canta.Se trata, claro, de un hoax. Como otros muchos que surgen a diario, donde se explican cosas explícitamente populistas, que llevan a los lectores a creer lo que explican, por el mero hecho de que es lo que el lector quiere leer. ¿Cómo identificar un hoax, un bulo en la red, o en el muro de un amigo que, de buena fe, lo distribuye?
Hay varias maneras. Primero, el tema. Suele ser populista, de acorde con una línea de pensamiento que está muy arraigada. La concesión de empleos a amiguetes, como es el caso, una anécdota, contada de manera casual que ponga en evidencia a determinado colectivo, una historia de valor inhumano por parte de una madre, un hecho histórico "oculto", la confirmación de una noticia que nadie sabe, el anuncio de un evento, bueno o malo, pero que no ha de ser conocido...
La segunda pista nos la dará la ausencia de un nombre comprobable. Será emitida por Pepito Pérez, o sea, un nombre muy común, o en muchos casos, por uno inexistente. Basta con poner en Google el nombre para hacerse una idea. Pueden haber perfiles en Facebook con el nombre, o incluso un blog. Pero al dedicarle unos minutos a comprobar la veracidad, nos daremos cuenta de que el perfil apenas tiene actividad, fotos muy generales o acaba de ser abierto y abandonado.Otra pista es la tremenda viralidad del mensaje. Es popular, y por eso se reparte por todos los muros. No hay que sentirse engañado por este tipo de mensajes. Están creados para eso, y nadie tiene tiempo para comprobar la veracidad del tema. Por eso funcionan. Porque, si nos paramos a leerlo con atención y a pensar un poco, salta la mentira inmediatamente. Se basan en la poca atención que prestamos al canal del mensaje y por eso funcionan.Hay que aplicar el sentido común para diferenciarlos de lo real. Nadie va a dar un dólar para salvar la vida a ese niño de la foto, que seguramente ha sido robada de un muro o de vaya usted a saber de donde. Esa madre enterrada bajo toneladas de escombros nunca ha podido escribir un mensaje de cariño a su hijo en Fukushima con el cuello roto, y nadie va a pagar la operación para arreglar la carita del otro bebé. No por estos medios.
Se apela a la buena voluntad para que esos mensajes circulen con velocidad y causen la máxima viralidad, pero la mayoría son falsos, y todos, absolutamente todos, hemos picado alguna vez. Y oye, a veces, ahí está la gracia.También es verdad que existen noticias, imágenes e historias que pueden parecerlo en un primer momento y encienden la luz de alarma en la cabeza, y terminan siendo reales. Como siempre, si de verdad interesa una noticia hasta el punto de querer compartirla, cuesta unos minutos comprobar su veracidad y confirmarla o deshecharla. Que a veces, la realidad puede ser también demasiado irreal como para creerla.
Un saludín[ACTUALIZACIÓN]
Respecto a la conocida historia del moro que acude al INEM, me he puesto en contacto con la persona que presuntamente firmaba esa historia, Luis Miguel Pérez Adán, director del Instituto Cartagenero de Investigaciones Históricas, y me ha confirmado que él nunca ha escrito semejante texto. Al parecer, le llegó por correo sin firma, y unos días después lo vio firmado por él mismo en varios foros, sin que haya podido detener el bulo. Otra vez, un hoax, un fake, se ha convertido en creíble, a base de compartirlo y repetirlo.
Lo verdaderamente triste es que haya sido compartido y propagado por informadores incapaces de cotejar la información y hacer una mínima comprobación. A mí, que no me las doy de mediático, me ha costado diez minutos desmentir la información. Un profesional, o uno que se las da de tal, debería hacerlo. Por deferencia a sus seguidores.
LOS COMENTARIOS (1)
publicado el 19 diciembre a las 07:02
También esta de moda poner nombres reales, como la chica del asesinato Victoria Soto. me parece patetico y un insulto para la familia de la victima.
publicado el 20 diciembre a las 00:31
" A mí, que no me las doy de mediático, me ha costado diez minutos desmentir la información. Un profesional, o uno que se las da de tal, debería hacerlo. Por deferencia a sus seguidores."