Liberen a Javier Duarte
Esta noche de sábado de Gloria, los mexicanos iremos a la cama con un sentido de satisfacción, en los principales diarios del país y redes sociales se está difundiendo la noticia que lo han atrapado en Guatemala y que se iniciarán los trámites para su extradición a México.
No, no soy de los mismos como pensarán al leer el encabezado de esta entrada y pedir que lo liberen. Al contrario, soy un ciudadano muy molesto con este pillo y con la mayoría de los gobernadores de los distintos Estados de nuestro México en los últimos 60 años.
Javier Duarte de Ochoa, más que la cárcel merece ir directo al infierno. Independientemente de lo que haya robado en moneda, sus abusos contra los que menos tienen en el Estado de Veracruz no tienen progenitora. Me aturde el caso de falsos tratamientos proporcionados por el Estado a pacientes con cáncer y la persecución y asesinatos a periodistas allí mismo.
Pero yo pediría que lo dejen libre, con unas cuantas condiciones:
Primero, que delate a todos sus funcionarios cómplices y a los empresarios que se prestaron para sus fraudes.
Segundo, que declare sus aportaciones ilícitas a la campaña del presidente Enrique Peña Nieto. Y mejor aún, que aclare si hubo entregas de efectivo o bienes una vez que ganó la presidencia.
Tercero, que aclare sus nexos ilícitos con todos los políticos del país.
Cuarto, que señale a que delincuentes protegía. Empezando con secuestradores y narco traficantes.
Quinto, que el resto de su vida junto con su esposa, la dediquen al servicio social en su Estado. Ganando el sueldo mínimo y sin manejo de dineros públicos.
Los mexicanos merecemos ya que se destape por completo el perol de la corrupción, donde se cuecen a fuego lento las tramas ilícitas de nuestros políticos, mismos que terminan sus mandatos públicos con las bolsas repletas de dinero mal habido.
Si Javier Duarte quiere redimirse, que empiece a cantar, hoy que se cumplen 60 años de la muerte de uno de nuestros cantantes más famosos de la historia, bien puede ir afinando la canción de La Calandria.
Ya basta
Tijuana, B.C.
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