El médico debe disponer de libertad de prescripción y de las condiciones de trabajo que le permitan actuar con independencia y garantía de calidad. En caso de que no se cumplan esas condiciones, tiene la obligación de informar de ello al organismo gestor de la asistencia y al paciente, con prudencia pero con claridad. Si fuera preciso, lo pondrá en conocimiento de su Colegio profesional que adoptará las correspondientes medidas institucionales, llegando a la denuncia social en caso necesario. Esta libertad de prescripción y condiciones de trabajo deben ser ejercidas con responsabilidad y compromiso hacia el enfermo y las instituciones sanitarias.
Los valores de la Medicina en el siglo XXI. CGCOM.
Hace unos días teníamos un debate abierto entre varios blogs (el nuestro, el de Vicente Baos y el de Rafa Bravo, entre otros). Personalmente, comparto el concepto de lo que entendemos como "libertad de prescripción". De hecho, comparto casi todo lo que conlleva mayor autonomía profesional, mayor capacidad de dedicir de forma conjunta entre dos personas (médico y paciente) que son las que se juegan lo importante, que es, en sanidad, la salud y la enfermedad. Toda injerencia externa, venga de donde venga ("autoridades" sanitarias en actitud defensiva, gerentes megalomeníacos, industria farmacéutica medicalizadora, coordinadores de tres al cuarto, docentes apóstoles de la "normalidad", asociaciones de pacientes ególatras, colegios profesionales corporativistas y sociedades científicas en actitud eterna de supervivencia) no es bienvenida en mi escala de valores.
Pero no creo en el término "libertad de prescripción", si entendemos libertad como la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos (RAE). Prescribir o no, y prescribir una cosa u otra no depende sólo del médico, el cual tampoco es el único responsable del tratamiento prescrito. Entiendo que la consulta médica es el acto central de la medicina, que ecológicamente tiene cadenas que la traccionan desde fuera (contexto sociocultural, organizativo-asistencial, político-legal) pero que están, eso, fuera, y no dentro de la consulta, donde lo que prima es el encuentro entre dos personas. Dos. No sólo el médico. La visión médico-centrista de la que hablaba Antonio Villafaina el otro día nos arrastra a una vía en la que sólo importa nuestro ombligo. Cuando todos sabemos que el ombligo es sólo un vestigio de algo que tuvo una función en su momento, pero que ahora no es más que un adorno.
No convirtamos, pues, la consulta y la relación médico-paciente en un adorno, ni en un mercado, ni en una corte dictatorial. Es mucho más que eso.