Volvamos a aquella desconcertante imagen: al anunciarse que Ciutadans-Ciudadanos habían logrado nueve diputados en el Parlamento catalán multiplicando por tres los que tenían, sus militantes gritaban ¡Libertad, libertad!, como si repitieran las ya viejísimas protestas contra el franquismo.
Libertad de la que les habían privado los nacionalistas de acuerdo con su ideología, y los socialistas (PS Obrero Español), traicionando la suya: el derecho a que sus hijos estudien en sus dos idiomas españoles naturales, el castellano y el catalán.
La actual inmersión obligatoria solo en catalán es el reverso del nacionalismo franquista, de la inmersión obligatoria en castellano solamente.
La infección nacionalista que se ha apoderado del PSOE en las autonomías históricas (con Estatuto propio antes de la guerra civil), y en otras supeditándose a los comunistas, está empequeñeciendo aceleradamente al que era el partido hegemónico de la izquierda hasta hace solamente un año.
Se ha alejado tanto de su Norte que Elena Valenciano, la segunda de Rubalcaba, denunciaba hace unos días en Santiago de en Chile la reforma educativa propuesta por el ministro José Ignacio Wert, como "un atentado contra la convivencia en Catalunya".
No lo decía en Barcelona para el auditorio social-nacionalista.
Era en Chile, donde, como en toda América hispana, no se entiende que el país que llevó el idioma que allí llaman español, y con el que viven orgullosamente, anule su propia identidad prohibiendo que se use como lengua propia en las escuelas de alguna de sus regiones.
Lo que menos entendían era que Valenciano denunciara que estudiar en España la mitad de las asignaturas en español provocaba “una terrible división civil”.
Bastantes chilenos se decían asombrados ante esa escena ridícula que “este PSOE no son ni socialista, ni español”.
Y quizás los ¡Libertad, libertad! de Ciutadans-Ciudadanos les recordaran sus propios gritos cuando estaban bajo Pinochet.
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