Una cacerolada anticlerical en la complutense, apoyada por las declaraciones el la SER del amigo Berzosa, era lo último necesario para hacer del pseudoprogresismo militante y “cool”, el adalid de las libertades y el modernismo. Así, todos juntos, pueden establecer directamente las asociaciones que se consideren oportunas, como iglesia católica y ultraderecha, término éste último que está en la punta de la lengua de numerosos defensores de la libertad, y al que recurren tan rápidamente como a otro no menos manido, que es el de fascista.
Libertad significa que no pensar en la línea de lo políticamente correcto, supone que se establezca un “cordón sanitario” por tratarse de alguien “fascista”, que se encuentra alineado con la “extrema derecha” por tener creencias católicas. Este modelo corrupto de entender las cosas, no comprende a otros colectivos, como los musulmanes, de quienes se comprende que puedan utilizar determinadas indumentarias o llevar a cabo sus rezos en el lugar y hora que su tradición, o su fe, les obligan. Defender los derechos de los homosexuales, indudablemente un colectivo menor en el conjunto de la sociedad, es progresista, pero hacerlo con las pretensiones de los promiscuos o “puteros”, es un atentado contra la libertad. Al Sr. Berzosa se le olvida que etimológicamente el término universidad proviene del carácter universal del conocimiento y de quienes cursaban sus estudios en ella; gracias a individuos como él, se ha convertido en una fábrica de sectarios, de uno u otro signo, que tanto da. Inculcar la tolerancia para que en la complutense convivan agnósticos con musulmanes y católicos, es algo que no le pasó por la cabeza a este individuo, que se preocupa más por el apoyo a Zapatero y por la política, que por la salud intelectual de su alumnado. Pese a sus animadversión hacia las capillas en el campus, no promovió iniciativa alguna para su retirada, pero apoyo a los vándalos explícitamente, en un error de bulto que lo hace incapaz para del puesto que ocupa. Al Sr. Berzosa, como a quienes insultaron gratuitamente a los creyentes de una cierta religión, que sistemáticamente asocian a la extrema derecha, les faltan los redaños para hacer las mismas declaraciones y tomar la misma actitud contra otra confesión monoteísta, como la musulmana. Progresismo “cool” y de salón, socialismo de chaquetilla pero no de actitud, respeto a lo políticamente correcto y modificación de principios según la conveniencia, es la línea que han seguido en este caso los integrantes de la asociación “Contrapoder”, apoyados por el rector y la Asociación de Historiadores Progresistas. No podía ser de otra manera.