Néstor García Iturbe.- Cualquier persona que tenga sentimientos humanos habrá reaccionado con una mezcla de rechazo y amargura al ver la destrucción y la muerte que la nueva aventura imperialista está causando al pueblo Libio.
Es bochornoso que los países que en estos momentos forman el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y su propio Secretario General no hayan hecho lo más mínimo por parar la agresión fascista, emulo de las llamadas “Guerras Relámpago” con que Hitler enlutó una buena parte de los países de Europa.
Los Neo Fascistas no sienten pena en bombardear la población civil, en utilizar la más alta técnica sofisticada para eliminar un grupo de personas desarmadas con el pretexto de que la Resolución 1973 los faculta para convertirlos en “daños colaterales”.
Hasta el Almirante estadounidense que presentaron en televisión, con aquel traje azul oscuro y la forma de conducirse y hablar, nos hacía recordar a los más temibles generales de la Alemania Nazi que terminaron en el Tribunal de Núremberg. Quizás algún día, cuando la razón y la justicia imperen en este mundo, el famoso Almirante termine igual.
Esta situación es además peligrosa, pues el grupo dirigente de Naciones Unidas, violando lo establecido en la Carta Fundacional de la Organización y en una buena cantidad de Convenios, principalmente los que tienen que ver con el Derecho Internacional Humanitario, deciden legalizar la intromisión en los asuntos internos de un país, pero no de cualquier país, solamente del que interesa a Estados Unidos.
En estos momentos la situación internacional esta convulsa. Se han desarrollado protestas en varios países, muchos de ellos árabes. Los gobiernos de esos países se han ensañado con los que protestan, por lo que decena de personas han muerto como resultado de la acción policial, el ejército y hasta tropas de otros países han actuado contra la población.
La reacción de Estados Unidos, la Organización de Naciones Unidas y la propia Liga Árabe, tan preocupada por los sucesos de Libia, ha sido el mantenerse alejados del problema. Donde gobiernos aliados de Estados Unidos están matando a su pueblo y consolidándose en el poder, no existe problema.
Lo peligroso de la decisión tomada por el Consejo de Seguridad es que esa fórmula pudieran aplicarla en el futuro a otros países donde los propios Estados Unidos o sus aliados promuevan una “sublevación popular”.
Hasta ahora las aventuras estadounidenses en el mundo árabe no le han salido del todo mal, aunque han tenido miles de muertos en Irak y Afganistán, tienen el control del petróleo que es lo importante para los consorcios del ramo. Veamos cómo le sale la aventura Libia.
Cuando observe en televisión el crimen que se está cometiendo, los niños y mujeres heridos por la metralla yanqui, todo eso por la ambición de adueñarse del petróleo, recordé a los mambises en Bayamo, que antes de entregar la ciudad decidieron quemarla.
La destrucción en Libia de los pozos, refinerías y puertos de embarque del petróleo, pudiera ser una acción que causaría un duro golpe a la economía de los propios países atacantes, pues el precio del combustible y sus derivados subiría a la estratósfera y restablecer todo lo destruido llevaría años. En vez de petróleo encontrarían cenizas.
Ilustración, con foto de Reuters y la NASA