Supongo que en el pasado las cosas estaban más claras. Lo que ocurría tenía explicaciones sencillas, o menos complejas que las actuales. Complejidad para mí, que no para otros. Confieso que Libia es un embrollo. El Mediterráneo, a un lado Europa, al otro África, el mundo árabe y sus repercusiones musulmanas e islamistas, petróleo y gas, grandes potencias occidentales y orientales, explosión de libertades en sus pueblos que prenden la pradera árabe, revolución de las mujeres…
Empezó con una revuelta parecida al resto de las del norte de África, en lucha por mayor libertad. Todo el mundo lanzó flores a los luchadores contra el dictador. Pasaron los días y no echaron a Gadafi y sus partidarios, aparecieron armas en manos de los rebeldes, que sumaron desertores del ejército del dictador, por lo que tampoco pudieron eliminarlos.
Todo el mundo en la red, en los correos y redes sociales, machacaba al dictador Gadafi. La violencia fue subiendo de tono, disparos, tanques y aviación bombardeando a los rebeldes, y empezó una masacre. A un lado fuerzas y armas organizadas, al otro población civil, desertores del ejército anterior, y algunas armas ligeras. Siguió la masacre.
Muertos y muertos. No se podía permitir clamaban los occidentales por la red, bloggers y redes sociales, e-mails, no se puede consentir que maten a la población civil. Europa no está a la altura, no se manifiesta a favor con claridad. Y al cabo de unas semanas, Europa, EEUU, gran parte del mundo árabe, y se aprueba una decisión de la ONU para evitar la derrota total de los rebeldes y su aniquilación.
Y aquí se rompió el encanto casi generalizado a favor de los rebeldes y de las revueltas árabes y contra las dictaduras. De repente, la decisión de intervenir, se tornó en un no a la guerra. No intervenir, implicaba sin ninguna duda, que Gadafi exterminara rápidamente a la población rebelde. Estaba claro que pasaría a metralla y cuchillo toda la población ocasionando un baño de sangre.
Mientras la representación de teatro era una romántica revolución por la libertad, (impulsada las redes sociales, decían) entonces todos a favor, pero cuando apareció la realidad de los fusiles y las bombas, lo sucio y cruel de la sangre, empiezan los líos. Pero el petróleo ya estaba antes, los pactos del mundo con Libia y Gadafi (incluidos los negocios de la familia Aznar) se producían antes de las revueltas, y eran criticados por todos, no se podía consentir. Lo mismo ocurre ahora, petróleo y negocios siguen en su sitio, y los quiere el resto del mundo, igual que antes, pero no se permite bombardear poblaciones civiles.
En las proclamas que leo, parecería como si esas riquezas petroleras y ninguna otra razón fueran la explicación y atacan para arrebatárselas al pueblo libio que según parece era quien las tenía en su poder y las disfrutaba. Y yo sin darme cuenta, pensaba que solo estaban en unas pocas manos de un cruel dictador, Gadafi y socios. Pero si la romántica revolución era tan querida y ahora que se la apuntala y evita una masacre por qué se condena. No lo entiendo.
Son las contradicciones de la no intervención. Recuerdan el desastre de la II República y su derrota clamando ayudas al mundo occidental, mientras los sediciosos fascistas intervenían plácidamente ante la pasividad de la no injerencia. Que la guerra es negocio para algunos, sangre sudor y lágrimas para la mayoría, que detrás de toda intervención hay intereses, y que en toda revolución uno se divide en dos