Revista Cultura y Ocio

Libre hasta de la definición de libertad

Publicado el 16 enero 2011 por Peterpank @castguer

Libre hasta de la definición de libertadEl hombre debe ser libre, libre y valiente. Libre hasta de la definición de libertad, sin impedimento alguno que no nazca de su propia constitución. Valiente, pues el temor nace siempre de la ignorancia. Es una vergüenza para el hombre que su tranquilidad en una época peligrosa se derive de la presunción de que, como los niños y las mujeres, pertenece a una clase protegida; o que busque una paz temporal, apartando sus pensamientos de la política o de las cuestiones engorrosas, ocultando su cabeza como el avestruz en los arbustos floridos; atisbando por los microscopios o traduciendo versos, como silva un niño para mantener su valor en la oscuridad. Lo que tengo que hacer es lo que me concierne, no lo que la gente cree. Esta regla, tan difícil en la vida práctica como en la intelectual, puede servir para establecer una distinción completa entre la grandeza y la mediocridad. Es muy difícil de seguir, porque siempre hallaréis personas que creen saber cuál es vuestro deber mejor que vosotros mismos.” ( Ralph W. Emerson )

La  libertad total es soledad total, pero jubilosa y alegre. Aunque tal vez sería más correcto -dada la mala prensa que tiene la soledad- hablar de unicidad “completa” o “máxima” autonomía existencial. Quien se sabe parte de un universo infinito, aunque “esté” solo, no puede “sentirse” tristemente solo jamás, porque sabe que todo lo que necesita para ser feliz está en él.

No obstante, sería demasiado pretencioso creer que un ser humano finito no necesita cosas exteriores a él y que se basta a sí mismo para todo. No somos islas. Formamos parte del continente humano, de la Humanidad. Y la necesidad más apremiante para un hombre libre, después de hallar la felicidad plena, es encontrar al menos un alma gemela, un amigo/a del alma, igualmente libre, con quien compartir su dicha y, juntos, poder duplicarla.

Spinoza lo expresó maravillosamente cuando, creyendo las palabras de un tal Blijenbergh, comerciante aficionado a la filosofía que decía estar consagrado a la búsqueda de la verdad, piensa que ha encontrado un amigo verdadero, ¡por fin!, y se confía emocionado con estas palabras: “De todas aquellas cosas que están fuera de mi poder, nada estimo más que tener el honor de trabar lazos de amistad con gentes que aman sinceramente la verdad; porque creo que nada de cuanto hay en el mundo podemos amarlo con más tranquilidad que a tales hombres. En efecto, es tan imposible destruir el amor que ellos mutuamente se profesan, por estar fundado en el amor que cada uno de ellos tiene por el conocimiento de la verdad, como no abrazar la verdad una vez percibida. Este amor es, además, el mayor y más grato que puede darse hacia cosas que están fuera de nuestro poder, ya que nada, fuera de la verdad, es capaz de unir totalmente distintos sentidos y espíritus”.

Si me perdonáis una confidencia, cuando yo era joven y creyente, pedía a Dios sólo dos cosas: sabiduría y amistad.

Respecto a la primera, he hallado la necesaria y suficiente para ser libre y feliz. Nadie lo diría, si juzgare mi vida por las cosas exteriores que me han ocurrido y que harían desdichados a casi todos. Respecto a la segunda, tengo muchas relaciones de amistad con personas a las que amo sinceramente, pero aún no he hallado un amigo verdadero.

La amistad es un prodigio que surge de tarde en tarde, y yo, que no creo en los milagros, aún no he perdido la esperanza de encontrarla. Porque un amigo te alegra la vida y puedes apoyarte en él para perfeccionarte.

Muy bien por todo lo anterior, estoy completamente de acuerdo pero, ¿ qué respuesta nos dará el típico pesimista que “no  ha sabido ver”?. Algo así como: “ Nadie puede ser libre, nadie puede llegar a optar por lo que quiere. Con el sistema que se apodera de nosotros, hace que cada vez tengamos menos cosas a poder nuestro, ya sea desde el punto de vista espiritual como material. Por ejemplo, ya nadie se comunica por carta, necesita de un medio tecnológico para hacerlo. Ya nadie se corta el pelo por sí solo, necesita de otra persona para poder hacerlo, ya nadie puede resolver sus propios problemas, necesita a un ser superior u otra persona que lo ayude. Es así que la sociedad vive en un completo mundo ficticio, es así que no saben si realmente es verdad o mentira lo que viven, solo lo viven, sin cuestionarse que es lo que pasa o por qué pasa lo que pasa. Simplemente tratan de llevarse por delante la vida, diciendo “yo soy de hacer lo que quiero”, pero no se dan cuenta que apenas se les quita algo de su posesión se sienten indefensos sin saber qué hacer, sin poder aplicar tan venerablemente su “libertad”. Es asi que, como conclusión, recalco, ¿para qué el hombre se gasta en preguntarse si es libre?, en una simple pregunta, resaltan miles de respuestas inverosímiles, y muchas más verosímiles.”

Más o menos. ¿Qué se puede responder?. Bueno , podríamos decir que el comentario viene ciertamente de alguien melancólico que no puede ver que la vida es una sinfonía maravillosa de orden y belleza. Hasta la comprensión de la fealdad es bella y entender las causas de la tristeza, alegra.  Pero la naturaleza gusta de ocultar su armonía no manifiesta, muy superior a la manifiesta. Le aconsejaría que leyese a  Heráclito, en quien relucen luminosas algunas de las más valiosas perlas de la filosofía.

La vida no es un sinsentido. Está regida por una razón profunda que muy pocos se preocupan de alcanzar, pues en vez de zambullirse en sus profundidades, la mayoría siguen a poetas populares y los toman por maestros de verdad. Es un grave error. Es común a todos una inteligencia capaz de guiarnos por ese camino que los hombres han olvidado y que nos conduce a la dicha más perfecta.

Ser feliz es ser sabio. Y también es sabiduría buscar la armonía entre las tensiones opuestas que caracteriza a la vida. Si la discordia tiene carta de naturaleza en una existencia superficial, que se mueve en el flujo implacable del tiempo y de la mortalidad, hay un mar de serenidad más allá del oleaje de pasiones encontradas que nos tiranizan. En la playa no se percibe sino la marea que sube y baja, y las olas que nos hacen zozobrar. Pero mar adentro y en el fondo abisal hay una calma oceánica perfectamente poderosa y bella.

Contrariamente a lo que cree todo el mundo, es ahí donde está la libertad. Pero para alcanzarla hay que sentir su necesidad y tener el valor de afrontarla. Por eso el ser humano, como dijo Emerson, debe ser libre, libre y valiente.


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