Revista Libros

LIBRO DE MAL AMOR, de Fernando Iwasaki

Publicado el 29 junio 2010 por Barcoborracho

LIBRO DE MAL AMOR, de Fernando Iwasaki
RBA Libros, S.A. 2001 –Barcelona.
Si pensamos el acercamiento a los libros como un flirteo y posterior cópula entre adolescentes, puedo muy bien hablar sueltamente de la mitad de mis lecturas, y la otra mitad, obviamente, quedaría para otra metáfora. Por lo pronto, remitámonos a la cópula.
Lado A. Los vaivenes del amorObstinándome hasta los límites de mi capacidad evocativa, recuerdo los rulos de la timidez de mis años mozos cuando veía una chica que me gustaba. Tenían que cruzarse no sé cuántas miradas hasta tirar el hola. Después seguía el usualmente estrepitoso episodio de la novela de mi educación sentimental, o bien con el fracaso, o bien con un simple resbalón al gris charco de la indiferencia. Demás está hablar de lo complicado del amor y sus avatares, aunque por otra parte allí me va bien.En el caso de mis amoríos con libros, cuyo decurso histórico tiene los decibeles altamente temblorosos, mi experiencia no supo enseñarme mucho. Apenas veo un ejemplar seductor, me retraigo en mi memoria para ver si alguien me hizo el pase con alguna recomendación, pero normalmente la baba se me resbala por la cara y se pega a la solapa de libro, y tengo que tenerlo para poder limpiar la mancha impúdica de mi erotomanía.Sin embargo el bolsillo, que es más tímido que el corazón en casos como el mío, impone límites precisos: no le puedo levantar la pollera al primer título que veo, porque si el olor que emana me animaliza, y después descubro que no me puedo comer lo que hay allí, por el alto costo monetario que conlleva, tendré una depresión terrible que difícilmente conseguiré aplacar con lo que hay en casa.Estoy hablando de literatura.Así me ocurrió con Iwasaki y este ejemplar de ilustración tan tierna. Cruzamos miradas, e incluso caricias, en estantes relucientes de libros caros. Quedé prendado no solo del nombre, sino de lo que me dijeron de él (Cabrera Infante y Vargas Llosa lo elogian en la contratapa). Pasaron, inflados y sabiondos, como buitres ingrávidos sobre el cadáver del mundo, los años. Lo encontré otra vez en un estante parecido a una esquina de plaza de barrio de clase media. Precio accesible, es cierto, pero mi bolsillo es duro, es seco. Así que lo dejé pasar, no sin antes lanzarle un beso devorador cargado de abrumadora nostalgia y profundo deseo.Hasta que, en una mesa saldos, se me tiró encima, hambriento de mí, con precio de chiste. Por supuesto yo, como se hace en estos casos, le di a entender que me pensaría la cuestión. Así que revoloteé sobre los demás ejemplares expuestos, que se rompían como flores rojas en un jardín de invierno, cuyo aroma perverso instigaba a mi superyó a autoflagelarse locamente en cualquier rincón oscuro y húmedo.Etc. Ect.En resumidas cuentas, me agencié del ejemplar. Y lo empecé a manosear esa misma noche.
Lado B. La consumación del amContracara del hit mayor de la literatura medieval en lengua española, este libro es una mierda.¿Por qué? Creo que básicamente se debe que a Iwasaki le parecen graciosas las boludeces que a mí no, pues a mí me hacen cosquillas otras tonterías.
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