«La mayor escritora de nuestro tiempo cuenta su historia.»
En Libro de mis vidas. Como unas memorias, Margaret Atwood abre por primera vez la puerta a su intimidad, pero lo hace a su propio modo: sin obedecer las expectativas del género autobiográfico y sin renunciar a la ironía que ha marcado su obra. Más que una confesión ordenada, el libro es una exploración de las múltiples vidas que componen a una escritora que, a sus más de ochenta años, mira atrás con lucidez, humor y una modestia que te desarma.
Desde las primeras páginas, Atwood recuerda que todo escritor alberga al menos dos seres: quien vive y quien escribe. Ese desdoblamiento guía el relato y explica su estructura deliberadamente fragmentaria. La autora alterna episodios de su infancia en los bosques del norte de Quebec —años formativos, marcados por la naturaleza, la soledad y la ciencia— con reflexiones sobre el proceso creativo, recuerdos de amistades literarias, viajes, pérdidas y momentos que, de una u otra forma, sembraron la semilla de sus novelas. Cada fragmento funciona como una pieza de un mosaico mayor: es a través de estos destellos que Atwood va revelando cómo su vida alimentó su imaginación y cómo su imaginación, a su vez, le permitió entender su vida.
Una de las virtudes más notorias del libro es su tono. Atwood rehúye la solemnidad y opta por una voz cercana, inteligente y teñida de humor. Incluso cuando rememora episodios duros —como la muerte de su compañero de vida, el escritor Graeme Gibson— su escritura se mantiene contenida y elegante, sin caer en excesos emotivos. Esta combinación de franqueza y distancia literaria otorga a la obra una cualidad particular: es íntima sin ser indiscreta, reveladora sin aspirar al dramatismo fácil.
Con su habitual ironía, la autora reconoce ser una pesadilla para sus traductores, debido a su afición por las alusiones, los juegos de palabras y la invención de marcas y nombres ficticios.
Encontramos también un recorrido por el origen de algunas de las obras más emblemáticas de Atwood. Pero no se trata de una guía académica ni de una radiografía del taller literario; más bien, son observaciones sueltas, momentos en que vida y ficción se tocan, demostrando cómo el territorio salvaje de su infancia, las tensiones sociales de su juventud o ciertas conversaciones aparentemente triviales acabaron transformándose en escenas, voces o atmósferas de sus novelas. Atwood no explica: sugiere. Confía en que el lector reconozca los vínculos sin necesidad de subrayarlos.
No obstante, la naturaleza fragmentaria del libro también tiene sus riesgos. Hay pasajes que se extienden más de lo necesario y otros que quedan apenas esbozados, como si la autora prefiriera señalar un recuerdo sin desarrollarlo del todo. Esta elección, sin embargo, parece consciente: Atwood no pretende ofrecer un relato exhaustivo ni una cronología ordenada, sino un retrato en movimiento, una memoria “a medias”, tal como adelanta el subtítulo.
Pese a sus ochenta y seis años, Margaret Atwood se confiesa tan entregada a la escritura como cuando comenzó en 1956.
Aun así —o precisamente por ello— Libro de mis vidas logra transmitir la esencia de una vida dedicada a la observación, a la lectura y a la escritura. Atwood no busca justificar su trayectoria ni construir un legado, sino compartir las vidas que ha habitado: la niña del norte, la poeta en formación, la novelista en ascenso, la figura pública, la compañera, la hija, la mujer que escribe porque, como confiesa, no ha encontrado otra manera de comprender el mundo. No es un relato lineal ni una confesión cruda, pero sí es una invitación a conocer la psique, la trayectoria y la creatividad de una de las grandes escritoras contemporáneas. Su tono amable, su estructura fragmentaria y su sabiduría acumulada la convierten en una obra fundamental para quienes aman la literatura, la memoria y las vidas bien vividas.
El resultado es un libro cálido, inteligente y profundamente humano. Un testimonio literario que ilumina, sin grandilocuencia, la relación entre experiencia y creación. Y también un recordatorio de que las vidas, como los libros, rara vez se leen en línea recta.
Recomendada para: lectores de Atwood, amantes de las memorias literarias, interesados en el proceso creativo y en la relación entre vida y ficción.
Lee y disfruta de un fragmento del libro.
La autora:
Margaret Atwood (Ottawa, 1939) es una de las escritoras más prestigiosas del panorama internacional. Autora prolífica traducida a más de cuarenta idiomas, ha practicado todos los géneros literarios. Entre su amplia producción destacan las novelas Por último, el corazón, Alias Grace, El cuento de la criada, Los testamentos, Oryx y Crake, El año del Diluvio, Maddaddam, Ojo de gato y El asesino ciego, las colecciones de relatos Nueve cuentos malvados y Perdidas en el bosque, los ensayos Penélope y las doce criadas y Cuestiones candentes y el libro de memorias Libro de mis vidas, todos ellos publicados por Salamandra. Ha recibido, entre otros, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, el Governor General’s Award, la Orden de las Artes y las Letras, el Premio Booker (en dos ocasiones), el Premio Montale, el Premio Nelly Sachs, el Premio Giller, el Premio Literario del National Arts Club, el Premio Internacional Franz Kafka y el Premio de la Paz del Gremio de Libreros Alemanes.
El libro:
Libro de mis vidas. Como unas memorias (título original: Book of Lives: A Memoir of Sorts, 2025) ha sido publicado por Ediciones Salamandra en su Colección Salamandra Narrativa. Traducción de Ana Mata Buil / Francisco José Ramos Mena / Antonio Padilla Esteban / Irene Oliva Luque / Raquel Lanseros Sánchez. Encuadernado en tapa dura con sobrecubierta, tiene 688 páginas.
Como complemento pongo un interesante vídeo titulado Margaret Atwood: «Siempre me han interesado las cosas sobre las que no se debe hablar».
Para saber más:
https://margaretatwood.ca/
https://es.wikipedia.org/wiki/Margaret_Atwood
