Al parecer siempre han existido dos Masonerías. Por un lado, la Masonería que conoce el público profano limitada a unos rituales y una parafernalia adornada de mandiles a la que se le supone un poder absoluto. Esta Masonería sería la supuesta culpable de todos los males de la humanidad y a la que se le atribuye la adoración al Diablo.
La otra Masonería, en cambio, descubre al iniciado los secretos de los rituales y su poder a medida que camina por el sendero iniciático. Para ello, desde la primera iniciación, el masón toma contacto con su Ser y va modelando el carácter por medio de virtudes que hacen aflorar la ética de una manera natural. Solo así consigue el masón el poder real que nada tiene que ver con el poder humano.
Con el fin de hacer más amena la lectura del libro, el autor utiliza la forma de entrevista a un Maestro Masón del Grado 33 º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, cuya experiencia y estado evolutivo le permite dar respuestas al entrevistador que es también un Maestro Masón.
El libro deja claro que la Masonería es una Orden iniciática que no interviene ni en política ni en religión, y que su fin es el trabajo personal transcendente para aquel que ha decidido hacerse masón. Temas como la figura del Diablo y el Cristo, la inexistencia de grados de venganza o lo que hay tras la muerte, entre otros, son tratados abiertamente. Aquellos que acusan a los altos grados de ocultar secretos a los nuevos iniciados en la Masonería, o de estar en todos los contubernios, se quedarán sin argumentos tras la lectura de este libro.
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