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Libros en conserva

Publicado el 09 octubre 2014 por Angeles
 Del mismo modo en que hay prendas de vestir que no nos decidimos a usar o alimentos que nos resistimos a probar, hay libros cuya lectura no llegamos nunca a emprender.Y al igual que yo misma me negué durante muchos años a probar los espárragos en conserva, con frecuencia muchos de nosotros eludimos  libros que tenemos en nuestras estanterías desde hace tiempo. Son libros que están también en conserva, pues resisten nuestro olvido durante largo tiempo sin que se alteren sus propiedades, en esas alacenas literarias que son nuestras bibliotecas personales.Yo sé que mi rechazo a los espárragos se debía a que simplemente no me parecía que aquellos tronquitos blancos, brillantes y resbalosos fueran en realidad comestibles. Libros en conserva Pero para los libros que tengo en espera no puedo dar la misma razón, pues no me cabe duda de que son un buen alimento. Así que otros motivos debe de haber que nos llevan a dejar ciertos libros instalados en el limbo del por ahora no.Hace una semanas, nuestro amigo Carlos me sugirió que escribiese sobre este asunto de los libros postergados, y pensé que sería una buena ocasión para preguntar a algunos de los lectores de este blog si tienen libros en espera y si ello se debe a alguna razón en particular. Así el propio Carlos me dijo que él tiene varios en esa situación, en concreto una antología de cuentos de Cortázar; el Homenaje a Cataluña, de George Orwell; El pintor de batallas de Pérez-Reverte y La Regenta, cuyas historias dejaron de interesarle poco después de empezada la lectura. Y otro de ellos es El conde Lucanor, que, según me contó, de niño le encantaba “y soñaba con tenerlo”. Pero cuando por fin tuvo su propio ejemplar resultó ser una edición en español medieval, tal que así:
  Cuando el privado del rey esto le oyó dezir, estrañógelo mucho, deziéndol’ muchas maneras porque lo non devía fazer. Et entre las otras, díxol’ que si esto fiziese, que faría muy grant deserviçio a Dios en dexar tantas gentes como avía en el su regno…
 lo cual hízole a mío amigo abandonar la obra, pues resultábale la su lectura grandemente dificultosa et luenga.
 Esto mismo le sucedió a nuestra querida MJ con El cantar de Mío Cid, que desde sus primeros intentos de lectura duerme el sueño de los justos en un anaquel, de su dueña olvidado. Como olvidado tiene también Los puentes de Madison County, de Robert James Waller. En este caso la razón del abandono es sentimental: según me ha contado MJ la película le gustó mucho, pero la vio “en un momento malo” de su vida. Y teme, claro, que el libro y su poder de evocación le traigan el recuerdo de unas ásperas circunstancias.
 Libros en conservaTambién por motivos anímicos, otro de nuestros amigos, JuanRa Diablo, tiene en espera Paula, de Isabel Allende, sin atreverse a emprender su lectura por temor al impacto emocional. Y es que JuanRa, ahí donde lo ven, es un diablo muy sentimental. Sentimental pero práctico también, pues por motivos prácticos tiene al Ulyses de James Joyce aguardando sine die su turno, junto con otros grandesclásicos anglosajones como Ivanhoe y  Moby Dick. Con lo bonito que es abrir un libro y encontrarse un inicio como este: Llamadme Ismael. Hace varios años –no importa cuántos exactamente- con poco o ningún dinero en el  bolsillo  y nada concreto que me retuviera en tierra…
 También tiene relegado Memorias de Adriano, a pesar de haberlo empezado tres veces. Al menos no podemos achacarle falta de perseverancia.
 Por su parte, la encantadora Sara me dice que el libro que lleva más tiempo en sus estantes sin haber conseguido aún su atención es Fortunata y Jacinta, cuya lectura va aplazando una y otra vez por esa razón de peso o grosor que ya hemos referido anteriormente; y porque lo libros que lee mensualmente para el club de lectura en el que participa se pondrían muy celosos. Que todo hay que tenerlo en cuenta.
 Libros en conservaEn mi caso, de los libros que tengo olvidados, ignorados o en espera -siempre  a mi pesar- los que más tiempo llevan aguardando su oportunidad de impresionarme son El ruido y la furia, que languidece y amarillea en su estante desde que intenté leerlo por primera vez, y El club de los negocios raros, de G. K. Chesterton. En cuanto a la novela de Faulkner, que tanta devoción despierta entre algunos, la razón de mi desapego es clásica: quise leerlo –en inglés además- cuando aún no tenía ni conocimientos ni madurez suficiente para tal tarea. Pero para el abandono que sufre el de Chesterton no tengo explicación ni excusa: el autor me cae bien, me gusta su estilo, el librito tiene cien páginas escasas y el título me resulta de lo más sugerente. Así pues, no entiendo por qué lleva tanto tiempo ahí, desatendido, marginado. Será que en cuestión de libros, como en el amor, no siempre podemos explicarlo todo.
Sin embargo, estoy segura de que, al igual que me ocurrió con los espárragos en conserva, el día que me decida a probarlo descubriré que he estado años desdeñando un manjar exquisito.
 ¿Y ustedes? ¿Tienen también en sus estanterías libros en conserva? 
Libros en conserva

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