No me he olvidado de esta sección del blog, pero a decir verdad, sin darme cuenta, hace un buen tiempo que no añado ninguna entrada nueva al respecto, así que hoy vamos con la séptima entrega. Ya en las anteriores hemos visto algunos clásicos de la divulgación, algún otro ejemplo no clásico pero que o debería serlo o que al menos son libros de interés, y otra línea de libros como son las guías de identificación. Mi biblioteca, humilde pero de calidad, ha ido creciendo en el último año a base de libros de segunda mano de los que venden por la calle, libros de editoriales baratas, o gangas que uno encuentra por ahí. En cualquier caso, siendo sinceros, la mayor parte de libros clave se me escapan económicante, porque yo lo más a lo que puedo llegar, y solo en eventos especiales, es a los libros de bolsillo. Pero bueno, de un modo u otro, o aunque sea sacándolos de la biblioteca, sigo disfrutando de maravillas que generan goce intelectual y entretenimiento.
Colapso
Después de su clásico Armas, gérmenes y acero, Jared Diamond se pregunta cómo unas sociedades han desaparecido sin apenas dejar huella de su evolución han alcanzado una próspera civilización material y cultural. El punto de partida es una rigurosa investigación de los casos de culturas que no han perdurado: historias trágicas como la de los mayas, los habitantes de la isla de Pascua, los indios anasazi en Norteamérica; historias menos terribles como la de Islandia o de Japón, culturas que han sabido reaccionar con éxito a desafíos ambientales; historias de vencedores y vencidos, como el caso de la República Dominicana y de Haití, y finalmente, historias aún abiertas como las de China o Australia, que están buscando soluciones innovadoras a sus desafíos ecológicos y sociales. «Uno de los proyectos intelectuales más significativos de nuestra generación.» The New York Times
Ya os hablé de uno de mis libros favoritos-Armas, gérmenes y acero-, de Jared Diamond, y con este otro libro de él del que hoy hablo, que justo me fue regalado en los Reyes del año pasado, complementé perfectamente este duo letal de obras para hacer pensar, para levantar conciencias, para derribar barreras mentales y cambiarte los esquemas que la sociedad te ha inculcado desde la infancia. Ofrece, como en el otro libro mencionado, una perspectiva de tiempo que te hace entender que no somos nada, que lo que sube baja, que todo fluye, que las causas del declive de las sociedades del pasado pueden originar los mismos colapsos en las actuales, y ahí está la historia para estudiarla y aprender de ella. Será que yo soy muy raro, pero muchos amigos llaman a libros como éste libros ” de aprender”, con connotaciones negativas y para diferenciarlos de las novelas best seller,y a mí me parece de por sí un error esa definición, porque son de aprender pero viajando por el mundo, disfrutando con la historia, quedándote boquiabierto, por lo que para mí no son libros ” de aprender”, son libros con diversión intelectual, para mentes con hambre de curiosidad y por supuesto, son libros para aprender devorando página tras página, pero no es como estudiar una montaña de apuntes aburridos. Más allá de las causas de los declives de las sociedades puedes conocer mucho sobre dichas sociedades y los lugares donde habitaban, historia que en muchos casos no conocía o no me la han enseñado precisamente así.
Por poner un defecto es cierto que el primer bloque, centrado en la actualidad de Montana, en E.E.U.U., no me ha dicho gran cosa, pero todo lo que ha venido después y que es el gran grueso me ha maravillado. Hacen acto de aparición tanto problemas de sociedades pasadas como más actuales, con casos de América, de Europa,de Asia, de Oceania, de civilizaciones conocidísimas, de pueblos que en mi vida había oído, de tierra firme, de islas, por diferentes razones y con diferentes actuaciones frente al declive…lo dicho, yo lo he disfrutado. Creo que sienta bien al cerebro.
Dicho todo esto, igual no es apto para todos los públicos, a personas sin especial interés en la cultura o que los libros gordos y de letra pequeña les echen para atrás se les puede atragantar considerablemente, creo que no usa un lenguaje muy rocoso, pero igual no logro ponerme en el lugar de todo tipo de lectores.
El gen egoísta
Somos máquinas de supervivencia, autómatas programados a ciegas con el fin de perpetuar la existencia de los egoístas genes que albergamos en nuestras células.” Así de rotundo es el comienzo del libro en el que el etólogo Richard Dawkins popularizó la teoría de que los genes son las verdaderas «unidades» centrale s de la evolución, en vez de los individuos como los animales o las plantas. De esto hace ya casi treinta años, pues el libro se publicó en 1976. Según Dawkins, los genes primigenios nos crearon a las personas y los animales, quienes somos en realidad meras «máquinas de transmisión». Como máquinas podemos funcionar mejor o peor en nuestro entorno y de este modo continuar la cadena (garantizar la supervivencia y reproducción de los genes) a lo largo del tiempo, o perecer en una selección evolutiva. En su momento fue una forma de ver las cosas al revés sobre muchas ideas tradicionales sobre la evolución centrada en los individuos o las especies (por no hablar respecto a las ideas religiosas al respecto), pero actualmente hay cierto consenso en la comunidad científica sobre que esta idea es la que probablemente más se acerca a la realidad.
Sin duda, todo un clásico alrededor del mundo y en gente de todas las edades, incluso recomendado en institutos, y también un
clásico en polémicas y debates (vaya habilidad que tiene Richard Dawkins para meterse en berenjenales). Lo he leído varias veces, y eso que la primera vez que lo intenté lo abandoné (luego he descubierto que aún no era un lector maduro para afrontar esa lectura con quince años), no es que crea lo que dice ni en este caso ni en otros, de hecho no estoy seguro de que sea el libro de Dawkins que más me haya gustado o marcado, pero hace pensar, y eso es algo tan importante y tan en desuso hoy en día que es digno de alabar, y que académicamente lo recomienden también lo es. En el colegio era la asignatura de lengua la que tenía lecturas obligatorias, pero en biología nos recomendaron encarecidamente este libro, que por cierto creo que nadie salvo yo, pasados los años, ha recordado y leído.Me sorprende igualmente, pese a lo enrevesado de cuanto se dice en la obra, que siga teniendo tirón después de tantos años, y que sea un imprescindible en librerías cuando tienen algo por mínimo que sea de ciencias. Parece que a través de las generaciones se renueve el interés o vete a saber, pero para mí a veces es misterioso.
Centrándonos en el libro, como a veces me pasa con este autor, a ratos hay que leerlo despacio e incluso releer, porque aunque lo intenta, al final tiende a irse por las ramas o a adentrarse tanto en una idea que cuanto más clara la tiene él en su cerebro menos la tengo yo en el mío. No me parece apto para todos los públicos, sí para estudiantes de biología, ya que manejan los conceptos básicos sobre los que se trabaja en el libro. Todo un clásico de la literatura divulgativa científica, aunque personalmente creo que hay libros más interesantes y menos controvertidos leerlo es una experiencia que puede ser hasta divertida.