Para todo aquel que lee, la lectura es algo muy importante. No solo te divierte o entretiene, sino que te da alas para poder vivir, saber y conocer todo aquello que nadie pueda imaginar. Para los personajes de los libros que solemos leer, la cosa no es muy diferente, y tal vez por ello muchos de nuestros protagonistas favoritos tienen un libro de cabecera del que no se separan: una novela que les abrió los ojos a alguna realidad, o simplemente aquel libro que consiguió emocionarles como ninguna otra historia lo había hecho antes.
Cuando esto pasa, los libros que aparecen pueden ser reales, estar publicados en la vida real, y haber sido, o no, una gran lectura para el autor. Tanto, que decidió homenajear esa historia dentro de su propia historia. A veces incluso tú mismo, leyendo algún libro, deseas leer a aquel otro del que tanto habla el personaje principal. Y lo haces. Y comprendes por qué al protagonista, o al autor, le gustó tanto y decidió hablar de él a través de sus personajes. Pero hay veces en las que el libro en cuestión no existe en la vida real, pero el personaje te ha trasmitido tanto hablando de él, que te gustaría leerlo para ver cómo es, para comprender esas cosas tan maravillosas de las que habla el protagonista.
Un ejemplo muy cercano de esto me ocurrió cuando leí Bajo la misma estrella. En ese libro, Hazel considera como favorito un libro de Peter Van Houten, Un dolor imperial. Incluso aparece alguna cita del libro entre sus páginas. La historia trataría sobre una chica enferma que va a morirse, trataría sobre su madre, e incluso sobre su hámster. Hazel nos habla de este libro como de una maravilla. Según ella, la lectura de ese libro no solo consiguió expresar en palabra cómo se sentía, sino que le hizo reflexionar sobre muchas otras cosas. No en vano dice aquello de "Mi libro favorito, con diferencia, era Un dolor Imperial, pero no me gustaba decirlo. Algunas veces lees un libro, sientes un extraño afán evangelizador y estás convencido de que este desastrado mundo no se recuperará hasta que todos los seres humanos lo lean. Y luego están los libros como Un dolor imperial, de los que no puedes hablar con nadie, libros tan especiales, escasos y tuyos que revelar el cariño que les tienes parece una traición." Así que es inevitable que en cuanto termines de leer Bajo la misma estrella, si ha llegado a gustarte, quieras leer esta novela que tanto parece haberle gustado a Hazel. Pero claro, ni el libro ni el autor existen.
A veces ni siquiera se trata solo de un libro, sino de todas las obras de un autor. De un autor imaginario. En El cuento número trece Margaret Lea es una chica que vive su vida a través de los libros, especialmente a través de los libros de Vida Winter. Un día, esta extraña escritora que no duda en inventarse historias cuando le preguntar por cualquier detalle de su vida, siente que ya ha llegado la hora de contarlo todo, así que llama a Lea para que escriba su biografía. Margaret nos describe a Vida Winter como a una mujer muy detallista a la que no le cuesta contar sus historias. Según Winter, ella tiene personajes en su cabeza que le piden que cuente su historia, y ella simplemente lo hace. Y según Lea, ésta lo hace maravillosamente bien, sin dejar ningún cabo suelto. ¿Cómo no iba a querer leer algo de esta autora cuando cerré las tapas del libro? Sobretodo con las descripciones de Lea sobre sus obras: "¿Conocéis la sensación de empezar un libro nuevo antes de que el recuerdo del último haya tenido tiempo de cerrarse detrás de vosotros? Deja uno el libro anterior con ideas y temas- personajes incluso- atrapados en la fibra de la ropa cuando y abre el libro nuevo siguen ahí."
Desde luego, hay miles y miles de ejemplos que ilustran esto. Esa sensación de querer leer algo de alguien que no existe en la vida real. Sobretodo si el libro en el que aparecen estas novelas os ha gustado también. Y más todavía si aparecen citas. Por lo menos, en el segundo caso, sí que pude leer el cuento número trece, sobre del que gira toda la trama de la novela que lleva el mismo nombre.
¿Y a vosotr@s? ¿Os ha pasado esto alguna vez? ¿Con qué libros? ¡Nos leemos! Poy