En la sala se analizan los orígenes del Pop Up en una jungla de libros con solapas o con discos giratorios con el único fin de manipularlos. Y es que, si en la actualidad son disfrutados en su mayoría por niños, en sus inicios fueron manejados por adultos en libros de ciencias, astronomía o biología.
La exposición se desarrolla en apenas una sala con distintas vitrinas y elementos interactivos. El Pop Up atesora cerca de 700 años de historia. En la Edad Media, el beato catalán Ramón Lull, pionero en escribir en catalán y la lengua neolatina para textos técnicos, filosóficos o científicos les dio vida, pero quien realmente realizó un libro impreso con partes movibles fue Johannes Regiomontanus con el Calendario Regiomontanus de 1482; también destacan Compendio, de Rodrigo Zamorano de 1588 o Delineación de González de Urueña de 1740. Todos ellos con un marcado fin científico, ya que entre los siglos XVI y XVII destacan los libros de astronomía y navegación. También calendarios, relojes o astrolabios.
Hasta el siglo XVIII había dos técnicas de Pop Up: las solapas y las volvellae o las ruedas. Dentro de la técnica de las solapas encontramos Catoptrum microcosmicum (1619), de Remmelin, con varias capas de papel ilustradas con los órganos del cuerpo. También hay otros ejemplos con piezas recortables para construirlos con papel pegado o cosido. Las volvellae se aplicaban a libros sobre adivinación, astrología, retórica o criptografía. Entre algunos ejemplos destacan Veridicus Christianus, de Jan David o la Confession coupeé del franciscano Leutbrewer.
En el siglo XVII se popularizaron como libros infantiles hasta convertirse en una mezcla perfecta entre libro y juguete, y no sería hasta 1979 cuando los Pop Up comenzaron a estudiarse. A lo largo de las décadas, se han contabilizado hasta cuatro géneros de este tipo de libros: 1) El infantil, 2) El espectacular, 3) Los manuales de anatomía, 4) Modernos libros de artista. En total, cuatro géneros que se pueden ver en la exposición, aunque es cierto que se le da un mayor énfasis al manual, sobre todo científico.
Había un par de objetos interactivos, pero he echado en falta tocar, manosear, curiosear libros de Pop Up, recrearme como en una piscina de bolas. Todos sabemos que la Biblioteca Nacional no se caracteriza por su modernidad precisamente, y esta muestra no se aleja de esa línea. Pero me resulta divertido imaginar a los diseñadores de la exposición preguntándose, ¿cómo hacer una exposición de Pop Up lo más "queso curado" que podamos (entiéndase el eufemismo, por Dios)?, ¿pero nuestra idea es atraer a las familias con niños pequeños? No, no, para nada. Es mejor así, todo antiguo, todo Antes del Pop Up. Ni una pequeña muestra del presente. Nada. Y ecco! Conseguido. Se aprende y se disfruta, y creo que es una visita obligada a todos los amantes del Pop Up.
¡Che! Pero aquí no acaba la crítica, junto a esta exposición, había otras repartidas entre las ocho salas del pasillo. Una dedicada a Shakespeare, otra a Don Quijote o a los mejores libros de fotografía, expuestos en cajas de cartón (abanderando el reciclaje). Creo que sería conveniente diferenciar entre una exposición y otra, porque de pronto apareces ante una vitrina que no tiene nada que ver con la anterior como en un agujero de gusano.
Exposición de los mejores libros de fotografía
En cualquier caso, recomiendo ir a todo aquel que quiera pasar un rato fresquito y disfrutar de la cultura. Verás varias muestras en una y te quedará la sensación de haber estado en varios momentos culturales sin moverte del sitio. Así pues, compren su bolsa de palomitas y disfruten de la función al más puro estilo Pop Up.INFORMACIÓN PRÁCTICA:
- Del 10 de junio al 11 de septiembre de 2016
De martes a sábado de 10 a 20 h.
Domingos y festivos de 10 a 14 h.
Último pase media hora antes del cierre.
Escrito por María Bravo