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Libros por encargo

Publicado el 12 julio 2013 por Rusta @RustaDevoradora

Libros por encargo Siempre que se habla de los libros por encargo surgen las suspicacias: «Este escritor es un pesetero, no siente de verdad su oficio», «Seguro que ha escrito un mal libro, no puede escribir igual que cuando lo hace de corazón, con sus propias ideas», «Cómo detesto que las editoriales encarguen libros para aprovechar el tirón de las modas en lugar de apostar por la calidad», «Nadie debería decirle a un autor lo que debe escribir, el arte nace del alma», etc. De forma parecida a lo que ocurre con el proceso de edición de una novela, los lectores desconocemos qué libros se han escrito por encargo —de momento ninguna obra lleva una etiqueta que lo indique—, por lo que en la red hay barra libre de comentarios alejados de la realidad, guiados por el ideal romántico del escritor como único y absoluto creador, un mago de las palabras que no necesita ayuda de nadie; mientras que el editor es visto como un usurero que se aprovecha del talento ajeno para enriquecerse. Ni tanto ni tan poco. Aunque no sepamos con exactitud cuáles son los libros escritos por encargo, en algunos casos resulta relativamente fácil deducirlo: antologías de relatos de varios autores, ciertos álbumes ilustrados, libros tipo guía o autoayuda, colecciones temáticas de libros infantiles, obras que versionan un clásico, etc. Me atrevo a decir que algunos autores que se dedican a un género determinado y de repente publican algo completamente distinto —tal vez relacionado con la moda del momento— también lo hacen porque se lo ha pedido el editor. Y no olvidemos los prólogos, apéndices y demás notas que incluyen algunos libros. He querido plantear este tema porque me parece bastante injusto que este tipo de obras tengan tanta mala fama entre los lectores. ¿Quién no ha leído en su infancia —o lee actualmente a sus hijos— una colección de libros que con total seguridad se ha programado desde la editorial (y tiene una gran calidad)? ¿Quién no ha admirado los dibujos de algunos ilustradores que han dado vida al texto que les indicó un editor? Y podría seguir, pero la conclusión es más que evidente: no todo lo que se escribe por encargo se puede tachar de malo. Es más, hay libros magníficos que nunca habrían visto la luz si no hubiera sido por una idea del editor; tener un buen plan y buscar al escritor adecuado para ejecutarlo también es una muestra de trabajo bien hecho. En cuanto a la inspiración del autor, he leído más de una entrevista en la que estos reconocen que, si el tema propuesto les resulta interesante, no tienen ningún inconveniente en aceptar un encargo. Está claro que un novelista inventa sus propias historias, pero eso no excluye que, además, sea capaz de tejer una trama a partir de lo que le sugiere otra persona. Por hacer una comparación simple, recordad esos deberes del colegio en los que teníamos que escribir una redacción sobre un asunto determinado: los niños que tenían imaginación hacían un buen trabajo sin necesidad de tema libre. Hay muchas formas de plantear una creación; yo creo que lo que se busca en los libros por encargo es la fusión de una idea inicial y la capacidad del escritor para moldearla, para hacerla suya. El encargo no inhibe el talento; de hecho, en algunos casos incluso lo puede potenciar porque tal vez propone cuestiones que el autor nunca se habría planteado y, sin embargo, se le dan bien. Nunca hay que olvidar que muchas grandes obras —de la literatura y del arte en general— han sido fruto del encargo de un particular o una institución, un encargo que ha dado de comer al creador; el arte según el ideal romántico de la subjetividad del propio autor es un concepto bastante reciente. Quienes piensan que el arte solo es aquello que sale del alma, sin que importe la perfección de la técnica y sin ayudas externas, me parecen bastante ingenuos. En ningún ámbito se llega a lo más alto por esa pureza interior; el talento debe cultivarse. No obstante, no negaré que en algunos casos las novelas por encargo dejan bastante que desear, como las de un autor que cambia de registro para adaptarse a las modas. A pesar de que comprendo que la necesidad económica puede llevarlo a aceptar trabajos que no le motivan, considero que en la medida de lo posible el escritor debe intentar ser coherente consigo mismo y con su obra: algunos encargos le pueden beneficiar (porque le gustan y puede hacerlos suyos); ahora bien, que no se queje si le critican por publicar una novela erótica o un romance de vampiros cuando siempre se ha dedicado a la narrativa general. Sobre todo, que no proteste si se lo ha tomado a la ligera y ha escrito un mal libro (porque casos como estos los hay, por supuesto, y tal vez la mala fama de los encargos en conjunto es, en parte, por su culpa). Sea como sea, lo que me interesa como lectora es el resultado final. Cuando un libro me parece bueno, poco me importa el origen de la idea inicial. Seguro que he leído algunas obras escritas por encargo sin yo saberlo que me han maravillado, del mismo modo que hay otras que me han parecido malas. La cuestión es lo de siempre: evitar los extremos y hacer un esfuerzo para analizar en lugar de valorar la realidad de forma simplificada.

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LOS COMENTARIOS (2)

Por   Orlando Tunnermann
publicado el 12 julio a las 14:07
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Cuando uno ama escribir, toma la pluma entre sus manos y se deja llevar, pero el deleite no es menor si esa pluma debe dirigir sus trazos hacia un camino ya pactado. Es un reto y pone al escritor en una dirección que, por libre albedrío, quizás jamás habría tomado

Por   Orlando Tunnermann
publicado el 12 julio a las 14:05
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Soy escritor y he publicado en ebook mi novela "La casa de las 1000 puertas". Todo el trabajo es mió, de principio a fin. Ello me llena de orgullo, pues escribo lo que está en mi mente, sin condicionamientos ni veredas ya pactadas. Sin embargo adoro reencontrarme con mi pluma y si ésta tuviera que hollar caminos limitados al deseo de mi editor, disfrutaría igualmente

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