El primero son los que llamaremos "de crítica". Aunque quizás esa palabra es muy fuerte para aquellos textos en que autores se explayan sobre sus preferencias y comentan sus libros favoritos: Ahí tenemos La verdad de las mentiras de Vargas Llosa, La caza sutil de Julio Ramón Ribeyro, El amor de mi vida de Rosa Montero, Biblioteca personal y Prólogo con un prólogo de prólogos de Borges, los tres tomos de la Obra crítica de Cortázar, varios de Octavio Paz y muchos otros que no he leído o he olvidado.
En estos casos, incluso aunque las reseñas no tengan spoilers, creo que es mejor leer previamente los libros que se comentan, para tener una "opinión propia" antes de leer la de algún consagrado. O al menos es lo que prefiero hacer ello para luego no empezar alguno de los libros comentados con ideas preconcebidas. Todo depende de que "plan lector" se desee cumplir, cualquiera mejor que el de la mayoría de colegios.
El segundo caso de libros que creo hay que leer antes de otros son los "homenajes" o referenciales, los que no son necesariamente remakes o revivals. Aunque, nuevamente, no hay reglas absolutas. Leí ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? antes de leer Lágrimas en la lluvia y ni sentí la diferencia. Aunque la saga de Bruna Husky (en la que se incluye la más reciente entrega El peso del corazón) tiene muchísimas más "deudas". Según esta web también debemos tener en cuenta la obra de "(...) Larry Niven y su mundo-anillo; Peter F. Hamilton (y la trilogía Void en la que reinos fantásticos se mezclan con sociedades high-tech); y la tradición noir de Raymond Chandler (como en La Ventana Siniestra)". Quizás cuando lea 1Q84 de Murakami (ya conseguí a una amiga que me lo preste) comprobaré si valió la pena disfrutar primero de la genial distopía de George Orwell. Confieso que no terminé La Odisea antes del Ulises, felizmente he leído casi todo Joyce lo que, se supone, me debería preparar para Dublinesca de Enrique Vila-Matas (su París no se acaba nunca, me gustó mas que el "verdadero" París era una fiesta de Hemingway).
No leí Robinson Crusoe antes de leer Foe de Coetzee (ni mucho de Dostoyevski antes de El maestro de Petersburgo). La solapa de Triste, solitario y final de Osvaldo Soriano me advierte que tal vez debería revisar las aventuras del detective Marlowe antes de comenzar con el argentino. Por eso mi ejemplar sigue sellado y, quien sabe, intonso.
De lo que estoy seguro es que no necesité leer Los sertones para admirarme con La guerra del fin del mundo, a la que Saramago califica de "mala imitación" de la primera. En todo caso, creo, tampoco necesité leer la poesía de Pessoa para gozar de El año de la muerte de Ricardo Reis ¿o debí haberlo hecho?
Aunque la prueba de que todo lo que vengo diciendo no es cierto es la "polémica"(?) declaración de MVLL en la que cuenta que fue gracias a un libro de Azorín, La ruta de Don Quijote, que pudo leer la obra máxima de Cervantes. A veces leer una obra derivada (aunque te cuente el final) es motivación nada insuficiente para enfrentarse al "original". En resumen: sigan leyendo en el orden que quieran.