Revista Cultura y Ocio

Libros y contenidos digitales

Publicado el 30 abril 2015 por Iván Rodrigo Mendizábal @ivrodrigom

Libro-digital

Por Pablo Escandón Montenegro || [email protected]

(Publicado originalmente en diario La Hora, el lunes, 17 de Septiembre de 2012)

El libro digital dejó de ser un artefacto propio de las tramas de la ciencia ficción, tampoco es una promesa; es ya una realidad ante la cual se enfrentan muchos autores y editores en el país. Mentira. Muy pocos lo hacen. Si bien la Cámara del Libro ha impartido talleres acerca de la creación, legislación y venta de textos electrónicos, el e-book es un desconocido, pues aún “añoran” el romántico y decimonónico circuito de producción y distribución editorial, y no nos adecuamos a que la vida digital mató esta añoranza. La semana pasada, Conaculta de México organizó el Segundo Simposio Internacional del Libro Electrónico, con una temática completa acerca de la edición, comercialización, derechos autorales y, principalmente, el estado de la lengua castellana en la Red.

Se lo pudo seguir vía streaming, y espero que los editores nacionales hayan participado de este enlace.

Conaculta es el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y el año pasado desarrolló una de las aplicaciones más exitosas y mejor concebidas con el poema ‘Blanco’ de Octavio Paz. Esta institución está consciente de la transformación del consumo cultural y no quiere quedarse en la añoranza y perder lectores.

Un buen ejemplo sería copiar, distribuir y mejorar las iniciativas de esta instancia estatal. Buscar nuevos lectores y nuevos consumidores de cultura mediante las redes, las plataformas y los soportes digitales es tarea de todo el ámbito artístico y cultural, pero quienes más deben tomar en serio este universo de bits son la Casa de la Cultura, ahora con un nuevo-viejo presidente, y el Ministerio de Cultura con su fondo editorial. Consumir textos de los poetas clásicos y contemporáneos del Ecuador en tabletas, en laptops o en teléfonos inteligentes parece de ciencia ficción, pues autores, editores y burócratas culturales -salvo Irving Zapater, en el CNC- no se enteran que la revolución digital cambió el consumo cultural. Menos añoranza de lo impreso y más visión para pensar en los nuevos consumidores del arte y la cultura.


Archivado en: Informes, Literatura digital, Opinión Tagged: Digitalización
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