Licor casero

No me gustan demasiado las bebidas destiladas. Solo si las mezclo con mucho limón, o mucho hielo, o mucha sal o mucho de todo eso junto. O sea, que los sabores del whisky, el ron, la ginebra, el vodka, etc, no me gustan mucho. Y no digamos si se trata de licores de esos que les suelen ofrecer a las mujeres en las sobremesas de muchos restaurantes. Ni los “caseros” de hierbas o licor café, ni mucho menos los embotellados de cremas dulcísimas e intragables.

Solo me gusta el licor que hace mi padre, con el aguardiente que destilan a partir de los restos de su vino. Tiene unas recetas clásicas, que repite siempre, como el de uvas y el de picotas. Pero también experimenta con otras fórmulas, como las moras, las hojas de mandarino y otras excentricidades que no recuerdo. Yo soy una clásica y el que más me gusta es el de uvas. Tanto que estoy intentando emularlo para hacerme con mi propia cosecha de licor. Hace un par de años ya lo intenté, pero cometí el gran error de hacerlo con aguardiente comercial y el sabor era totalmente distinto. No es que estuviera malo, pero no a la altura del maestro, desde luego.

Este año me atrevo otra vez. ¡Ya te contaré dentro de unos 18/24 meses!

¿Y tú, tienes alguna receta familiar que te encantaría poder hacer tan rica como la original?