Revista Coaching

Líder-tiones... 11

Por Antonio J. Alonso Sampedro @AntonioJAlonso

Líder-tiones... 11

Capítulo III - El relato de Davis

(viene de Líder-tiones... 10)... A continuación intervino nº6, un pintor industrial con trazas de honesto y de esos acostumbrados a no destacar, quien basó su opinión en los testimonios de los vecinos del acusado que coincidían en manifestar las frecuentes peleas entre padre e hijo, lo que apuntaba hacia el móvil de la venganza filial. Pero a mí no me pareció suficiente motivo para matar el de aquellas riñas y así se lo vine a significar: en entornos de conflictividad social las personas se acostumbran a esa bronca manera de actuar haciendo de ello un comportamiento normal. No obstante tuve que aceptar, por su racionalidad, la posibilidad que apuntó nº4 al indicar que la agresión pudiera corresponder a esa gota que colma un vaso y lo hace derramar. Era evidente que nº4 ejercía ya, sin proponérselo, el papel de líder natural del voto acusador y no me iba a facilitar ninguno de mis intentos por desbaratar las pruebas manejadas en el juicio, lo que me exigiría un esfuerzo de atención y reflexión mayor de lo que presumía al comenzar.

A nº6 le siguió nº7, quien se reafirmó en la culpabilidad del acusado, pero más por su historial delictivo desde niño que por las pruebas aportadas en el juicio, que ni llegó a mencionar. El muchacho pasó por el Tribunal de Menores por golpear a su maestra, a los quince años fue a un correccional por robar un coche y luego fue detenido por atraco y por usar navaja para pelear. Todo ello verdad, pero una vez más intenté contextualizar su vida juvenil marcada por la dificultad de sufrir a un padre que le golpeaba casi a diario con total impunidad. De nuevo y sin pretensión alguna de justificar, mi única intención fue que el acusado no fuese juzgado por su condición social. Quizás por mi alusión al padre del muchacho intervino nº3 para contarnos la decepción sufrida con su propio hijo de veintidós años, a quien de niño descubrió huir de una reyerta, con el que se peleó cuando tenía quince y al que no ve desde hace dos, lo que expresó con resignado pesar. Escuché con mucha atención aquella sorpresiva manifestación tan dolida y personal, alertándome, pues al ya conocido prejuicio de clase social de nº3 se unía el de una fracasada paternidad. Aun así tuve la impresión de que, tras su aparente desencanto, se escondía el lamento callado de un padre que pese a todo no podía dejar de querer a su hijo y algo me dijo que aquello, en algún momento, jugaría un papel sustancial... (continuará en Líder-tiones... 12).


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas