por José Manuel Guevara S.
En 1998 Daniel Goleman aseguro que si bien “inteligencia, firmeza, determinación y visión” son elementos claves de un liderazgo efectivo, también son insuficientes. En su investigación descubrió que los líderes verdaderamente efectivos se distinguen por un alto grado de inteligencia emocional, “que incluye la autoconciencia, la autorregulación, la motivación, la empatía y las habilidades sociales”.
Lo anterior suena bastante “lógico” si consideramos que las emociones determinan todas nuestras acciones. Si bien, las emociones vienen y van, los seres humanos estamos en contacto con estas—prácticamente—en todo momento; al despertar, al desayunar, al manejar hacia el trabajo, en el trabajo, con compañeros, colegas, amigos, al regresar a casa, al platicar sobre tu día, al ver la televisión y antes de dormir.
Sin embargo, en la actualidad todavía son muchas las empresas, instituciones, equipos y hasta familias que restan importancia a inteligencia emocional (con sus componentes) y su relación con el liderazgo. En pocas palabras, creen más en un liderazgo de “corte” militar: firmeza, disciplina, rigor, recompensa-castigo y represión emocional.
El psicólogo estadounidense es concluyente: “El coeficiente intelectual y las destrezas técnicas son importantes, pero la inteligencia emocional es la condición sine qua non del liderazgo”.
Este objetivo de este trabajo (que dividiré en 3 posts) es hacer un breve resumen y análisis del artículo “¿Qué hace a un líder?” publicado por Daniel Goleman en la revista “Harvard Buisness Review” en octubre 2004.¿Los líderes nacen o se hacen?
Por lo general y basándonos en nuestra propia experiencia, todos tenemos una opinión al respecto. “Durante décadas se ha venido debatiendo si los líderes nacen o se hacen” (Goleman).
Las investigaciones más recientes hablan de la existencia de un componente genético en la inteligencia emocional pero diferentes estudios psicológicos hablan de que la educación que recibimos desde pequeños también influye en nuestra capacidad de liderazgo.
“La respuesta es que ambas alternativas están en lo cierto” Un líder nace y se hace, al igual que algunos nacen con más cualidades para la inteligencia emocional pero esto no significa que los demás no puedan adquirirla o aprenderla.
En la actualidad existe un “boom” de talleres y entrenamientos encaminados a mejorar la capacidad de liderazgo mediante la inteligencia emocional. Algo que me pareció verdaderamente revelador (y anecdótico) es cuando Goleman explica en su texto porque muchos de estos talleres son una pérdida de tiempo y dinero. “El problema es simple: se centran en la parte incorrecta del cerebro”.
Más adelante escribiré un post hablando de donde nació mi interés y pasión por el estudio de las emociones porque creo que ilustra perfectamente de lo que habla al autor de “Inteligencia Emocional”. En algún momento de esta historia se me prohibió leer más libros relacionados a las emociones, mi aprendizaje se estaba centrando primordialmente en lo racional: Para conocer tus emociones es importante que te permitas emocionarte.
“La inteligencia emocional nace principalmente en los neurotransmisores del sistema límbico del cerebro, que controla los sentimientos, los impulsos y los estímulos. Las investigaciones indican que el sistema límbico del cerebro aprende mejor mediante la motivación, la práctica prolongada y la retroalimentación. Compárese con el tipo de aprendizaje que se produce en el neocortex, que controla la capacidad analítica y técnica. El neocortex se encarga de los conceptos y de la lógica. Es la parte del cerebro que deduce cómo usar una computadora o hacer una llamada de ventas con sólo leer un libro” (Goleman).
Muchos de estos programas (o anteriormente mi propio entrenamiento autodidacta) se centran en la parte equivocada del cerebro, algo que incluso puede llegar a tener un impacto negativo.
La clave para mejorar la inteligencia emocional es: “la motivación, la práctica prolongada y la retroalimentación”.
Pero más importante aún: un honesto deseo por hacerlo y un enorme compromiso.
“Jamás se consiguió nada grande sin entusiasmo” Ralph Waldo Emerson.
Autor José Manuel Guevara S.