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Líderes en acción: la mente del líder
septiembre 10, 2011 por Juan Carlos Valda
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por Néstor P. Braidot
La calidad de líder, el liderazgo, siempre ha sido y probablemente seguirá siendo un factor importante en la vida humana. Sin embargo, en los últimos tiempos tanto la necesidad de liderazgo en los puestos de dirección como las dificultades en hallar líderes eficaces se han acentuado más de lo que se cree.
La causa son los abruptos cambios que se han producido en el mundo de los negocios. Si bien no existe una definición generalizada de liderazgo, nosotros lo conceptualizamos como el proceso de llevar a un grupo en determinada dirección. En el mundo de las empresas, un liderazgo eficiente es aquel que produce un movimiento hacia el mejor logro posible, a largo plazo, para el equipo que se lidera.
En términos de funcionamiento del cerebro, el liderazgo se puede pensar como la habilidad para comprender las diferentes posibilidades, limitaciones y necesidades de cada uno de los miembros del equipo, tomar decisiones en función de la subjetividad propia y ajena y, finalmente resolver los problemas de la mejor manera posible con los recursos humanos con los que se cuenta.
Para ello el líder debe tener determinadas capacidades psicológicas relacionadas con el autoconocimiento y habilidades para la toma de decisiones.
Solamente aprendiendo a crear empresas inteligentes lograremos diferenciarnos, y esa es la única ventaja competitiva que no es imitable.
Aprender cómo el cerebro incorpora día a día nuevos conocimientos y los procesa nos abre las ventanas de una realidad distinta en materia de management que no podemos desconocer.
Todo lo que producimos en nuestra vida es resultado de un procesamiento mental, es decir, de una secuencia de procesos que determinan las señales que le enviamos a nuestro cerebro.
La estructura de estos procesos está determinada por las neuronas y sus circuitos neurales, y es la misma en todos los miembros de la especie. Lo que tenemos que desarrollar es la estrategia adecuada para aprovechar mejor estos recursos que todos tenemos para ser más inteligentes y crear organizaciones inteligentes.
Lo que en realidad queremos puntualizar en este apartado es la importancia de considerar al cerebro, más que como un órgano, como un instrumento que podemos aprender a utilizar para ser líderes exitosos. Para ello es necesario ampliar su capacidad, pero, ¿hasta cuando? La respuesta es muy simple: hasta donde nosotros lo establezcamos en forma consciente.
Como veremos más adelante, las conexiones neurales que pueden realizarse en el lapso de una vida humana son prácticamente infinitas. En consecuencia, el número total de interconexiones del cerebro se mide en trillones. Ninguno de los instrumentos que poseemos, ni siquiera las computadoras más potentes, se aproximan a la complejidad del cerebro.
Sin embargo, en la mayoría de los casos solo se utiliza una pequeña parte de este potencial, quedando una gran reserva de capacidad cerebral que se desperdicia.
Sobre la base de estos conocimientos, resulta razonable suponer que las diferencias de inteligencia tienen más que ver con el grado en que se desarrolla este potencial que con la cantidad de células cerebrales con que nacemos.
En la esencia del liderazgo subyace la capacidad de crear y evolucionar, y precisamente éstas son dos características esenciales del cerebro humano.