Bueno, Bueno, Bueeeeenooooo
Ya hacía dos semanas que subía entrada a mi bitácora de running, a mi cajón desastre de todas mis peripecias en esto de correr. Y vuelvo por todo lo alto con una crónica de lo que dió de sí una nueva edición del Zúrich Maratón de Sevilla. La cita con Filípides en el corazón de Andalucía, convertida en multitudinaria con el paso de los años hasta llegar a los 14.000 inscritos de 75 nacionalidades diferentes, todos con un denominador común: superarse a sí mismos.
Como un loco del atletismo y un enamorado de la distancia de maratón, pese a no haber corrido nunca ninguna y no tener prisa por dar el salto a tal imponente reto, allí tenía que estar como una obligación intrínseca. Eso sí, las zapatillas me las iba a calzar de todas maneras, esta vez por un buen motivo: ayudar a muchos que lo necesitan.
A mediados de la semana pasada me llama mi colega Fernando Chacón "Ulrrich", gerente de Emotion Running y coordinador de las liebres del Maratón de Sevilla como cada año. Me comenta que la liebre que iba a portar el globo de las 2h45 hasta la media maratón no iba a acudir, así que decidió ofrecermelo a mí. Acepté sin pestañear y decidí disfrutar otra gran experiencia en torno a esta gran carrera que es el maratón, como ya hice otros años como voluntario (que volví a serlo el viernes previo repartiendo dorsales y bolsas del corredor en la feria), aunque en cierto modo tampoco iba a dejar de serlo el día de la carrera. Al fin y al cabo me ofrecí a llevar el globo.
Tiempo desapacible con una fina lluvia como protagonista y algo de frío también, pero no iba a ser tan malo como lo pintaban días atrás. Me presento a la línea de salida una hora antes y me pongo a trotar algunos minutos con mi amigo David Cao, quien no iba a competir y se está preparando su cita maratoniana en Berlín. Saludos a algunos amigos como Juan Garrido y Alfonso Ruíz-Mateos en sus labores de micro, Ricky Rojas (al que le deseo suerte para su intento de 2h30) o Marisa Casanueva (que iba a hacer un tramo de la prueba a modo de la prueba y a la que me alegró ver por allí). También aproveché el trote de calentamiento para animar a Jesús España, Paula González y Martín Fiz.
Me ato el globo, me despojo de la camiseta de manga larga 20 minutos antes de salir y me planto en el cajón de salida correspondiente. Caras afiladas por la concentración entre los maratonianos, algunos de ellos prefieren hacer los últimos trotes y otros se me acercan preguntando por los tiempos de paso, hasta donde iba a llegar o si les iba a marcar todo el maratón. Una y otra vez respondo: "haré hasta la media maratón y un relevo entrará en el km 19", "iré a una media de 3:55 min./km" y "tiempo de paso previsto en el 10km en 39:10 y la media en 1h22:30". Se quitan las cintas de separación de los cajones y me planto justo detrás de la línea de salida (se aprovechan todos los carriles).
Foto: @ricardosanba
"A sus puestos. Bang!!" Se da la salida sin nada de lluvia y viento a favor en toda la Avenida Carlos III. Primeros compases iniciales para ajustar el ritmo al que tenía que llevar a los maratonianos que ansiaban bajar la exigente barrera de las 2h45. Abandonamos los 3 kms de Cartuja y entramos en el barrio de Triana un numeroso grupo de corredores a la estela del globo amarillo atado a mi camiseta de la causa solidaria de "Mi Mundo Rett" de los amigos Josele y María Ferré. No paran de repetir una y otra vez que he salido rápido o que aminore, a lo que respondo instándoles a ser pacientes que aún tenía que cuadrar ritmos para pasar en tiempo previsto y que más vale tener ventaja de unos 10-15 segundos que llegar justos antes de entrar en el muro. En este momento que pasamos como un grupo de medio centenar de corredores y tantos otros persiguiéndonos salimos todos de Triana, no sin antes pasar un caótico avituallamiento en Plaza de Cuba, donde abundan las luchas por hacer con una botella de agua.
Foto: ABC de Sevilla
Salimos juntos de Triana y enfilamos por Paseo Cristobal Colón para pasar ante la siempre majestuosa Torre del Oro y la Plaza de Toros de la Maestranza, los primeros iconos de la ciudad que los corredores tendrán la oportunidad de ver en un maratón tan turístico. Al fin y al cabo es una gran oportunidad de abrir la ciudad a tanta gente que viene de fuera. Ya son varios kilómetros a orillas del Guadalquivir (Arjona, Torneo) hasta que el grupo de corredores siguiendo el vaivén del globo (tengo que mirar de cuando en cuando hacia atrás por si le molesta a alguien) y yo clavamos el paso por el km 10 en 39 minutos exactos, 10 segundos menos que el tiempo que tenía previsto. Satisfacción plena entre los corredores del grupo. Instantes de la carrera que discurren ahora por el barrio de la Macarena.
Relevos constantes entre los corredores para protegerse unos a otros del leve viento que soplaba pero siempre marcando el ritmo, al mismo tiempo que me ofrecía a llevar algún vaso de agua o avisaba de los giros para evitar tropiezos en las aceras. Me adentro por Recaredo y Avda. María Auxiliadora, ambas calles con bastante público, incluso diría que más del que esperaba por ser más temprano y lo desapacible en lo climatológico.
Avituallamiento del km 17,5 y entrada ya en la recta final de mi paso por el maratón, en esta ocasión por unos dos kilómetros por la Avda. Kansas City para adentrarnos en el Polígono San Pablo. Al paso por el km 19 entra mi compañero Ángel Ortega, un chaval con muy buenas patas que vino desde su Espera natal (Cádiz) para hacer de liebre durante el resto de la maratón. Justo en su entrada uno de los corredores que iba a mi lado es el que lleva el ritmo durante unos metros, porque tenía que cederle el globo que señalizaba nuestra posición para que nos siguieran el ritmo, no sin algo de dificultad que, afortunadamente, solventamos cuando se lo até a la muñeca. Ángel se puso rápido a tirar del grupo y yo me quedé dentro del grupo para acompañarlos hasta la media maratón.
Algunos aplausos de los corredores nada más entrar mi relevo y enfilamos juntos el último kilómetro de la primera mitad de la carrera, justo antes de que los valientes maratonianos encaren el momento más duro y respetado (además del más temido) por ser el que pone en su sitio a quienes han preparado el maratón y a los que no. Justo antes de pasar por el arco de media maratón aviso que mi maratón acaba aquí, a lo que se suceden muestras de agradecimiento de muchos corredores por la ayuda prestada y por mi parte muchas palabras de aliento para afrontar el temido muro que les podía esperar. Imposible haber hecho un papel mejor para los corredores, pues había pasado la media maratón en 1h22:20, con un pequeñísimo margen para llegar con el tiempo justo de 2h45.
Bueno, en realidad, no acabé en las puertas del Polideportivo San Pablo. Como tenía el km 25 justo en la puerta de mi casa pues quise continuar, con trote cochinero y parando en los avituallamientos para recuperar, mientras arengaba a los que venían detrás, algunos de ellos me habían seguido antes. Nada más llegar a la puerta de mi casa fui a buscar a mi madre, para que me diese la ropa seca para cambiármela por la que llevé para correr y el bidón con Aquarius y una barrita que compré en la Feria del Corredor. No me quedé demasiado porque no me quería perder la entrada triunfal de Paula González Berodia.
Suerte tuve de ver en la TV cómo Paula se ponía líder de la carrera en las calles del centro de Sevilla para, posteriormente, cruzar la meta del Estadio de la Cartuja para revalidar el título de campeona del maratón hispalense y pulverizar su marca personal para lograr sus 2h28:52 (6ª en el ránking nacional de maratón de toda la historia).
Una experiencia que permanecerá en el recuerdo, por lo gratificante de ayudar a muchos a cumplir propósitos de tener la carrera de sus vidas y por emocionante de haber vivido, otra vez y que sea por muchos años, una maratón internacional en la que se ha convertido la cita de Sevilla con Filípides. Despido estas líneas felicitando nuevamente a quienes lograron lo que se prometieron cuando empezaron a sacrificar muchos momentos de su vida personal para meterse entre pecho y espalda 42,195 kms durante muchos meses de entreno y animar a quienes no vieron recompensados los sacrificios hechos.
Y es que ya lo decía Paula Radcliffe: "el maratón es como la vida, donde habrá momentos complicados, pero salir victorioso depende de cómo enfrentes esos obstáculos."