El boxeo ha sido, a lo largo de las últimas décadas, un tema que ha inspirado mucha literatura, música y, por supuesto, cine. Pues bien, los amantes de este noble deporte están de enhorabuena porque la cadena norteamericana FX acaba de estrenar en este 2011 una serie que, con sólo tres capítulos emitidos hasta la fecha, ya tiene toda una legión de seguidores, Lights Out.
El argumento de la serie gira alrededor de la figura de Patrick Leary, un ex boxeador magistralmente interpretado por Holt McCallany que lleva cinco años retirado de los rings y vive en la más absoluta tranquilidad, preocupado únicamente por su mujer, sus hijas y el gimnasio que mantiene junto a su padre (un reputado entrenador de boxeo) y su hermano (antiguo boxeador y encargado de llevar las finanzas de Patrick). Patrick, que llegó a ser campeón del mundo, se retiró del boxeo a petición de su esposa, pero nunca pudo quitarse la espina de su último combate, en el que pudo ganar por K.O. aunque, decidiendo no mandar a la lona a su adversario y confiando en la decisión de los jueces, le arrebataron el cinturón de campeón de manera injusta. Leary quedó marcado de por vida, preguntándose qué habría ocurrido si hubiera noqueado a su contrincante, aunque el tiempo fue cerrando las heridas y, con la ayuda de su familia, consiguió olvidar todo lo sucedido.
La vida de Patrick sufre un inesperado giro cuando, en cuestión de días, varias malas noticias le llegan de golpe; su situación económica es preocupante y está cerca de la quiebra y, además, le diagnostican la denominada demencia pugilística, una enfermedad causada por la acumulación de golpes recibidos que puede llegar a acabar con su vida. Leary, lejos de venirse abajo, decide hacer cuanto está en sus manos para darle la vuelta a la situación, y, ocultando su enfermedad a su familia, se dispone a hacer lo que sea necesario para pasar este bache. Es una vieja gloria y, donde antes recibía miles de dólares por hacer un anuncio ahora le dan la espalda, así que se verá obligado a utilizar su habilidad con los puños en tareas que escapan de su ética y, por supuesto, de la legalidad.
Sólo hay dos cosas que pueden salvar a Leary de la quiebra; la primera es un joven boxeador al que entrenan en su gimnasio, un armenio llamado Omar con un gran futuro pero todos los defectos que acarrean el creerse el rey del mundo. La aspiración de Patrick, su hermano y su padre es convertirlo en un gran campeón, pero el difícil carácter de Omar convierte ese sueño en una quimera difícilmente alcanzable. Su otra tabla de salvación es la revancha contra Reynolds, el boxeador que le arrebató el título en su último combate. Las televisiones le ofrecen un cheque en blanco por revivir aquel combate pero él, de momento, no quiere volver a subirse al ring para no volver a ver a su mujer e hijas sufrir por él.
Este drama recién estrenado engancha desde el primer capítulo gracias a la impresionante actuación de Holt McCallany (por cierto, en la vida real perdió a un hermano que se dedicaba al boxeo), que encaja perfectamente en el papel del Champ, tanto que cuesta creer que no se trate realmente de una vieja gloria del boxeo. Su particular manera de ser, y la buena persona que vive bajo esa apariencia de bestia hace que el espectador le coja cariño desde el primer momento y sufra por cada golpe que la vida le va dando, que no son pocos. Los demás personajes también están a un nivel alto, y las distintas tramas que van apareciendo a medida que se suceden los capítulos consiguen que cueste adivinar qué es lo que va a ocurrir en el siguiente.
¿Acusará Patrick su enfermedad? ¿Se lo contará a su familia? ¿Volverá a pelear contra Reynolds? ¿Conseguirá alejarse del dinero fácil? ¿Mantendrá su gimnasio? ¿Convertirá a Omar en el nuevo campeón?. Demasidas preguntas, amigos, y muy pocas respuestas de momento. Permanezcan atentos a sus pantallas y anímense a ver esta serie que a mí, de momento, me está dejando K.O.