Desgraciadamente limitados por la pereza y el miedo.
Creo firmemente que estos dos diablos son los causantes de la mayoría de nuestras decepciones. Siempre aprovechando nuestra más mínima debilidad para dejarse ver y dar al traste con nuestras ilusiones.
Al fin y al cabo, sólo unos pocos elegidos son capaces de combatirles y superarles.
Me queda la esperanza de que la próxima vez no les será fácil derrotarme.
Se a quién me enfrento y estoy preparado.