Revista Comunicación

Límites en la comunicación

Publicado el 25 julio 2011 por Alchavida

Límites en la comunicación

Estoy llegando a mi límite. Resulta que, según mis últimos datos, tengo 146 amigos en Facebook, cifra muy cercana a 150, donde según algunos está el límito de la comunicación del ser humanos. A partir de ahora si alguien solicita mi amistad en Facebook me lo pensaré mucho. En cualquier caso, dejo aquí algunos párrafos de un interesante artículo:
"¿Tenemos los seres humanos un límite comunicacional?. Estudios recientes parecen demostrar este principio, enunciado por el antropólogo británico Robin Dunbar a comienzos de la década de los noventa, cuando la WWW apenas gateaba y las redes sociales no estaban ni en embrión.

Así lo indica un estudio realizado por Bruno Gonçalves, quién durante los últimos años ha participado en varias investigaciones sobre las implicaciones socio-antropológicas de las tecnologías de la informática y las comunicaciones (TICs). La muestra empleada en su investigación la extrajeron de Twitter, a la que han hecho una interesante disección para evaluar algunas variables del comportamiento humano. La investigación abarcó unos tres millones de twitteros. 
Entre otros interesantes resultados, los citados investigadores reportan que cuando los usuarios dan sus primeros pasos en la red social buscan, a toda costa, acumular seguidores. No obstante, este proceso encuentra un tope entre las cien y las doscientas personas, que es cuando alcanzan una especie de punto de «saturación». Sin embargo, el análisis de los estudiosos se centra no en la acumulación de seguidores, sino en el mantenimiento de conversaciones y su perdurabilidad en el tiempo. En este sentido, el furor social desatado en los últimos años por las redes sociales, en lugar de refutar la teoría antropológica de Dunbar, la reivindica. Desde hace casi dos décadas este sostenía que el ser humano sólo puede comunicarse de modo estrecho e intenso con una cifra que situaba alrededor de los 150 semejantes. Basaba sus conclusiones en estudios sociológicos, así como, en el tamaño del cerebro humano.
Quizás la génesis del hallazgo reportado por Gonçalves y cols. se encuentre más en una limitación de la tecnología que de nuestra naturaleza. Me refiero a la dificultad de las tecnologías de la comunicación para propiciar, eso que el profesor Alfonso López Quintás denomina «encuentro», y que consiste en el establecimiento de un ámbito de relación profundo, estable y mutuamente enriquecedor entre dos realidades personales (o incluso, entre un individuo y una realidad no personal). Tal encuentro solo es posible mediante una dinámica de interacción dialógica, caracterizada por la apertura y el respeto, lo cual supone una salida desde un plano inferior hacia un plano superior de realización personal, algo que López Quitás define como «el éxtasis». 
También están los peligros de que papá, mamá y nené tengan cada uno su propia red social banal y descuiden la comunicación estrecha en el seno de la familia, o que acumulemos 200 amigos virtuales, pero muy, muy, pocos amigos reales, esos que tanto necesitamos para reír y compartir nuestra dicha o enjugarnos una lágrima. En fin, que lleguemos a estar cada vez más conectados pero en realidad más saturados y peor comunicados".
A. M. Santos


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