Lo que solemos encontrarnos en la clínica son padres que acuden muy preocupados porque sus hijos puedan presentar TDAH, cuando se les explican los síntomas, la mayoría de las veces el niño no cumple con los requisitos establecidos para el diagnóstico. Entonces, ¿qué es lo que tienen estos niños?
Para poder diferenciar un niño con TDAH de un niño con problemas de límites, lo primero que debemos explorar es si el niño repite los comportamientos desadaptativos en varios ámbitos. Si el niño sólo parece Hiperactivo en un ámbito de su vida o con determinadas personas, entonces, tenemos un niño con unos límites poco claros.
Los niños con límites poco claros, muchas veces parecen niños con Hiperactividad, pero si los observamos detenidamente, vemos que los comportamientos hiperactivos sólo se producen ante unas determinas situaciones.
Los niños, sean o no hiperactivos, necesitan tener unas normas claras de comportamiento en todos sus ámbitos, entendiendo éstos como, el colegio, la casa, la casa de los abuelos, la casa de los tíos, etc.
Los límites con los niños
Muchas veces nos encontramos que los niños parecen hiperactivos sólo con una persona; y suele ser porque el niño no tiene claros los límites en esa situación. Los límites han de ser flexibles; de nada vale tener unos límites rígidos o dejar que el niño haga lo que considere. Un mismo límite ha de ser lo suficientemente flexible pero firme a la vez para que el niño sea capaz de entender que el mismo comportamiento, en distintas situaciones, no siempre tiene la misma consecuencia.
Y este aprendizaje depende de las personas que rodean al niño. No es fácil establecer límites y a veces las situaciones nos sobrepasan; y es en ese momento, cuando el niño busca el momento idóneo para “salirse con la suya”. Por eso, vemos que hay niños que “son hiperactivos” en el colegio, pero no en casa; o al revés.
En cuanto el niño observa que es capaz de conseguir aquello que quiere, porque esa persona se ha visto sobrepasada por la situación, es muy complicado poner los límites claros de nuevo; pero nunca es imposible.
Hay que evaluar las situaciones, identificar qué ganancia obtiene el niño y por qué medios la consigue. Y con esa información; modificar la conducta del niño. Que el niño obtenga aquello que desea, a través de comportamientos adecuados.
Ante la duda en la modificación de la conducta del niño consulte con un especialista. Los cambios son difíciles, pero nunca imposibles.
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