Hay cosas que no dejan de sorprenderme. Recientemente Enric Llorens comentaba en su blog la sensación que tenía por la celebración del funeral de estado de Joan Antoni Samaranch, al cuál tilda de nazi en base a la experiencia que le transmitió su padre que fué compañero de clase de Samaranch.
El insulto no es gratuito sinó que justifica que Samaranch simpatizó con el partido nazi alemán durante una de las épocas más oscuras de la historia de Europa. Algo de lo que él nunca renegó, y que luego disfrutó de los parabienes del régimen fascista del general Franco siendo uno de los prohombres del régimen. Eso no obvia, tapa, o deja de quitar los servicios que le hizo a Barcelona y al país promocionando el olimpismo y que fué uno de los artífices de los juegos olímpicos de Barcelona 92. Algo que ayudó a la ciudad a ser lo que es, y a posicionarla en el mundo.
No entraré a valorar a Samaranch, su pasado o presente quedan claros, sus posicionamientos favorables al régimen incluso una vez este acabado también, y es algo de lo que no renegó. Yo por ello no voy a marcarle ningún sanbenito, y como muchos personajes hay claro-oscuros, y grises en su vida, y no por ello sus actos brillantes han de quedar relegados. Si se ha celebrado un funeral de estado es porqué a pesar de su pasado, Samaranch ganó méritos positivos para ser reconocido, o así lo consideran la mayoría de fuerzas sociales, punto pelota.
Ahora bien, alguien puede considerar que este funeral de estado no era merecedor (mi opinión personal me la reservo, ahora estoy haciendo análisis de los hechos), y ese alguien por mucho que tenga un carnet de un partido o sea dirigente orgánico de su agrupación tiene derecho a tener esa opinión y expresarla. Incluso hablar de que Samaranch simpatizó con el partido nazi y con esa ideología, y decir que le da asco que a esa persona se le homenajee.
En Alemania no se le dió un funeral de estado a Guderian a pesar de que cuando era general en los últimos estertores del Tercer Reich logró salvar la vida de numerosos soldados alemanes al salvarlos del ejército rojo y meterlos en una bolsa rodeada del ejército aliado. Igual que tampoco se ha homenajeado a Karl Dönitz, almirante en jefe de la Kriegsmarine, por mucho que la marina fué la primera en rendirse a los aliados a cambio de permitir el rescate de las bolsas de refugiados y soldados del báltico del terror soviético. Este insinge almirante fué el ideario de la guerra total de submarinos que tantas bajas de todo tipo provocó.
Por mucho que su aportación “neta” para Alemania es salvar lo máximo de soldados, oficiales y civiles del exterminio no se puede obviar que fueron generales de uno de los dos ejércitos totalitarios que desbastaron Europa durante años. Por mucho que fueron exonerados de los delitos de crímenes de guerra, o su relación con ellos era bastante marginal, o incluso se opusieron a algunas de las decisiones más sangrientas de Hitler (Guderian fué retirado del frente oriental por su oposición a las decisiones militares y las directicres de tierra quemada sobre el territorio ucraniano y ruso y sobre la orden de ejecutar a los comisarios políticos soviéticos). Nadie les hizo un funeral de estado.
En Alemania tuvieron claro que todo colaboracionista con el régimen totalitario de los nazis no podía recibir reconocimientos de estado a pesar de los claroscuros. En España no. A pesar de las diferencias entre el régimen franquista y el nazi, el primero “sólo” fué totalitario los primeros 3 o 4 años de funcionamiento, luego “sólo” fué una dictadura, hemos homenajeado a personas que colaboraron y se beneficiaron del régimen franquista. Forma parte de nuestra “reconciliación”, y también tiene su aspecto positivo, uno de ellos fueron los últimos 30 años de vida de Samaranch que sirvieron muy bien a la ciudad de Barcelona y al país.
Todo esto me sirve para contestualizar que el rechazar los funerales de estado para un franquista convencido y una persona que simpatizó de joven con el partido nazi y que no se arrepintió en ningún momento de esos ardores de juventud, puede ser que no sea tan descabellado.
Al parecer a muchos medios de comunicación ese rechazo consideran que es noticiable. Que Enric Llorens opine, en base a la experiencia paterna, que Samaranch fué un simpatizante nazi y no merece el funeral de estado, es noticia, en cambio obviar todo el pasado franquista de Samaranch, sí que es algo aceptable. Mientras la prensa internacional reconoce el claroscuro de la vida de Samaranch y habla de él, la prensa de aquí mantiene el silencio.
El linchamiento público al que es sometido Enric Llorens por ser dirigente del PSC y no estar de acuerdo con el funeral de estado está sobredimensionado. Ya he opinado alguna vez que lo que hacemos los blogueros, los mass-media tienden a sobredimensionarlo y a enfocarlo de la peor de las maneras. No les debe gustar que la gente significada en política se salgan del guión establecido o que les saquen los colores a lo que los medios obvian. Mi única explicación a semejante linchamiento (producido al hacer de la opinión en un blog algo noticiable), es que la “opinión publicada” está perdiendo su monopolio y los blogueros nos escapamos de la consigna de partido pero también de la agenda mediática. Parece que el hecho de tener un carnet de un partido nos hace perder la capacidad como individuos para opinar, para pensar o para expresar esta opinión en público.
Lo que más me jode es que este acoso a los blogueros lo hacen unos medios de comunicación que deberían ser los garantes de la libertad de opinión. Quieran o no, esta fiscalización de lo que hacemos los blogueros con carnet, lo que hace es coaccionarnos a la hora de opinar, darle poder a la opinión publicada que es la que los dirigentes quieren que sea la única que suene, para que no haya voces disidentes. Si es el juego al que quieren jugar la prensa, al final su papel quedará obsoleto, la opinión y la información se va a filtrar, va a sobrepasar las barreras. Mientras hay medios y periodistas que este tema lo entienden y lo aprovechan otros siguen empecinados en machacar las opiniones disidentes con la opinión que ellos publican.