Cine y política, una combinación peligrosa, y más si el encargado de todo el meollo, Spielberg, es un tío al que le gusta entretener a su público. Pues Lincoln funciona. Pese a su argumento (una votación) y su duración (2 horas y media) el film tiene buen ritmo y no aburre en ningún momento. Gracias a un buen guión, muchos secundarios de lujo y el duelo interpretativo entre las dos mayores estrellas del film: Daniel Day-Lewis, el abuelo cebolleta que está todo el día explicando batallitas, y Tommy Lee Jones, el abuelo cascarrabias que noquea a sus adversarios con una lengua afilada. Estos dos personajes tan entrañables cargan con el peso de la película, y es una lástima que tan sólo coincidan en pantalla en una escena.
Lo mejor: Day-Lewis, Lee Jones y un dream team de secundarios.
Lo peor: su excesiva solemnidad la aleja de ser una obra mayor.