Revista Diario
Antes que nada, Felices Fiestas (sea cuál sea el significado que cada uno le dé a la expresión). Ya llegó la Navidad aunque desde casi principios de noviembre mucha gente la prepara. Sin ir más lejos los más pequeños combinando las ganas de creer que les concede su inocencia con el afán consumista que sobre todo les inculca la televisión.El año pasado estuve en Nápoles la semana antes de Navidad. La ciudad estaba preciosa y bulliciosa a pesar del frío. De todo el Nápoles que conozco la parte que más me gusta es la de Santa Chiara y San Gregorio Armeno. Justamente una de las tardes que tuve libre me estaba paseando por aquella zona cuando de repente se escuchó un berreo que a más de uno le hizo volver la cabeza. En el epicentro del terremoto se encontraba una mamá con un niño de unos ocho años con cara de aguantar el peso del mundo y una niña de unos cuatro años que parecía necesitar un intensivo con la Supernanny. Como la pataleta de la niña tenía pinta de no acabarse, la mamá sacó el móvil del bolso y dijo que iba a llamar a Babbo Natale. Evidentemente, la línea estaba libre y enseguida contestó el duende telefonista de turno. La señora dijo que necesitaba hablar con urgencia con Papá Noel y así fue. Mientras la niña intentaba alcanzarle el móvil, la mujer dijo que tenía un hijo muy bueno que se merecía que le trajeran todo lo que había pedido. Sin embargo, la ragazzina quedaba castigada de por vida. Por supuesto, Babbo Natale dio un sabio consejo a la mamá y luego se despidieron. Entonces, la señora formuló la siempre esperada última oportunidad, es decir, si la niña se portaba bien algo podría traerle Babbo Natale. Como se dice popularmente, aquello fue "mano de santo". La ragazzina se limpió la cara con la manga del anorak, cogió la mano de su madre y siguieron su paseo por la calle de Pulcinella y los peperoncinos.Nunca sabremos si Babbo Natale le trajo a la niña todo lo que sus padres consideraron ni si aprendió la lección. Ahora bien, tarde o temprano lo hará. Al fin y al cabo, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos los humanos pasamos gran parte de nuestro tiempo pactando y negociando.