El “heavy metal” ha sido en las últimas décadas un estilo tremendamente resbaladizo a la hora de ubicar a una banda determinada en alguno de los infinitos sub-géneros que como en un fractal que se despliega sin límite han ido apareciendo a lo largo de todo este tiempo. Pese a ello, creemos no equivocarnos si afirmamos que el “metal progresivo” es una de las variantes que goza de mejor saludo hoy en día y que dentro de ella, una de las bandas más representativas, si no la que más, son los norteamericanos Dream Theater. En 1997, su batería Mike Portnoy quiso comenzar un proyecto paralelo, una especie de supergrupo, para lo que se puso en contacto con el teclista Jordan Rudess, el bajista Tony Levin y el guitarrista Dimebag Darrell. Rudess, quien había dicho que no previamente a Dream Theater, aceptó esta vez la oferta, al igual que Levin. No ocurrió lo mismo con el guitarrista y los demás intentos por encontrar uno a la altura fueron también infructuosos.
No deja de ser paradójico que Portnoy buscase una banda que no tuviera relación alguna con Dream Theater y finalmente terminase por crear una especie de “projeKct” si se nos permite adoptar la terminología acuñada por Robert Fripp para los diferentes satélites de King Crimson. Al fallar las distintas alternativas para la guitarra fue el de los propios Dream Theater, John Petrucci, quien terminaría por ocupar esa plaza en la banda. Poco después sería Jordan Rudess quien acabaría integrándose en Dream Theater por lo que Liquid Tension Experiment, que era el nombre del supergrupo de Portnoy, terminaría compartiendo tres miembros con la formación “matriz”.
Liquid Tension Experiment lanzaron un par de discos de estudio con ese nombre y dieron multitud de conciertos en los que podíamos escuchar a la banda en plenitud. El disco que hoy comentamos recoge una de esas actuaciones pero no una cualquiera sino una muy especial: se trata de un concierto celebrado en Chicago en 2008 en el que, en plena actuación, el teclado de Jordan Rudess comenzó a fallar. El músico abandonó el escenario para tratar de solucionarlo y, mientras tanto, el resto de la banda continuó con el espectáculo improvisando casi al 100% durante el resto de la velada. Pese a que incluso pasó un buen rato hablando por teléfono con los técnicos de Roland en Japón, no fue posible arreglar el problema así que, en plena locura en el escenario, en el último tramo del concierto, el teclista volvió a salir pero para tocar la guitarra lo que produjo una cascada de intercambios de instrumentos entre los músicos e incluso la incorporación al show de algún espectador no previsto. Todo ello hace de esta una grabación muy particular por lo que tiene de irrepetible.
Liquid Tension Experiment en su formación original como cuarteto.
“Universal Mind (When the Keyboard Broke)” - Las primeras siete piezas del concierto transcurrieron sin problemas pero al llegar a esta, perteneciente al primer disco de Liquid Tension Experiment, algo no iba bien. En palabras de Rudess, el teclado empezó a tocar como medio tono por encima de lo debido. Luego descubriría que la membrana situada por debajo de las teclas del aparato se había desplazado y eso hacía que cuando pulsaba una de ellas, el sintetizador interpretaba que estaba tocando dos consecutivas a la vez pero eso fue después de la actuación. En el momento en que todo empezó a ir mal, Rudess se fue entre bastidores para tratar de solucionarlo.
“The Chicago Blues & Noodle Factory” - Ante esa situación, y tras preguntar al público si querían que siguieran con el espectáculo mientras se solucionaba el problema con el teclado, la banda, reducida a trío, comenzó a improvisar. La primera pieza comenzaba con un blues clásico que enseguida evolucionaba hacia una trepidante pieza rockera perfectamente estructurada en la que los tres músicos se complementaban a la perfección con momentos de caos muy “crimsonianos” de los que salían magistralmente. No en vano, contaban con Tony Levin, curtido en mil y una batallas con todo tipo de músicos imaginables.
“Fade Away or Keep Going?” - Terminada la primera pieza de la “jam session” y tras confirmar Jordan Rudess que no iba a poder incorporarse al concierto a corto plazo, el trío comenzó con otro blues lento en el que Petrucci se iba a lucir con fraseados que en algún momento evocaban a Santana pero sin renunciar a la espectacularidad de sus solos, marca de la casa. La cosa marchaba e incluso los músicos le decían a Jordan que se tomase su tiempo para arreglar el teclado.
“The Haunted Keyboard” - Comenzaba así la siguiente pieza con Tony Levin al stick dibujando una introducción que enseguida iba a transformarse en una frenética pieza de jazz-rock con toques psicodélicos de la que emergía un poderoso estribillo de guitarra muy evocador. A mitad de la pieza la banda se detiene en lo que será un interludio alucinógeno lleno de extraños sonidos procedentes de la guitarra de Petrucci durante el cual la banda manifiesta su deseo de que alguien esté pirateando el concierto porque “está quedando realmente bien”. La sucesión de efectos sonoros se prolonga así hasta el final de la pieza dando paso al corte más extenso del disco.
“Close Encounters on the Liquid Kind” - El tema comienza con cierta calma pero poco a poco va acelerándose durante los dos primeros minutos para mostrar a partir de ese momento los primeros esbozos melódicos más o menos reconocibles. Es entonces cuando Petrucci se enfrasca en una larga intervención llena de virtuosismo pero en la que quizá debería haber dejado más espacio a Portnoy y Levin, que quedan limitados a simples comparsas durante demasiado tiempo. Cuando por fin tienen un pequeño hueco, el guitarrista vuelve a ocupar todo el protagonismo, eso sí, con una de sus intervenciones más inspiradas en la que no falta algún guiño a Led Zeppelin (con esbozo del riff de “Whole Lotta Love” incluido). La parte final es un despliegue de facultades casi gimnástico por parte de un Petrucci agotador. Un auténtico “tour de force” que gustará a los amantes del “guitar hero” clásico pero que adolece de una cierta estructuración que de más sentido a todo lo que suena. En el último tramo se deja escuchar la clásica melodía de cinco notas que sirvió para establecer comunicación con los extraterrestres en “Encuentros en la tercera fase”, la película de Spielberg a la que se homenajea en el título de la pieza.
“Ten Minute Warning” - Se realiza entonces el anuncio de que en apenas diez minutos volverá a haber un teclista en el escenario. Verdad a medias, como veremos después. Entretanto, asistimos a un precioso dúo entre Levin y Petrucci impulsado por la imparable batería de un Portnoy metido por unos instantes a émulo de Stewart Copeland. Probablemente sea nuestra pieza preferida del disco por el equilibrio entre el sentido musical que posee y las dosis de exhibicionismo, también presentes pero ahora mucho mejor integradas en el propio tema.
“That 'Ol Broken Down Keyboard Blues” - Sin solución de continuidad, la pieza anterior enlaza con este nuevo blues cuya interpretación estaba siendo realmente espectacular hasta que Rudess decide reincorporarse al concierto. Ante la imposibilidad de reparar su teclado, Jordan subió al escenario para pedirle guitarra a un Petrucci que se encontraba en pleno solo. Culminado el relevo, el propio Petrucci hizo lo propio con el bajo de Levin quien en ese momento estaba tocando el stick. Con esa nueva configuración terminó de interpretarse la pieza. Una verdadera pasada, dadas las circunstancias.
“Liquid Anthrax” - Para culminar la transformación de la banda, Mike Portnoy dejó las baquetas para tomar el bajo mientras que su puesto en la batería lo iba a ocupar uno de los espectadores del concierto: Charlie Benante, el titular del instrumento en Anthrax, la banda de “trash metal” (de ahí la referencia del título de la pieza). La segunda parte del tema iba a ser una versión de “How Many More Times”, clásico de Led Zeppelin con el que se iba a poner un broche de oro al concierto.
“That's All Folks!” - El último corte es en realidad la despedida de la banda una vez confirmado que el teclado de Rudess no tiene arreglo. Una breve explicación de lo sucedido y la preceptiva disculpa ponen fin a la grabación.
No había ninguna intención de grabar este concierto y menos aún de publicarlo pero las circunstancias que sobrevinieron hicieron que la banda buscase una grabación de la mesa de mezclas y la publicase a través de Lazy Tomato, un subsello creado específicamente por la banda para lanzar todo este tipo de grabaciones no del todo oficiales del mismo modo que hacían en Dream Theater con el sello Ytsejam. De este modo se da salida a un material que no tiene la calidad de un concierto “oficial” pero sirve para combatir los lanzamientos pirata del mismo por parte de terceros.
Por todo lo dicho, el lector no debe buscar aquí un disco de factura impecable. No lo es. Es una grabación en vivo sin edición de ningún tipo por lo que todos los fallos están ahí. La calidad de la grabación es aceptable pero no excelente. Está lejos de ser un registro en directo como los que habitualmente salen a la venta con todos los errores corregidos, partes reinterpretadas, etc. Ese es a nuestro juicio su mayor activo: escuchar a los músicos exactamente como sonaron aquella noche y disfrutar de sus interpretaciones y su talento para la improvisación, cosa que no siempre es posible en otro tipo de discos a los que estamos acostumbrados. De hecho, en lugar de publicar el concierto completo, la banda optó por hacerlo solo a partir del momento en que surge el problema. Una anécdota, en fin, que no debería ir mucho más allá pero que consideramos que puede ser disfrutada por muchos lectores, sean o no seguidores de Dream Theater o Liquid Tension Experiment.
Nos despedimos con un ejemplo de cómo sonaba Liquid Tension Experiment en vivo cuando no había problemas.