El muguet es una plantita con forma de campanilla que está muy presente en la cultura francesa el primero de mayo. Simboliza la buena suerte y la felicidad y, según la mitología, la crea Apolo con el fin de extenderla por el suelo para proteger los pies de las musas.
Con el fin de transmitir tus buenos deseos a una persona que quieres o aprecias, se regalan ramilletes con estas flores. Como el que nos regalaron a Irene y a mí allá por el 2018 y que, cruelmente, alguien que sabemos muy bien quién es nos lo tiró a la basura pensando que estaba pocho. (Quedará para los anales de la historia que Chloé nos hubiera tirado los muguets, ja, ja, ja.)
Yo este año se lo regalo en la distancia a mi madre y a mi abuela. Y aprovecho para celebrar de esta manera el Día de la Madre, que es el primer domingo de mes y sólo nos quedan dos días para llegar a él.
El 1 de mayo también tiene por bandera celebrar el Día del Trabajador. Se elige este día con el fin de homenajear a los “mártires de Chicago“, unos sindicalistas que fueron ejecutados en 1886 por defender mejores condiciones laborales, como una jornada de ocho horas.
Soy una mujer a medio camino entre el siglo XX y XXI y tengo la suerte de haberme criado en una casa llena de mujeres. El harén o el gineceo de las Losa, ja, ja, ja. Todas ellas, sobre todo mi madre y mi abuela, me han inculcado el sacrificio en el trabajo. La constancia, el rigor, el análisis de situaciones, ser autocrítica, dar todo por realizar un trabajo de calidad en el que una se sienta a gusto con lo hecho, independencia, autonomía, resolución de problemas, madurez profesional, compañerismo, trabajo en equipo, criterio firme, seguridad… En definitiva, buscar siempre dar mi mejor yo para ser una profesional de calidad. Gracias a todas vosotras por haber contribuido a ser la mujer trabajadora que soy.
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