Revista Cultura y Ocio
Hace algo más de un año, les hablábamos de los muchos grafitis que nos encontramos en una escapada lisboeta y nos poníamos tremendos con unas expectativas insatisfechas creadas por el enésimo artículo de tendencias.Pues bien, ¿se pueden creer que hemos insistido en la búsqueda de esa Lisboa moderneta y que esta vez sí que la hemos encontrado? (Amigos y familiares mediante, todo sea dicho).Llevados por los mejores guías posibles, nos acercamos a Sintra con la sana intención de visitar sus maravillas arquitectónicas, comer bien y olvidarnos de crisis y banderas (que tantas veces van unidas). Pero cuando nos propusieron visitar el alucinante y escondido Monasterio de los Capuchos y "vermutear" luego por los alrededores, no esperábamos encontrarnos con el rincón más hipster de Portugal a apenas unos cientos de metros de distancia: en la freguesía de Colares.Resulta que en el espacio reducido de dos o tres manzanas, descubrimos varios alicientes que merecen una visita. Por ejemplo, el espectacular centro cultural/restaurante/sala de exposiciones Flores do Cabo: entre las amplias estancias de una antigua nave industrial rediseñada con un gusto se esconden antiguedades, piezas de arte contemporáneo, mobiliario de estilo orientalizante y un restaurante con muy buena reputación... Un lugar por el que pasear con total libertad y perderse un buen rato.Solo unos metros más allá, se encuentra también el anticuario Francoise Boudry, una nave de antigüedades que ocupa un viejo almacén y que parece sacada del Camden londinense o el Soho neoyorquino. Muebles, vajillas y ropajes conviven en un espacio, reinventado con elegancia en múltiples microentornos, que tiene la cualidad de transportarnos en el tiempo y hacernos olvidar dónde estamos. Ya en la calle, subiendo unas cuantas escaleras desde el lateral del anticuario, se llega a la placita-terraza en la que se ubica cada fin de semana el Coolares Market. Pijo o estiloso (allá cada uno con sus prejuicios, filias y fobias), lo cierto es que este mercado semanal ofrece la posibilidad de comprar regalitos, comer y beber productos artesanos, pasear entre tenderetes con joyas (no siempre asequibles) y comprobar que la moda hipija no está en crisis. Una buena pausa entre visitas monumentales y palacios masónicos. Al día siguiente nos acercamos a Lisboa. Sorpresa, sorpresa. Nos dimos cuenta de que en nuestra visita anterior (que tampoco era la primera) se nos habían pasado por alto, no sólo algunas de las cervecerías más flamantes y modernas de la ciudad, sino el verdadero espacio hipster local, la madre de todas las gentrificaciones industriales culturetas lisboetas: el LX Factory. Como quien entra en una nueva ciudad, entre el microcosmo de antiguas naves forradas de grafitis y fábricas reconvertidas, el visitante encontrará numerosos restaurantes para foodies, elegantes coctelerías, tiendas de diseño y una librería de escándalo construida en el espacio de una vieja imprenta que aún conserva intacta su estructura y parte de su maquinaria: Ler Devagar. Sólo por ella, LX Factory ya merecería la visita.