Las listas de espera son uno de los males endémicos de la sanidad pública y no lo son de la privada por diversos condicionantes como el restringido acceso por motivos económicos y la posible resolución que se logra con el aumento de las intervenciones sanitarias.
Para formar una lista debe darse una característica, que la incorporación a la misma se amayor que la capacidad resolutiva que condiciona la salida de la lista.
De esta forma es fácil entender los dos puntos clave y principales líneas de actuación en la gestión sanitaria de las temidas listas. Se puede actuar de forma accidental, esporádica, puntual y en ocasiones intempestiva sobre la salida mediante los conocidos como planes de choque que no son otra cosa que “la tirita” que se pone en la herida para que no sangre mucho. Pero también se puede actuar sobre la incorporación (que es lo que habitualmente se hace de forma sistemática) poniendo trabas a la incorporación de nuevos pacientes mediante la implantación jerárquica (no consensuada) de actuaciones protocolizadas o simplemente dificultando el acceso con medidas restrictivas a la hora de solicitar interconsultas, pruebas complementarias o tratamiento adecuados y así tenemos que el médico de atención primaria se ve atrapado entre la espada y la pared, por una parte la presión del paciente que desea hacer uso de lo que los medios de comunicación le ofrecen como la mejor atención (atención especializada) y exige ser derivado cuanto antes al nivel especializado como paso previo imprescindible para iniciar el largo peregrinaje por el sistema sanitario y por otra parte por las indicaciones de los propios especialistas y la administración que se empecinan básicamente en decir lo que no debe derivarse (sin plantear alternativas sensatas) y lo que no puede derivarse (y debe hacerse a través del cauce correspondiente, es decir otro especialista).
Pongamos un ejemplo clásico, el dolor de espalda. Atención primaria debemos asumir el compromiso de explorar adecuadamente al paciente, aceptar y tratar de convencer al paciente de que una actuación prudente suele ser una buena actitud pero nos encontramos con que si tenemos una lista de espera para visita del especialista de 6 u 8 meses se nos plantea la derivación “por si acaso” para ganar tiempo. Cierto es que durante eses tiempo a veces podemos solicitar determinadas pruebas complementarias para facilitar el proceso pero esto es un nuevo obstáculo porque la demora para su realización puede ser tanto o mas larga que la propia dericación.
Mientras tanto podemos tratar la sintomatología, principalmete el dolor y cuando nos vemos superados en este asunto y pretendemos solictar la colaboración de las conocidas Unidades del Dolor nos encontramos con la misma problemática, la demora en ser atendidos y la negativa a atender determinados procesos por controvertidas razonas (como en el caso de la fibromialgia).
Si añadimos, en ocasiones, la falta de información una vez atendido el paciente en el nivel especilaizado tenemos el caldo de cultivo perfecto para actiuaciones poco profesionales.
Ante el “compontelascomopuedas” cada facultativo reacciona de la forma mas insospechada, peregrinaje por distintas especialidades trauma, reuma, rehabilitación, neurología, psiquiatria… o tratamientos inadecuados, inconsistentes o excesivos para intentar paliar las contínuas visitas al único nivel (atención primaria) con accesibilidad ilimitada.
Podemos seguir mareando la pérdiz, ocultando los datos, poniendo todo tipo de excusas o empezar a tomarlo en serio.
Yo por mi parte me comprometo a renovar mis mandamientos:
1º.- No derivaré pacientes en vano
2º.- No denostaré a quien prescribafármacos sin respando científico
3º.- Intentaré convencer al paciente de que confie en mi
4º.- usaré mi tiempo libre para seguir estando al dia
5º.-Confiaré (para animarme) que cada cual, profesional o gestor, trabajará para los mismos fines que pretendo
6º.- Utilizaré todos los medios a mi alcance para mejorar al paciente
7º.- Me responsabilizaré del seguimiento del paciente a pesar de las dificultades
8º.- Indicaré a aquellos pacientes que hayan soluionado su problema antes de que le asignen la cita especializada que se esfuercen en anular sus citas.
9º.- Reivindicaré aquellas opciones que crea necesarias para el bien del paciente
10º.- Aceptaré de buen grado las indicaciones y restricciones que me sean impuestas.
Amen.