Benoit Courti
Hablemos de las listas.
No de las listas del mercado o de pedidos a proveedores. Sino de esas listas que algunos descocados hacemos a fin de año, principio de enero o para el cumpleaños.
Listas de propósitos, de deseos, de objetivos, de cosas por hacer este año, cosas por hacer antes de morir, pendientes.
En fin, la cantidad de nombres que le podemos poner son tan ilimitados como las listas mismas y sus correspondientes ítems.
Desde mi simple modo de ver las cosas existen dos listas: una de deseos y otra de propósitos.
Digamos que la de propósitos contiene cosas como bajar de peso, ir a yoga, ahorrar, leer un libro por mes, rendir determinadas materias, recibirse de algo, etc. Creo que los propósitos son meramente cuestiones que dependen de uno y de nadie más.
Yo amo a los propósitos, en cambio a los deseos les tengo muy poca paciencia. Tengo poca paciencia con cualquier cosa que no esté bajo mi entera responsabilidad.
Una lista de deseos estaría conformada por cosas del tipo encontrar pareja, ganar la lotería –nunca pondría semejante cosa en mi lista de deseos-, viajar el exterior, ser feliz, ser famoso, y otras cuestiones que si bien no son imposibles no dependen 100% de un esfuerzo concreto.
Soy muy afortunada con las listas de propósitos. Digamos en criollo que soy exigente y le meto mucha garra.
La lista de propósitos que redacté en enero ya está completa en un noventa por ciento. Tal es así que elaboré otra incluyendo los ítems que aún están pendientes. Es mucho? Bueno he movilizado varios dedos para lograrlos, de otra manera aún estarían al 2% o lo que es peor: la lista hubiera fallecido en un cajón olvidada. También es importante establecer plazos de tiempo objetivos. Por ejemplo si recién comenzamos a entrenar corriendo, ponerse una meta de correr un maratón (42 km) a los pocos meses es un disparate. Lo mismo que pretender bajar siete kilos en un mes, lo cual también es un riesgo.
En la otra punta mi lista de deseos ahí va: varias cosas se han cumplido, otras las he tachado y otras muchas siguen vigentes. Seguramente mi convicción en el poder del universo o supremo es bastante pobre. O tal vez no seguí el procedimiento que dice que hay que repetir tres veces el deseo en cuestión, de la misma manera que se agradece por tres, y todo eso se convierte en un mantra de repetición que me da fiaca hacer. Recalco a diario a mis clientes que deben tomar tal o cual cosa tres veces por día mínimo para obtener resultados satisfactorios. Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago.
Atención que las listas son muy sensibles a la oscuridad. Hay que sacarlas de donde estén, leerlas a menudo, en voz alta mejor, recalcularlas –no es malo arrepentirse y cambiar de dirección- tachar, agregar.
Las listas de propósitos son para emprendedores y amantes de la constancia. Las de deseos son para soñadores. Y mi persona –gran soñadora profesional-, se queda corta con los deseos.
Me confieso: no me gusta pedir. Conozco gente que pide a diario: al vecino, a Dios, al estado, a sus padres, a sus jefes, al sindicato, al universo, al prójimo en general, a las estrellas. Pedir es un deporte nacional y mundial que me cuesta mucho practicar.
Y vos en que lista andás?
Por cierto, antes de irme aclaro que este post no tiene ningún objetivo educacional y es de opiniones muy personales. Para más detalles googlear “Taller de listas”, “Taller de sueños” y otros similares.
perro1970, listas, deseos, propositos, motivacional, opinion